Capítulo 47

1.2K 79 31
                                    

—¡No puedo creer que te haya regalado semejante anillo! ¿Entonces esto va enserio? —preguntó Maite mientras me sostenía la mano para ver en detalle el círculo plateado que vestía mi dedo.

Era viernes por la tarde, habíamos venido a tomar algo a un bar luego de que hubiera salido de la empresa. Ethan y Maite me habían obligado a contarles, nuevamente y en detalle, cómo nos habíamos comprometido.

—Lo que yo aún no me creo es que estemos en un bar con dos monos custodiándote, ¿de repente te has convertido en Lady Di o qué? Necesito conocer a ese hombre y ver si, además de ser el sueño que cuentas que es, está tan bueno como me lo imagino —exclamó Ethan mientras miraba tras el ventanal del bar a Tom y Fiodor, los profesionales que, a pedido de Bryan, me echaban un ojo para asegurarse de que nadie me siguiera ni atentara contra mi integridad física. Me parecía una estupidez y todavía me costaba hacerme a la idea, pero era verdad que casi no notaba que me acompañaban a todos lados. Bryan me había dicho que si quería hasta podía tomarme un bus o caminar, pero que ellos siempre estarían pisándome los pasos y que solo le dirían a dónde había estado si alguien nos seguía. A decir verdad, me importaba un comino que supiera a donde iba.

—Es el hombre más guapo que vas a ver en tu vida —dije más enamorada que nunca y ellos rieron al verme hecha una tonta—. Me encantaría que lo conocieran. De hecho, podría organizar una salida. En cuanto a esos «monos», como tú dices, ya les expliqué que son por seguridad. Sigo pensando que es exagerado, pero Bryan dice que lo han amenazado y que fue recomendación del abogado que su círculo íntimo anduviera con protección —me encogí de hombros—. Es raro, pero quiero que esté tranquilo.

—Me parece perfecto, no cuesta nada hacerlo feliz si lo que te pide es que estés segura. Estoy tan feliz por ti, Mía. —Maite me tomó ambas manos y me sonrió. Estaba más risueña que de costumbre, la mirada le brillaba más que siempre y tenía una sonrisa permanente en el rostro.

—Comienzo a dudar de que mi suerte sea lo que te tiene así de feliz.

—También yo —exclamó Ethan y se metió la pajita en la boca mientras absorbía el trago y la miraba con ojos inquisidores.

Se la notaba un poco incómoda, como si quisiera contarnos algo importante y a la vez no supiera cómo hacerlo o si era el momento indicado. —Si tienes algo que decirnos, hazlo. Noto que algo te inquieta ¿Qué crees que te podríamos decir Ethan o yo? —aseguré. Quería darle confianza.

Maite lo dudó unos segundos y luego de pasar sus ojos por nuestros rostros, resopló y se acomodó en el taburete, como si le hiciera falta preparar también el cuerpo para largar lo que iba a largar.

—Hace unos días... —cayó unos segundos que proporcionaron suspenso y luego arremetió— perdí mi virginidad con Dash.

Ethan, que estaba con la pajita en la boca, comenzó a toser y tuvo que taparse la boca para no derramar la bebida mientras trataba de pronunciar un «¿Quéee?» sin ahogarse.

—¿De verdad? —pregunté sorprendida, luego de unos segundos. Maite asintió con la cabeza mirándonos con preocupación. Un amigo ahogado y una amiga casi muda habrían asustado a cualquiera. Sonreí para quitarle hierro al asunto. —Pero ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿están saliendo?

—Parece que Mía se ha olvidado de cómo se folla, Maite, saltéate el «cómo» y contesta directamente si están saliendo —apremió Ethan, cuando ya no tenía nada en la boca. Lo golpeé en el hombro.

—Con el cómo me refiero a cómo fue que sucedió si apenas se estaban comenzando a hablar de nuevo. —aclaré.

—No sé cómo pasó. Hablamos mucho y, como sabrán, él ha terminado con Melissa. Ya había suficiente confianza entre nosotros y un día me invitó a su casa a cenar y una cosa llevó a la otra. —Ethan y yo la escuchamos atentos. Parecía avergonzada por hablar de algo tan íntimo, pero a la vez se notaba que quería compartirlo con alguien y estuve feliz de que nos hubiese elegido.

Escandalosa tentaciónWhere stories live. Discover now