Capítulo 27: ¡No soy una propiedad!

6.5K 748 62
                                    



— ¿Qué le hiciste a Xiao Bao? —preguntó Mao en el auto de camino a su mansión. Cuando regresó al hospital a buscar a Lin Shaoran, había visto el rostro encendido de Xiao Bao mientras que su esposa no paraba de sonreír.

— ¿Por qué piensas que hice algo? —dijo Lin fingiendo inocencia. "Tan solo hice una broma. Nada grave."

Mao Yongzheng levantó una ceja en su dirección.

— ¡Acababan de tener sexo! Habría sido un desperdicio si no los molestaba un poco.

—No lo incomodes, está herido.

Lin se revolvió en el asiento, luego de unos minutos frunció el ceño y miró a Mao Yongzheng.

— ¿Fumaste? —dijo acercando su rostro al cuerpo de Mao e inspiró el olor a tabaco de su cuerpo. Su rostro se distorsionó en desagrado.

—Solo cuando necesito calmarme —respondió el hombre observando la reacción de Lin—. No te gusta.

No era una pregunta. Estaba escrito en el rostro de Lin.

—Es malo para ti.

En su tono había cierto reproche y preocupación que hicieron a Mao apretar el volante para controlarse de no lanzarse al joven en ese mismo momento.

—Lo dejaré —miró cómo la expresión de Lin mejoraba—, pero me tendrás que ayudar para calmarla ansiedad.

—No creo que mis técnicas vayan a calmarte, pero lo intentaré —provocó Lin.

En el pronto silencio del auto, Mao Yongzheng comenzó a pensar en la forma correcta de decirle que lo quería. ¿Estaba bien hacerlo en el auto? ¿O debería esperar un poco más?

Sus pensamientos fueron interferidos por el tono del celular de Lin Shaoran. El joven miró la pantalla y contestó.

—Hol...

— ¡¿Dónde estás?!

El grito de Lin Yao perforó sus oídos, así que lo alejó y puso a manos libres.

—De camino a casa con...

— ¿Estás bien?

Se escuchó la voz preocupada de Francesca seguida de Gian que repetía la misma pregunta que su padre.

— ¡Estoy bien! —Dijo cuándo las voces se calmaron por un momento—. Ahora voy de camino a casa. Mi esposo está conmigo, no tienen que preocuparse.

— ¿El perro de Mao está ahí? ¡Quiero hablar con él!

Lin miró de reojo a su marido que parecía ignorar a su tío.

—Está conduciendo, ahora mismo no puede hablar...

— ¿Estás a manos libres? Si estás a manos libres dile que iré a su casa y te llevaré.

—Volverás a vivir con nosotros. Un perro tan inservible como él no merece que estés allí.

Mao gruñó y se inclinó para decir algo, pero Lin llevó una mano a los labios del hombre y negó.

—Estoy bien, de verdad. No necesitas hacer eso —escuchó un par de sonidos incomprensibles al otro lado de la línea y luego la voz de Francesca saltó preocupada.

—Ranran, ¿de verdad estás bien?

—Sí, mi esposo está conmigo. No me pasará nada. Mao agarró la mano de Lin y la sostuvo con fuerza.

— ¿De verdad?

—De verdad.

— ¿De verdad, de verdad? ¡No me mientas!

¡Esposo, tu esposa necesita un castigo!Where stories live. Discover now