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La psicóloga Ekman me miraba con una sonrisa mientras me hacia unas preguntas relacionada con mi día. Hace mucho que no había ido con ella y quería estar al tanto de todo, para saber si tenía ansiedad. ¿Cómo? Ni la menor idea.

—¿Has tenido ataques de ansiedad? ¿Nerviosismo, agitación o tensión?— me preguntó.

Pensé y traté de recordar todo.

—¿Cómo a que?— respondí.

—Mmm, bueno, como si fuera a pasar algo malo, nerviosismo, agitación o tensión— aclaró.

Sí... con Azael y el miedo que tengo de fallarle a James.

—Sí... con un chico que me atrae y mi chico— aclaré en un susurro.

Ella abrió los ojos como platos y escribió en una libreta lo que dije.

—¿Y quién es el chico que te atrae y tu chico? ¿Son la misma persona? —negué con la cabeza—. ¿Son dos personas?— asentí.

Suspiré con pesadez y sentí ganas de llorar en ese instante y lo hice. Derrame lágrimas en frente de la persona que había visto mi infancia por unos cuatro años.

—Lo siento— traté de calmarme—. Es que, es algo díficil.

—Oh no cariño, no te disculpes, estoy aqui para ayudar, vamos cuentáme, no se lo diré a tu madre si no quieres— asentí.

—Pues es un chico que esta en mi instituto, el que me atrae, y yo no quiero por que es igual a él, y él me hizo desconfiar de los hombres, usted sabe como me puse con Landom, apenas podía estar un minuto cerca de él, incluso no podía ni tocarme. Y todo iba bien— unas lágrimas se pasarearon por mis mejillas—, pero cuando tuve quince años todo empezó. Me empezó a atraer Azael y no quería. Llevo aguantando esto durante tres años y ya no puedo más, enserio. Ahora estoy saliendo con James y siento que hago mal en lo decirle como me siento. Siento que me van a herir otra vez y no estoy preparada para eso. 

—¿James es tu novio?— preguntó anotando.

—No, estamos saliendo, todavia no es nada oficial— le imforme.

—¿Y James sabe esto?— me preguntó.

Negué con la cabeza y ella apuntó en la libreta todo lo que decía.

—Me da miedo que lo sepa y no se... que me odie. Por que James si que me gusta, pero algo en mi interior, algo muy molesto, me dice y siente esa pequeña atracción por Azael— baje la cabeza.

—¿Azael es el que te atrae?— asentí.

Ella lo anoto y me di una servilleta para que me limpiará las lágrimas que había derramado.

Mi papá me había dejado muy frustrada, tanto, que casi me da miedo amar y eso la psicóloga lo sabe. No pienso que sea malo amar, es bueno, tiene sus ventajas y desventajas, pero cuándo decides darle confianza a una persona que sientes que te trae paz, confianza y plenitud, ahí algo que me dice que me va a lastimar, que jugara con mi corazón y mis sentimientos. Y eso es normal.

Y eso me pasa con James. Me gusta, me da confianza, paz y plenitud, pero cuándo se trata de confiar en él... es díficil. Para mi lo es. 

—¿Te puedo dar un consejo?— asentí suave—. Cuando le das confianza a alguien que de verdad se la merece y sientes que esa persona te hará bien. Debes dejarte llevar. Claro que ninguna persona es perfecta, te van a herir, lastimar, incluso traicionar, pero nosotros no somos perfectos, tenemos imperfecciones, pero si crees que James es una persona que de verdad le tienes confianza, deberias hablar de esto con él. Expresarte. Si se aleja, es que no te merece y claro, eso sí, se puede llegar a enojar, pero si se queda y te ayuda a enfrentar esto, si te merece.

Sus palabras me marcaron mucho, y sabía que te tenía mucha razón, todo depende de mi y de mis decisiones. 

—... y mientras el otro chico, la verdad es que, dejas que sus acciones te afecten. Debes tratar en lo máximo de olvidarlo, o...— hizo una pausa—, dejar tu pasado atrás como en un principio, tratar de confiar en ti misma y dejarte amar a las demás personas, es decir, que si decides por James debes tenerle confianza y confiar en ti misma de que vas a poder sobrepasar todo lo que viene, y si decides por tu cuenta querrer a Azael, debes apreder también a dejar el pasado. Por que no todos los hombres son iguales, tal vez uno de los dos es el indicado para ti, pero si no, aún asi debes superar tu pasado, por que estoy segura que todavia no lo haces ¿no?

Negué con la cabeza. Era cierto, no lo olvidaba.

—Y además— añadí—, Arthur volvió. Y con él, la primera vez que me desmaye. Y hablando de nerviosismo, me paso cuando lo vi después de siete años. La verdad es que es díficil verlo y no frustrarme. Me lo he encontrado tantas veces y me he sentido tan enojada, tan frustrada y todos los recuerdos me ha venido a la mente.

—¿Se te ha acercado?— me preguntó ella anotando en su libreta lo que decía.

—Si— le dije y ruedo los ojos de solo pensarlo—. Quiere intentar arreglar las cosas, pero sinceramente no puedo aceptarlo, él me hirió mucho y sé que esta arrepentido, lo notó, pero no puedo. No se de mi mamá o de mi hermano, pero por mi parte, sinceramente no puedo hacerlo.

Ella sigue anotando y luego toma agua para refrescarse. Miró a la ventana y recuerdo las veces que viné aquí, tratando de dejarlo todo atrás, las veces que ni siquiera quería hablar con la psicóloga y lo duro que fue cuándo le exprese lo terrible que me sentía.

Tal vez para mucho les parezca que es exagerado, pero sufri mucho en mi infancia, ver a mi mamá llorar en mi habitación cuándo nadie más la veía, ver a mi hermano apartarse de todos y sufrir por no poder acercarse a mi. Ver como mi "papá" me trataba de llevar con él a dar una vuelta o comer algo y yo rechazarlo, fue realmente frustrante para mi y para la edad que tenía. 

—Debes dejar el pasado atrás, pero esa es tu decisión y sobre a tu padre, sé que es un tema delicado, pero dale su tiempo, recuperate tu primero y luego decides si lo perdonas o no— iba a abrir la boca pero ella me silencio levantado un dedo—, cuando mejores lo piensas. La clave es dejar el pasado atrás y dejarte llevar. 

Asentí y la miré preocupada.

—¿Es decir que tengo ansiedad o no?

Ella me miró expresiva y supe que estaba preocupada por mi. Tomo mi mano y la acarició como hace años hacia cuándo era pequeña.

—Si, Dove, pero no es algo a lo que te debas enfocar, si te dejas consumir por la ansiedad, podría ser peor. Te resetaré unas pastillas que te tomarás por las mañanas, todos los días, para tratar de evitar los ataques de ansiedad ¿de acuerdo?— me dijo dulce.

—De acuerdo— le dije con una sonrisa amable—. Gracias.

—De nada, para eso estoy. Ahora hablaré con tu madre, nos esperas en la sala de espera ¿de acuerdo?— asentí y me levanté para irme del consultorio y que mamá entrará.

Autora: 

Marratón: 6/11.



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