Capítulo 23: Cuerda roja

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Habían pasado dos semanas desde su acuerdo con Mao Yongzheng. Al final, el hombre aceptó y amuebló una habitación para que Lin Shaoran trabajase en casa sin ser interrumpido. Lin Yao estuvo molesto con Mao, pero aun así no volvió a ofrecerle el puesto a su sobrino, ya le pediría ayuda cuando la necesitase.

Justo ahora, Shaoran se encontraba mirando la pantalla de su celular leyendo una y otra vez el mensaje que su suegra le había enviado.

Mao Linqin: Hoy es el cumpleaños de mi pequeño Zheng. Haremos la fiesta en el hotel Jin Ying, no te olvides de traerlo en la tarde.

Se palmeó la cabeza por su descuido, se levantó del escritorio de su nuevo estudio y corrió hacia el dormitorio. Mao se encontraba sentado en la cama, sus brazos cruzados y expresión molesta era un tanto adorable para Lin. Le daba ganas de molestarlo un poco. Sin embargo, hoy era un día especial. Debía hacer feliz a su esposo.

—Buenos días, querido. ¡Feliz cumpleaños! —Dijo mientras se acercaba al hombre—. ¿Hay algo que quieras como regalo?

Yongzheng gruñó y se tapó con la sábana. Lin saltó sobre el bulto fantasmagórico de la cama y besó a tientas.

—No me olvidé. ¡Lo juro!

—Fuera. Despiértame cuando acabe el día.

—Oh, ¿podría ser esto la crisis de los 40?

Antes de poder reír por su broma, Mao lo tiró sobre la cama. El rostro del hombre se colocó a centímetros del suyo con una mirada molesta.

— ¿Me estás llamando viejo?

Ahí estaba de nuevo. Esa voz profunda sacada desde el interior de su garganta que tanto le estremecía. Lin sonrió.

—Depende. ¿Este viejo es severo en sus castigos?

Mao entrecerró los ojos y bajó su cabeza hasta el pecho de Lin. Sobre la camisa blanca, comenzó a lamer los pezones del joven. Lin gimió al sentir el contacto.

Cuando los dientes de Mao aprisionaron uno de sus pequeños brotes, arqueó su cuerpo extasiado y rió como un niño cuando la incipiente barba mañanera del mayor pinchó su abdomen.

"Hace cosquillas."

—Este viejo hará que no te corras por tu atrevimiento —dijo Mao agarrando la erección de Lin sobre sus pantalones. Estirando una mano al cajón, buscó uno de los juguetes que el menor había comprado, sin éxito.

— ¿Buscas esto?

Lin giraba un anillo vibrador en su índice. Cuando Mao intentó agarrarlo, el joven lo alejó con rapidez.

—Mocoso descarado.

— ¡Acabas de sonar como un viejo justo ahora! —se burló Lin mientras reía. Mao agarró sus piernas molesto y tiró de ellas, presionando su pelvis contra la de Lin.

—Repite eso —gruñó sobre los labios del hombre antes de comenzar a besarlo con furia. Aprovechando la excitación de Lin, le arrebató el anillo y se deshizo de esos cortos pantalones que tanto le provocaban. Desde su regreso de la mansión de Lin Yao, Francesca había enviado docenas de estas prendas que Lin no dudaba en ponerse para seducirlo.

Cuando el pantalón cayó al suelo, observó la lasciva falta de ropa interior característica de Lin y agarró su pene poniendo el anillo vibrador con delicadeza. Lin jadeó al sentir tal presión y rodeó las caderas del hombre con sus piernas.

—Ahora, este te viejo te enseñará a respetar a los mayores.

El hotel Jin Ying era uno de los tantos negocios que administraba la familia Mao en la Ciudad y Su colosal estructura contaba de 57 plantas y 560 habitaciones de las cuales 32 eran suites ejecutivas que costaban más de 600 dólares la noche, 4 suites diplomáticas y 1 suite presidencial. Su altura era de 200 metros, lo que la ubicaba en uno de los edificios más altos de la ciudad Y. Con seis restaurantes de cocina alta, un spa en la planta 12 con jacuzzis y saunas, ocho salas de baile y dos gimnasios, el hotel Jin Ying era merecedor de sus cinco estrellas.

¡Esposo, tu esposa necesita un castigo!Where stories live. Discover now