Capítulo 37

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—Vamos cariño, comete el desayuno. Si no empiezas se te hará tarde y no quiero que salgas con el estómago vacío. —Mi abuela me acarició la mejilla y me observó con pena mientras yo miraba el plato, pensado en cómo iba a comer algo cuando tenía el estómago cerrado a cal y a canto.

Anoche le había dado un susto de muerte al aparecerme a la madrugada hecha un mar de lágrimas en la puerta de su casa. No habíamos pegado ojo en toda la noche. Había querido ocultarle el motivo por el que estaba así, pero me fue imposible. Mi abuela no me iba a aceptar un secreto más y dado que lo primero que pensó era que mi estado tenía que ver con ese exnovio que me había inventado, no iba a permitir que me siguiese quedando callada, así que tuve que contarle todo. De todas formas, mi madre la llamaría y le contaría su versión de los hechos.

«Ya decía yo que había algo raro en todo ese asunto de tu ''novio'' y la supuesta ruptura que te inventaste hace unas semanas».

Me había dicho tras dar el suspiro de su vida, mientras le contaba que este desastre había surgido porque mi madre se había enterado de que estaba con alguien mucho mayor que yo. Cuando mi abuela exigió saber quién era él, le dije que no quería decírselo.

Entonces, empezó a preguntarme por Coni, le extraño que no hubiese acudido a mi amiga primero, ya que raras veces yo elegía darle problemas a ella. Sabía que me daba miedo darle disgustos. Tuve que contarle que estábamos en una situación delicada y mi rostro habrá hablado por mí, porque en seguida lo supo. Me preguntó seriamente si el hombre del que estaba enamorada era el padre de mi amiga. Mi silencio se lo confirmó.

«Si lo pienso bien, no es de extrañarse, algo raro se sentía entre ustedes cuando los vi interactuar en su fiesta de graduación».

Me había dicho luego de guardar silencio.

Me sorprendió su reacción. Imaginé que me iba a decir las mismas cosas que mi madre: que Bryan me estaba utilizando y se estaba aprovechando de mi "ingenuidad", que era una tonta, que no sabía lo que hacía..., pero no. Tana no dijo nada de eso.

Me preparó un té para tratar de tranquilizarme y empezaron las preguntas. Le contesté como pude a todas, sabía que si no lo hacía no me permitiría quedarme. Fue así cómo se enteró de todo, de cómo había conocido a Bryan, cómo había empezado nuestra relación y como había terminado enamorándome de él. Al principio sentí mucha vergüenza, pero el que me escuchara sin emitir juicio alguno me ayudó a poder decirle todo. Cuando terminé de hablar y llegué a los sucesos de anoche, me preguntó cual había sido la reacción de Bryan y cómo serían las cosas a partir de este momento.

Lamenté no tener una respuesta para esa última pregunta. Mi abuela me dijo que seguiríamos hablando al día siguiente y me mandó a descansar, pero no había podido hacerlo.

¿Cómo iba a dormir cuando mi vida estaba hecha un completo desastre y me inundaba la incertidumbre?

Y aquí estaba. Hoy tenía que presentarme a trabajar hecha una piltrafa y esperar para poder hablar con él. Ni siquiera sabía qué iba a pasar con Coni, que aún no se había puesto en contacto conmigo.

Me decidí a tomar un poco del café calentito que había hecho mi abuela para que me dejara irme. Antes de salir de su casa, me abrazó y me pidió que estuviera tranquila. Le advertí que tendría que ir a mi casa a buscar a mi gato, mi ropa y computadora. Ya después vería qué haría, por el momento necesitaba estar lejos de esa casa.

Al llegar a la facultad las ojeras y mi cara de velorio no les pasaron desapercibidas a mis amigos, quienes enseguida me preguntaron qué demonios me había pasado.

—¿Te han caído los diecinueve años todos juntos o qué? —Preguntó Ethan con cara sorprendida— Luces fatal.

Vi como Maite le daba un codazo en las costillas y le echaba una mirada de desaprobación.

Escandalosa tentaciónWhere stories live. Discover now