Capítulo 53

864 59 21
                                    

Frío.

Era la única palabra que tenía en mente, lo único que sentía en el cuerpo y que no deba lugar a pensar en otra cosa. Tenía frío.

No había dejado de sentirlo desde que me había despertado en aquel lugar, y el jardinero que llevaba puesto tampoco ayudaba mucho, era amplio y nada abrigado. El lugar tenía demasiada humedad y yo estaba destemplada y asustada, por lo que no paraba de temblar. Me hubiera encogido para tratar de calentarme con mi propio cuerpo, pero no podía, puesto que aún tenía las manos y las piernas atadas.

Miré a mi alrededor y noté que habían tapado la única ventana que había en el lugar. Estaba ubicada a lo alto de la pared y era muy pequeña, pero al menos me había servido, durante todo el tiempo que llevaba aquí, para ver un rayo de luz. Eso y el hecho de haber estado dormida horas antes bajo los efectos de la droga me había hecho perder la noción del tiempo.

Me había quedado casi sin voz tras gritar pidiendo auxilio lo que me habían parecido horas. Sin embargo, nadie se había acercado a ayudarme o siquiera a callarme. Lo único que había logrado era lastimarme la garganta y que, a modo de castigo, el tipo que me vigilaba y me había traído la comida y el agua no quisiera desatarme para nada. Además, me había negado a comer y beber, lo cual me había provocado resequedad en los labios, que ya tenía cuarteados.

«Vas a morirte de sed y de hambre. Te recomiendo no ser caprichosa. Ya verás como te comes esto la próxima vez que venga», me había dicho el hombre, alto y calvo, que había venido solo dos veces o al menos esas habían sido las únicas veces en las que había estado despierta. Y había tenido razón. En la segunda visita que me había hecho no pude negarme a beber. O tomaba lo que me ofrecía, siendo consciente de que podía estar drogándome, o me moriría de sed.

El ruido de unos pasos acercándose hizo que tratara de encogerme aún más, olvidando mi imposibilidad para moverme. Si hubiera podido, me hubiese llevado las piernas al pecho y hubiese escondido la cara.

La puerta de chapa hizo un ruido fuerte y segundos después apareció el mismo tipo alto y fornido de antes. Llevaba una botella de agua y lo que parecía ser un sándwich.

Tenía barba y tatuajes que iban desde el cuello hasta los brazos. Comencé a rechinar los dientes mientras lo veía acercarse a mí. Su aspecto me daba miedo, pero el saber que era el dueño de mi libertad me aterraba.

Cuando lo tuve enfrente, abrió la botella y me la acercó a la boca. Su cara de odio me dejó en claro que no estaba de buenas. A través de su mirada dura y oscura pude darme cuenta de que jamás iba a obtener una mínima acción de empatía o el más mínimo favor de su parte.

Pese a no querer tocar nada de lo que me traía, tuve que tomar el agua de todas formas. Tenía mucha sed y ya no podía controlarla.

Tomé desesperada, como si aquel trago que me ofrecía me fuera a devolver la vida. Y en parte así era.

Sentí cómo el agua escapó por las comisuras de mis labios mojándome la ropa. Aquello hizo que el frío se intensificara, pero no me importó, el frío había pasado a segundo lugar.

Dejé de beber y lo miré a los ojos, juntando valor. —Necesito que me desates —le dije con una voz tan ronca que me costó identificar como la mía.

—Ya has ido al baño horas antes —contestó molesto, recordándome la vez en la que me había tapado los ojos con un pañuelo y me había llevado a orinar a un retrete viejo y sucio que había a pocos metros del agujero en el que me tenían.

—No te estoy pidiendo orinar. Te estoy diciendo que necesito que me sueltes, por favor. Estoy muy adolorida e incómoda. Si voy a estar aquí, al menos déjame un poco de movilidad. Desátame unos minutos, no soy un animal, no he hecho nada malo, ¿por qué me tienen aquí? —mis ojos se inundaron de lágrimas y comencé a llorar odiando mostrarme así, mostrarle debilidad. No había dejado de pensar en mi familia, en mi pobre abuela, en lo preocupada que estaría por mí. ¿Y si le pasaba algo por mi culpa?

Escandalosa tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora