Capítulo 9: Una probada de tu propia medicina

11.9K 1.3K 75
                                    


Cuando Mao Yongzheng recibió el mensaje de Kang Yi, sus subordinados habían limpiado los cuerpos y recogido las balas del suelo. El hedor de la sangre persistía, así como algunas manchas negras coaguladas en el pavimento. Al observar la pantalla del móvil, lanzó el puro a medio acabar al suelo y lo apagó con la suela de sus zapatos.

El texto fue simple y conciso, exactamente el estilo de Kang Yi.

Kang Yi: Estamos con Lin Furen en el bar Black Butterfly. Está borracho y dice que no quiere regresar a menos que el jefe venga por él.

Seguido una imagen de Lin Shaoran vestido de forma provocativa y... ¿era eso maquillaje?

Sin decir una palabra, agarró las llaves del auto y comenzó a conducir, dirigiéndose a la dirección del bar que le informó Kang Yi en el mensaje.

Cuando llegó, su rostro se retorció de disgusto al observar el gran canal de la zona roja. A cada lado, edificios grandes y pequeños con luces resplandecientes anunciaban sus servicios. Burdeles, tiendas eróticas, pubes y locales de exhibición.

Fuera de cada recinto, trabajadores sexuales de ambos sexos mostraban sus cuerpos como mercancía instando a los transeúntes a entrar a sus negocios.

Mao Yongzheng apretó con fuerza el volante y observó con frialdad el edificio frente a él donde se encontraba Lin Shaoran. Su esposo había recurrido a visitar un bar gay sin su autorización cuando él estaba ocupado. Esta vez su castigo no sería tan suave como las veces anteriores, se encargaría de hacer que nunca volviese a pensar en salir a algún sitio como este de nuevo. Aparcó el auto a un lado del lugar y caminó hacia la entrada, donde el guardia le negó el paso.

—Lo siento amigo. Debe hacer la fila —dijo cruzando los brazos.

El humor de Mao no hacía más que empeorar a momentos, pensó seriamente en dispararle al hombre frente a él y arrastrar su cuerpo por toda la zona hasta que quedase irreconocible, pero decidió no crear problemas. Inspiró una gran bocanada de aire y tomó su billetera. Agarró 800 yuanes y los presionó sobre el pecho del hombre, dejándole boquiabierto. Esta era la primera vez que le pagaban tanto para dejar entrar a alguien.

Nada más atravesar la entrada, ojeó a los hombres con una apariencia similar a la de Lin. Cabello claro, figura pequeña, vestimenta atrevida, no fue hasta que su vista cayó sobre el escenario que encontró al joven. Su mirada aturdida por el alcohol solo le hacía ver más atractivo de lo que ya era y esos pequeños labios que tanto le provocaban ahora se movían con parsimonia al ritmo de la canción que se escuchaba en el karaoke.

Observó la pantalla planta y leyó el nombre de la canción: "Why don't you do right" de Peggy Lee.

—You had plenty money 1922.

La agradable voz de Lin Shaoran inundó sus oídos y calmó su mente.

—You let other women make a fool of you.

Silbidos y miradas fogosas recorrieron la figura de Lin, pero este solo se concentró en la canción sin darse cuenta de que Mao se acercó y apoyó sobre una columna muy cerca del escenario.

—Why don't you do right like some other men do?

Los ojos de Mao Yongzheng brillaron bajo las sutiles luces del local y no pudo evitar imaginar los delicados labios de Lin alrededor de otra cosa que no era el micrófono.

—Get out of here and get me some money too...

Lin Shaoran no solo cantaba, sino que movía sus caderas de un lado a otro al ritmo de la suave música de jazz del estéreo y seducía a sus espectadores con sonrisas y guiños. Una oleada de excitación creció entre los hombres bajo el escenario y comenzaron a vitorearlo.

¡Esposo, tu esposa necesita un castigo!Where stories live. Discover now