Extra 2: Luna di miele

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Esa noche en la villa, Lin Shaoran y Mao Yongzheng cenaron en la terraza, bajo el firmamento plagado de estrellas. Una escena que resultaba hermosa a la vez de pacífica.

—Cuando dijiste que sabías cocinar, jamás pensé que eras tan bueno —elogió Mao Yongzheng cuando dio el primer bocado a la pasta cocinada por Lin.

—Viví solo muchos años. Como no quería morir de hambre, aprendí a cocinar por varios compañeros de trabajo —dijo Lin bebiendo de su segunda copa de vino. Mao Yongzheng lo observó en silencio, esperando a que el alcohol hiciera el efecto habitual en Lin Shaoran.

Cuando observó los ojos nublados del menor, lo llevó hacia la habitación. Lin siguió a su esposo con obediencia y, cuando lo empujó sobre la cama, soltó una ligera carcajada.

— ¿Qué es esto? ¿Mi querido marido va a castigarme? —dijo uniendo sus muñecas y mostrándolas a Mao Yongzheng—. ¡Áteme! ¡Esta esposa necesita un castigo!

Divertido por la expresión de Lin Shaoran, Mao Yongzheng se apresuró a tomar una vasija de tamaño mediano en la mesa junto a la cama. El menor lo miró curioso y gateó hacia el lugar donde estaba. Cuando abrió la boca para hablar, Mao introdujo dos de sus dedos empapados del líquido dentro de la vasija y Lin lo tragó sin pensarlo.

—Miel —dijo relamiendo sus labios como un gato.

—Al parecer Francesca sigue la tradición de dejar una vasija de miel en el dormitorio donde los recién casados pasarán la noche —informó Mao volviendo a tomar un poco de miel y dejarla sobre los labios de Lin Shaoran—. ¿Sabes qué significa?

Lin negó mostrando su lengua para que Mao volviese a alimentarlo con miel.

—La miel era considerado un estimulante para las parejas —desnudó su cuerpo a medida que hablaba—, así como un símbolo para la fertilidad.

Al terminar de deshacerse de su ropa, acercó a Lin a su cuerpo y comenzó a eliminar sus prendas también.

—O sea, esta noche vamos a hacer bebés —explicó al ver la mirada confusa de Lin Shaoran.

— ¿Bebés?

Mao asintió y humedeció su mano en la vasija. Llevándola a su pene, lo empapó por completo y luego agarró la nuca de Lin, acercando su rostro a su entrepierna.

—Tienes de lamerlo todo. No dejes ni un solo lugar sin probar.

La cálida respiración de Lin Shaoran fue a parar al pene de Mao Yongzheng, empezando a endurecerse poco a poco mientras miraba al menor.

Lin abrió su boca y, con su lengua, comenzó a degustar el dulce sabor de la miel sobre la carne caliente de Mao.

El hombre agarró con fuerza los mechones castaños y jadeó al sentir la lengua experta de Lin hacer contacto por su piel. El pequeño músculo rozó la punta de su erección y descendió hasta llegar a sus bolas, donde chupó una mientras acariciaba la otra con su mano.

Mao Yongzheng tiró de los cabellos de Lin hacia su rostro.

—Abre la boca —dijo con voz ronca. Cuando Lin Shaoran obedeció, acarició los sonrosados labios del menor con su polla, humedeciéndolos hasta que quedaron brillantes y de un golpe, ensartó su erección hasta la garganta de Lin.

El quejido del joven fue callado por esa enorme longitud alojada en su boca y pronto los gemidos de Mao y los lamentos guturales de Lin llenaron la habitación unido al choque húmedo de la polla del mayor contra los labios sensuales que la envolvían.

Dejando respirar a Lin Shaoran, Mao Yongzheng sostuvo su barbilla observando el rostro del joven. Saliva se escurría por el mentón y sus ojos estaban llenos de lágrimas, esta apariencia no hizo más que calentar a Mao Yongzheng. Levantó el cuerpo del menor y lo lanzó sobre la cama.

El rostro de Lin Shaoran quedó sobre una almohada y su culo fue alzado por Mao Yongzheng.

—Aún tienes algo de mi aquí adentro —dijo sintiendo los restos de su corrida anterior en el trasero de Lin.

Lin sollozó y apretó las sábanas con fuerza al ser penetrado por Mao sin ningún aviso. Sus caderas fueron apretadas con fuerza y el sonido del chapoteo provocó un ligero temblor en su pene. Llevando su mano hacia él, lo agarró por la base y movió su mano. El fuerte sonido de una nalgada y el exquisito dolor hicieron correrse a Lin con un grito.

Mao apretó el pene mojado de Lin y presionó la punta.

—Hoy te has corrido mucho sin mi permiso.

—Espo... ¡oh!

— ¿Qué es? ¿Qué ibas a decir?

—Más...hazlo más fuerte.

Mao Yongzheng perdió el control al escuchar esto. Sus movimientos aumentaron de forma frenética, destrozando el interior de Lin y golpeando sus nalgas hasta volverlas rojas y calientes.

Los dedos de Lin se arquearon sobre las sábanas y gritó hasta que su garganta dolió. Mao Yongzheng aplastó su cuerpo contra el de Lin Shaoran y se corrió mientras mordía el cuello del joven.

Sintiendo el calor de sus entrañas, Lin lloriqueó y pidió que Mao lo dejase venirse.

Tras un par de movimientos de caderas, el hombre se retiró del interior de Lin. El menor suspiró, pero pronto gritó nuevamente cuando Mao Yongzheng volvió al ataque.

—Parece que tenían razón sobre la miel —dijo Mao sobre el oído de Lin—.

Prepárate, tu marido se siente bastante estimulado y no parará en toda la noche.

Los ojos de Lin Shaoran se abrieron y trató de arrastrarse fuera de la cama. Mao Yongzheng lo agarró del tobillo y regresó a su lugar inicial.

—No, espera. Eso es... ¡Ah!

A la mañana siguiente, Mao Yongzheng tuvo que servir el desayuno en la cama a su adolorida esposa.

"Sin embargo, no me arrepiento de nada."

¡Esposo, tu esposa necesita un castigo!Where stories live. Discover now