Capítulo 4: Una velada placentera (Primera Parte)

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Lin Shaoran no esperaba que sucediese de esta forma. Había sido volteado bocabajo y ahora se encontraba sin pantalones siendo penetrado por los largos dedos de Mao Yongzheng. Estos rozaban perfectamente su próstata provocándole altos gemidos de placer, pero Shaoran quería más. Alzó sus caderas y las acercó hacia Mao Yongzheng buscando chocar contra su entrepierna.

"Venga. Fóllame. No quiero correrme con tus dedos cuando puedo tener tu polla dentro de mí." Era el único pensamiento que rondaba por la cabeza de Shaoran.

Mao Yongzheng separó las grandes y carnosas nalgas de Lin Shaoran admirando la vista frente a él, después agarró más lubricante y lo esparció sobre uno de los plug anales de la bolsa.

El tamaño era de unos 6 centímetros y el extremo superior estaba adornado por una espesa cola de zorro. De un empujón el plug se introdujo con fuerza y Lin Shaoran gritó al sentirse invadido por algo más grueso y largo que los dedos de Mao Yongzheng.

—Ahora si te pareces más a tu especie —dijo el hombre con sorna, observando a Lin Shaoran que no paraba de sacudir sus caderas y gemir sin control—. Mírate, gimiendo y moviendo el culo como la zorra que eres. Ni siquiera te hace falta una polla de verdad para tenerte así.

Con una mano agarró el pene erecto de Lin Shaoran y le dio un suave apretón recibiendo un agudo quejido por parte de Shaoran.

—No...No así...mete-métemela...

Su voz era un susurro, su cuerpo se sentía tan bien cuando el plug presionaba sus paredes internas y cada vez que Mao Yongzheng lo extraía para volver a insertarlo rozaba esa zona tan sensible y placentera que le hizo sentirse al borde del orgasmo.

— ¿Acaso eso fue una orden?

Mao Yongzheng tiró de los castaños cabellos del hombre y alzó su cabeza para hablarle al oído.

—Escúchame bien, zorrita. Yo soy quien da las órdenes aquí y vas a cumplirlas a menos que quieras quedarte sin correrte por todo un día —dijo presionando la base de la polla de Lin Shaoran—. ¿Entendido?

— ¡Ah! ¡Si, si, si, si! ¡Lo entiendo! ¡Lo entiendo!

— ¿Qué pasó con el "marido"?

— ¡Lo entiendo, marido! ¡Tu esposa no lo volverá a hacer!

Satisfecho, Mao Yongzheng soltó el miembro de Lin Shaoran provocando que este se corriese sobre una parte de las sábanas y su abdomen.

—Recuerda tus palabras. No me gusta repetirme. Ahora ve a lavarte.

Lin Shaoran asintió con una mirada perdida, marchándose con piernas temblorosas hacia el baño. Mientras tanto Mao Yongzheng agarró su celular y pidió que cambiasen las sábanas. En 5 minutos, una sirvienta apareció frente a la habitación.

—Date prisa y... —observó los juguetes sin saber qué hacer—, solo acomoda todo lo demás en las bolsas.

La sirvienta no se atrevió a demorarse y terminó su trabajo en 10 minutos, justo cuando iba saliendo se encontró con Lin Shaoran, lo saludó sin verle a los ojos y siguió caminando con un rostro sonrojado y una sonrisa de oreja a oreja. Debía informar a sus compañeras sobre tal descubrimiento.

Una vez solos, Mao Yongzheng tomó la iniciativa para hablar.

—Mañana daré una fiesta para celebrar el cierre de un negocio. Más te vale comportarte bien frente a los invitados.

Lin Shaoran no habló, solo afirmó con su cabeza. Su mirada seguía ausente, así que Mao Yongzheng lo dejó acostarse en la cama.

—Vamos a dormir.

Pronto su cintura fue rodeada y una pequeña cabeza se apoyó sobre su pecho. Mao Yongzheng solo suspiró y apagó la luz.

A la mañana siguiente, Mao Yongzheng fue el primero en levantarse y al observar el rostro dormido de Lin Shaoran se sintió un poco confuso. Cada vez que se despertaba, Lin se había marchado a desayunar o simplemente a dar un paseo esperando a que Mao Yongzheng se fuese a trabajar.

En toda su vida de casado, él y Lin Shaoran nunca habían compartido la cama de manera tan pacífica. El último le gritaba nada más llegar la noche e inclusive los primeros meses fue echado de la habitación, todo esto cambió una vez Mao Yongzheng se dio cuenta de que estaba siendo demasiado tolerante con el muchacho. A partir de ese momento decidió hacer oídos sordos a sus quejas. ¡Esta era su habitación también! Lin Shaoran incluso pidió más almohadas creando un fuerte a su alrededor, las cuales Mao Yongzheng devolvió al día siguiente. Definitivamente no tomaría provecho de un hombre tan molesto y quisquilloso como Lin.

Rebobinando a la noche anterior, Mao Yongzheng pensó que pudo haber sido demasiado duro con el muchacho, sin embargo no hubo ninguna queja por parte de este. Al contrario, todo apuntaba a que disfrutaba ser dominado. ¿Quién lo habría dicho? ¿Por qué su actitud sufrió un cambio tan radical en solo un día? Demasiadas preguntas rondaban su cabeza, pero decidió dejarlas a un lado cuando Lin Shaoran se revolvió junto a él.

Ojos negros y castaños se encontraron. Al ver a Mao Yongzheng despierto, Lin Shaoran sonrió.

—Buenos días, esposo. ¿Dormiste bien anoche? —dijo mientras se estiraba perezosamente como un gato.

—Un pulpo estuvo apretando mi cuerpo toda la noche. ¿Cómo crees que dormí?

Mao Yongzheng puso sus codos sobre la almohada y apoyó su cabeza sobre sus manos para obtener una mejor vista desde arriba.

—No me dejaste hacerme cargo de ti, así que me siento muy insatisfecho. Un puchero infantil apareció en los delicados labios de Lin Shaoran.

— ¿No te gustó? Antes no parecías tan descontento.

Mao Yongzheng levantó una ceja incrédulo.

— ¡Me encantó! —respondió entusiasmado Lin Shaoran—, pero también quiero hacer que te sientas bien. Así que...

Lin Shaoran se sumergió debajo de las sábanas luego de lanzar una mirada pícara hacia el hombre, pero antes de llegar a su entrepierna, sus cabellos fueron agarrados y tirados hacia arriba para enfrentarse al rostro de Mao Yongzheng.

— ¿Acaso te pedí que hicieras algo? Parece que no aprendiste nada anoche.

—Tal vez si me lo repites mucho dejo de ser tan olvidadizo.

La mirada de Lin bajó recorriendo con gula el cuerpo descubierto de Mao Yongzheng.

Antes de poder contestar a esa atrevida provocación, se escucharon varios golpes en la puerta.

— ¡Ranran, tu querida tía está aquí! ¡Deja de pretender dormir y ven a saludarme! Lin Shaoran no reconoció la voz chillona proveniente de afuera de la habitación,

Pero el ceño fruncido de Mao Yongzheng le informó que no era bien recibida por su esposo.

El silencio reinó en la habitación antes de que la voz volviese a gritar.

— ¿No vas a contestar? —preguntó Lin curioso al ver a Mao Yongzheng aún en la cama sin intención de salir y atender a la mujer.

— ¿Por qué debería? No es mi tía —dijo para después cubrirse con la sábana pretendiendo irse a dormir.

¡Esposo, tu esposa necesita un castigo!Where stories live. Discover now