Extra 1: Luna di miele

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El pequeño yate navegaba sobre las tranquilas aguas del mar Tirreno. Dirigiéndose hacia la isla Salina en Sicilia, Lin Shaoran observaba emocionado como se iban acercando a las dos elevadas superficies de las montañas gemelas. Mao Yongzheng acomodó el sombrero en la cabeza castaña y plantó un suave beso sobre la frente del joven. Lin Shaoran rió y abrazó el cuello de Mao Yongzheng.

— ¿Estás mareado? —preguntó Mao peinando un par de mechones rebeldes del rostro de su esposa.

—No, estoy impaciente. ¿Qué haremos primero?

—La villa de Francesca se encuentra en el norte de la isla. Podemos dar un paseo antes de subir, Roberto llevará nuestras maletas a la casa.

Lin asintió y tras besar a Mao, volvió su vista hacia el frente.

Cuando llegaron al Puerto de Santa Marina Salina descendieron del bote y al observar la arena negra, Lin corrió de un lado a otro como un niño.

— ¡Es tan bonito!

Mao le entregó todo su equipaje al hombre llamado Roberto y llevó a Lin a adentrarse en la pequeña aldea pesquera. El lugar era muy pintoresco, los pescadores habían regresado de trabajar y tras descargar la mercancía, el aire se llenó del característico olor a pescado fresco. Lin Shaoran observó los peces en las redes: sardinas, anchoas y peces espada parecían ser la especialidad de la isla.

Caminando un poco más, pasaron frente a hermosos edificios que se anexaban los unos con otros. Lin decidió entrar a un par de tiendas y comprar algo de comer para más tarde. Al terminar su recorrido por el puerto, comenzaron a caminar hacia el norte.

El panorama dejó de ser marítimo volviéndose en variados senderos con pequeñas calas sembradas a su alrededor, las cuales eran protegidas por bosques de castaño y álamo.

Cuando llegaron a la villa de Francesca, Lin Shaoran se encontraba tan cansado que se lanzó en el sofá del salón.

—Pensé que hoy ibas a cocinarme algo —dijo Mao sonriendo al ver al joven sin fuerzas sobre el mueble. Se acercó hacia él y sobó las carnosas nalgas de Lin mientras este soltaba un par de quejas.

—Ten piedad, hemos caminado tanto...al menos déjame descansar un poco —dijo mientras alejaba su trasero de las manos traviesas del hombre.

Mao se inclinó hacia el cuerpo del menor y mordió con fuerza sobre la ropa. Lin saltó y miró a su esposo con reproche.

—No me pude controlar.

Se defendió Mao alzando sus manos.

—El verte así de indefenso hace que quiera devorarte ahora mismo —lamió sus

Labios y Lin acercó los suyos a la boca del hombre, imitando el movimiento de la lengua de Mao.

Al sentir cómo su camisa iba a ser arrancada, Lin se levantó del sofá y caminó hacia la cocina.

—Ya descansé. ¿Qué quieres de cenar?

Los ojos de Mao recorrieron el cuerpo de Lin hasta caer en su trasero. Notando la mirada hambrienta de su marido, Lin Shaoran se inclinó sobre la encimera, dejando su culo a plena vista para que el hombre se deleitase por completo.

—Estás jugando con fuego.

Mao se acercó y presionó su erección contra las nalgas del joven. Lin jadeó y levantó una pierna sobre el mostrador.

—Veo que estás ansioso por tenerme pronto —dijo Mao deslizando los molestos pantalones de Lin hacia abajo. Cuando sus dedos tantearon un objeto circular en el trasero de Lin, lo retiró con fuerza haciendo que el menor gimiera ante la pérdida.

Lanzando el plug anal a un lado, llevó su pene hasta la entrada ya abierta de Lin Shaoran y lo penetró hasta el final de una sola estocada.

— ¡Oh! —gritó Lin apoyándose sobre la encimera mientras el pene de Mao Yongzheng se introducía y retiraba con rapidez, rozando su próstata cada vez con más furia. Lin Shaoran arqueó su cuerpo para besar al hombre que lo follaba con tanto ímpetu. Al ver la posición de Lin, Mao agarró su garganta e introdujo su lengua con violencia en la pequeña boca. Apretando el agarre de su mano, siguió empujando, llegando cada vez más profundo.

Los gemidos ahogados de Lin eran música para los oídos de Mao, que tras dos fuertes estocadas, se corrió dentro del joven mientras este temblaba, agitando sus piernas y volteando sus ojos cuando lo atacó un orgasmo seco.

Mao llevó su mano hacia el pene de Lin y rodeó la erección mojada de líquido preseminal.

—No, no —gritó Lin, sensible ante su toque.

Mao Yongzheng hizo caso omiso y frotó la punta del pene de Lin, conteniendo las sacudidas y temblores del joven sobre su cuerpo.

— ¡Ah! Espera...

La visión de Lin Shaoran se nubló al sentir un segundo orgasmo invadirlo. Sus ojos se llenaron de lágrimas y sollozó ante el delicioso placer que su esposo le provocó.

Mao mordió el lóbulo de la oreja de Lin y dejó de tocarlo, arregló su ropa y caminó hacia el dormitorio para desempacar sus pertenencias. Desde la distancia gritó:

—Pasta al forno.

Lin Shaoran salió a la terraza de la villa luego de preparar la cena de la noche. Miró hacia el cielo dorado de la tarde y se apoyó contra la baranda observando el océano a varios kilómetros frente a él. Las aguas turquesa parecían resplandecer bajo el brillante sol y casi podía escuchar el sonido de las olas a pesar de la distancia.

Mao rodeó la cintura de Lin y el menor se recostó contra el cuerpo de su esposo.

— ¿Qué te ha parecido esta última semana? —preguntó Mao Yongzheng sobre el oído de Lin Shaoran.

El joven cerró los ojos recordando a todos los lugares donde habían ido la primera semana de su luna de miel. Mao Yongzheng lo había llevado a cientos de lugares de interés por toda Italia: el Coliseo romano, la torre de Pisa, la fontana de Trevi, el castillo Sant'Angelo, la Basílica de San Juan de Letrán, entre otros sitios que lo cautivaron por su belleza.

—Maravillosa —suspiró—, es una lástima que tengamos que volver dentro de poco.

—Podemos regresar después.

Mao Yongzheng besó el cuello de Lin Shaoran y observó la piel llena de mordidas con una sonrisa.

—Ahora vamos a disfrutar que estamos solos —dijo recorriendo con la lengua las marcas creadas por él—. Francesca nos dejó un regalo en la habitación.

Lin se giró, pero Mao lo detuvo de preguntar.

—Ya lo sabrás esta noche.

Lin Shaoran asintió y besó una última vez a Mao Yongzheng antes de entrar a comprobar la comida.

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Nota; 10 de 10 con el extra

Nota; 10 de 10 con el extra

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¡Esposo, tu esposa necesita un castigo!Where stories live. Discover now