89: Calidad de maldad

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No eran las piernas, eran los muslos los que la estaban matando del dolor.

Notaba su intimidad ardiendo y su pezón izquierdo irritado totalmente.

Suspira, manteniéndose sentada en la cama ante la incapacidad de levantarse por el miedo a estar dolida.

Fred no está en la cama, y las cunas están vacías, así que Ylenia supone que están desayunando, no sabía la hora, pues el reloj que el pelirrojo tenía en la habitación estaba parado siempre en la misma hora; Las doce y veinticuatro de la madrugada.

¿Adivinan?

Sí.

A Fred le gustaba tener el reloj en esa hora parada, decía que el entrar a la habitación y ver la hora era acordarse del primer beso que le dio a su, ahora prometida, lo que le sacaba una sonrisa siempre que quería saber la hora y no podía.

Ylenia sonríe levemente al ver el reloj, y sigue suspirando, con la esperanza de que alguien entre a la habitación y la saque de aquel dolor constante que yacía en sus muslos.

Y parece que Merlín la escuchó, porque alguien entró por la puerta.

Un pelirrojo despeinado y sin camiseta, cierra la puerta con uno de sus pies ya que sus manos están ocupadas en la bandeja que trae en sus manos.

Deja la bandeja en la cama y se sienta al lado de la chica.

-Hola- dice el chico.

-Hola- Ylenia sonríe cuando ve la bandeja de comida -. Uvas, tostadas, té, yogurt y galletas de chocolate, ¿que he hecho? ¿Qué celebramos?

-Que te quiero.

La Lupin deja escapar una dulce risa.
-Yo a ti más, Fred.

-No- el nombrado se acerca a dejar un beso casto en sus labios, haciéndola callar -, y no pienso discutirlo otra vez.

Ella ríe, agarrando comida para saciar su hambre.
Y habla cuando deja de masticar.
-Hazme la poción para...- mira sus piernas y él alza las cejas - ya sabes.

-No, no sé.

-Fred.

Sigue haciéndose el iluso.
-¿La poción para qué?

-Fred- suspira con fastidio -... para el dolor, ya sabes.

-¿Para el dolor de qué? ¿Qué te ha pasado?

Ylenia voltea los ojos -Engreído- murmura -. Para el dolor de piernas, Fred, para el dolor de piernas.

-Oh- él asiente -, ¿te duelen? ¿Has estado haciendo ejercicio?

-Sí, ejercicio... algo así.

El pelirrojo se inclina para dejar un beso en sus labios, y ella lo recibe gustosa.

-¿Y todo esto por la follada de ayer?- murmura soltando una risita - Pues voy a tener que hacerlo más a menudo...

-No seas tonta- uno de sus dedos acaricia el mentón de la castaña, que lo mira con una sonrisa mientras él habla -, no me hace falta eso para cuidarte.

-Lo sé.

Sonríe, subiendo la mano para colocar un mechón despeinado detrás de su oreja.
-Aunque sí, lo tienes que hacer más a menudo- bromea y ambos sueltan una risa.

-¿Dónde están los niños?

-Se los ha llevado tu padre- informa -, a desayunar con Marlene y Ed- ella asiente -. Me ha dicho que luego se pasarían por San Mungo a visitar a Teddy- dice cambiando su expresión y agarrando una de las manos de su chica, pues sabía que era un tema sensible, y lo trataba como tal -. Se pasarán por aquí antes para dejar a los bichos, así que ya sabes, deberías ir con ellos.

Perfidia || FW || +18Where stories live. Discover now