El baile de los celos:

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James y yo llegamos a la fiesta. Cuando entramos, la música, el alcohol, chicos besándose nos recibieron. Como cosa lógica, la música se podía escuchar yo creo que hasta Japón de lo alta que estaba. Y como aquí siempre los vecinos eran así, ni caso hacían.

Rápido, localicé a mis amigas en la barra. Amanda traía un vestido a juego rojo con Jenny y Emilia. Lorena traía un vestido negro con unas botas como las mías, Antonella un vestido amarillo y Sabrina un vestido fosforescente verde. Al lado mío, ellas parecían perfectas.

—Em... — carraspee viendo a James —Iré con mis amigas, gracias por traerme —Sonreí.

— ¿Les molesta si les hago compañía? — preguntó algo apenado.

Negué con la cabeza y tomé su brazo para guiarlo hasta donde estaban mis ellas. Rápido ellas me miraron y me sonrojé cuando Amanda me guiño el ojo en señal de "Epaaa".

— Chicas, él es el chico nuevo, James, nos va a hacer compañía — dije fuerte para que me escucharan.

—¡Hola! —dijeron todas al unisonó con felicidad y empezaron a presentarse una a una.

Me sentía cómoda con James. Y era la primera vez en mucho tiempo que eso pasaba, claro que Landom no aplicaba. Aun así, no entendía mucho como me podía atraer un chico como Azael, patán y orgulloso, a que no me gustase alguien como James. Digo, son solo cosas irónicas, no es como que James me guste apenas conociéndolo.

¿Verdad?

Lo miré, sus ojos, su cabello, sus tatuajes, su boca, su pirceing en la oreja izquierda. Y me sentía pequeña al lado de él definitivamente. Pero siempre había que admitirlo, James era bastante sexy, y eso me gustaba. Sus ojos se toparon con los míos por un momento y me volví a sonrojar.

¡Pareces un tomate!

Aparte la mirada y me tope con Amanda sonriéndome pícaramente.

—Amanda, ven —le dije tomándola del brazo— Volvemos ahora-Les aseguré y me llevé a Amanda a un lugar donde no se escuchase la música tanto.

Caminé hasta la parte atrás de la casa con ella y nos sentamos en unas bancas.

Me llené de orgullo. No me molestaba que mi amiga alías Amanda le dijera a un chico que me invitará a salir. Lo que me molestaba era que le diera mi dirección. Confiaba a ciegas en Amanda y sabía muy bien que no haría algo malo, pero no me gustó mucho que hiciera eso.

—¿Por qué le diste mi dirección? —pregunté suave sin mirarla.

Amanda supo que estaba un poco molesta, así que se tensó.

—Me dejé llevar, es que cuando me pregunto por ti yo... —la interrumpí.

—¿¡Qué!? ¿Preguntó por mí? — a miré rápidamente.

—¿No te lo dijo? —negué con la cabeza-. Vaya..., él punto es que se veía muy interesado en ti, Dove. Jamás quise molestarte, enserio- bajo la cabeza.

La acerqué hacia a mí y le sonreí.

—Jamás harás algo que me molesté tanto para dejarte de hablar- le dije sonriendo— Pero ya no des mi dirección a nadie, ¿okey? —levanté el meñique.

Ella rio y me abrazo.

—Lo prometo —dijo y apretó mi meñique con el suyo. Reímos juntas por tal tontería.

Nos quedamos hablando unos minutos antes de entrar de nuevo a la fiesta. Las chicas se habían puesto a bailar, algunas con sus novios y otras con chicos de por ahí. James aún seguía en la barra cuando volvimos. Amanda nos dejó solos y me senté en una de las sillas para descansar mis pies de esas botas mortales que llevaba.

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