Capítulo 48

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BRYAN

Joder, esto no me podía estar pasando a mí. El cuerpo me temblaba como si hubiera estado corriendo una maratón. Acababa de salir del estudio de Hart cuando Juliet me llamó para informarme que la única persona con la que jamás hubiera imaginado encontrarme en la empresa me estaba esperando nada más y nada menos que en mi oficina.

Llevaba años, toda una vida, para ser más preciso, tratando de olvidar mi pasado y la gran carga que llevaba sobre mis hombros. Tratando de olvidar que había sido y seguía siendo un hijo de puta. Y cuando por fin comenzaba a lograrlo, cuando tenía a alguien al lado que confiaba en mí, que veía algo bueno en mí, alguien con quién compartir mi vida por primera vez en años, todo volvía a cagarse.

El ascensor llegó a mi piso y fui directamente a la oficina de Juliet, quién se levantó de inmediato del sillón al verme entrar.

—Bryan, ¿qué coño ha pasado? ¿Cómo es que ella está aquí? ¿Tú la has mandado a llamar? —Preguntó con incredulidad. Lucía abatida y aún impresionada.

—Claro que no, joder. Yo no he mandado a llamar a nadie. Y tú, mejor que nadie, deberías de saberlo.

Me observó mientras miraba cómo me servía de lo más fuerte que tenía en su minibar y me alcanzó su vaso para que hiciera lo mismo.

—No entiendo —pronunció confundida —ella ha dicho que alguien del estudio la ha citado aquí porque tú así lo habías pedido.

El líquido ámbar me quemó la garganta. Me serví otra copa y la miré a los ojos. De seguro pudo ver el estado en el que me encontraba. Fuera de mí y cagado, muy cagado.

—No entiendo qué mierda ha pasado, pero no me queda más que averiguarlo. He venido del bufete de Hart y jamás mencionó que alguien la haya contactado. Es más, pedí discreción absoluta desde el principio y me consta su prolijidad.

Juliet me quedó mirando unos cuantos segundos antes de volver a hablar. —Yo... no me esperaba que estuvieras tramitando el divorcio. Después de todo este tiempo, creí que ya te daba igual. —Me miró, pero al ver que no respondí nada, le dio el último trago a su copa y continuó— ¿Qué vas a hacer? Aún sigue allí, esperándote.

Me terminé el trago de un tirón. —¿Qué más puedo hacer? Iré a averiguar qué mierda quiere. Si ha venido hasta aquí, quiero saber a qué y por qué ha decidido hacerlo justo ahora. Si hay alguien que deba esconderse después de todo, es ella, no yo.

Dejé el vaso en el mueble y me dirigí a la puerta.

—Estaré aquí si me necesitas —pronunció mirando a la nada—. Si para mí ha sido un golpe verla, no me imagino cómo te dejará a ti.

Asentí en forma de agradecimiento y salí a mi oficina. Antes de entrar hablé con Lucy.

—¿Y Maurice? —Aún no lo había visto ni me había intentado contactar, aunque ya no éramos amigos no esperaba que se hubiera borrado.

—Estaba aquí, pero ha salido luego de hablar con Juliet. Bryan, esa mujer ha puesto todo patas para arriba, ¿quién es? —su preocupación era obvia y en otro momento le hubiera dicho algo para tratar de tranquilizarla, pero no tenía cabeza para lidiar con nada más. Ignoré su pregunta.

—¿Cómo estaba Mía cuando se fue? —era lo único que había querido saber desde que había entrado, pero también lo único que no estaba listo para escuchar. Juliet me había dicho por teléfono que Mía ya no estaba en la oficina. Enseguida me había puesto en contacto con los de seguridad, pero no tenían ni idea de que ella había salido. Les había dicho que trataran de ubicarla en los lugares que solía frecuentar y que cuando la encontraran me lo hicieran saber. Necesitaba asegurarme de que estuviera bien. Joder, otra vez mi vida volvía a ser un caos.

Escandalosa tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora