Capítulo 1

7.4K 207 6
                                    

Las vacaciones de invierno habían comenzado oficialmente hacía ya algunas semanas y estaba preocupada porque todavía no tenía un plan para los días que me quedaban del receso escolar de mi último año de instituto, una vez pasadas las festividades no tenía nada para hacer y todo se volvía más aburrido. Para ser sincera quería que comenzaran las clases nuevamente, era mejor que estar aquí. Y por pensar así la gente siempre mencionaba que, a pesar de tener dieciocho años, era dueña de una mente extremadamente madura y que no parecía una chica de mi edad. Para ser sincera no podía decir que estuvieran del todo equivocados. 

No me interesaban mucho las fiestas y la verdad es que la mayoría de los jóvenes de mi edad me consideraban una chica aburrida. Las pocas veces que había hecho algo más que estudiar y dedicarme a los quehaceres de mi casa mientras mi madre trabajaba era porque mi mejor amiga, Constaza Smith me obligaba a despegarme de mi rutina. Coni era muy extrovertida, pícara y atrevida y eso a veces nos metía en algún que otro lío, pero también me hacía sentir viva, éramos como la hermana que ninguna de las dos había tenido y agradecía a la vida el haberla encontrado.

El sonido de mi móvil me sacó de mis pensamientos, hablando de Roma...

Ey, traga libros, que decidiste hacer entonces? Vienes a la fiesta en casa de Alex 🤔?

Había estado tan enfrascada en mis cosas que me había olvidado por completo la fiesta que Coni me había mencionado miles de veces el día antes de comenzar el receso. No tenía ganas de ir, la última vez que había ido a una fiesta de esas había terminado tratando de escapar en medio de un montón de ebrios, esquivando vómitos y rogando a Dios que llegara la bendita hora de irme. Conocía a Coni y sabía que si le decía que no iría empezaría a fastidiarme. Además, era inútil inventarme alguna excusa, ella era mi mejor amiga y me conocía demasiado bien. Resignada comencé a teclear una rápida respuesta:

Hola, mini Barbie, mira, la verdad es que tengo tantas ganas de ir a esa fiesta como tú de faltar, tengo alguna chance de que me permitas no asistir??

Recibí el pitido con la respuesta al instante.

Ya me conoces, la respuesta es no ;) está noche a eso de las 21 paso por ti, te quiero bieeen sexy, ya es hora de que vayas dejando los hábitos! Byee. Te amo.

Sonreí acostumbrada al humor de mi amiga, siempre éramos sinceras la una con la otra y Coni siempre me recriminaba que nunca tuviera a un chico. Me había acobardado después de las primeras experiencias con las citas y los besos. Mi primer beso había sido un completo desastre, no terminaba de decidir quién lo había hecho peor, si el pobre friki que me lo había dado o yo que no tenía idea de qué demonios se hacía con la boca. ¿Tenía que moverla?, ¿meter la lengua?, ¿era normal que alguien que trataba de besarte metiera también tu nariz en su boca?, estaba segura de que no.

Luego de esa y otras dos experiencias más que fueron fallidas decidí plantar bandera y aceptar que era un desastre en temas del amor. No había chico que me atrajera lo suficiente, Coni solía decirme que había llegado al mundo con el chip del erotismo y la sexualidad apagado y que necesitaba urgente encontrar a alguien que lo encendiera porque me estaba perdiendo lo mejor de la vida.

Aunque al ver las desastrosas parejas que llevaba mi madre a casa cada vez que se ponía de novia me hacía poner en duda las palabras de mi amiga. Un perdedor peor que el otro, dudaba que alguno hubiera tenido un trabajo fijo. Ni hablar de mi propio «padre» quién al parecer había decidido que mi madre y yo éramos poca cosa para él y había decidido marcharse cuando tenía cinco años.

Sí, Sarah los escogía bien...

Decidí ponerme a limpiar antes de que se hiciera la hora de prepararme. Luego de tener todo en orden, abrí mi placard y encontré el mismo vestido negro que me había puesto para la última fiesta a la que había acompañado a Coni. Era el único que tenía para ocasiones como estas ya que nunca iba a fiestas. Amaba mis jeans y mis converse, ese outfit era el que siempre usaba para salir a donde fuera. Opté por un maquillaje sencillo y me metí en mi vestido. A eso de las nueve escuché la bocina del auto de mi amiga avisándome que ya estaba aquí. Le envié un mensaje a mi madre haciéndole saber que me iba. Estaba en el trabajo, era camarera y a veces volvía tarde, dependiendo del horario que le asignaran. Cuando salí de mi casa el frío me caló los huesos, rápidamente abrí la puerta del copiloto y subí.

Escandalosa tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora