Capítulo 19

3.2K 189 54
                                    

Me desperté de mi corta noche de sueño a las 10.00 am. Aunque solo había dormido alrededor de seis horas me sentía como si hubiera descansado en una nube de algodón una eternidad. Hacía mucho que no tenía un amanecer tan bueno.

Me senté en la cama tratando de despertarme del todo estirando mi cuerpo. Una sonrisa apareció en mi rostro cuando recordé lo mágica que se había convertido mi noche gracias a Bryan. Definitivamente quería a ese hombre a mi lado, era lo más guapo y divertido del mundo y además, jamás me había sentido tan protegida y segura en toda mi vida como lo había hecho anoche con él.

Con una sonrisa de mejilla a mejilla finalmente me levanté y luego de ir al baño y asegurarme de estar mínimamente presentable salí a la cocina. Olía a huevos revueltos y había café y chocolate -este último mi favorito- hechos. Además estaba encendida la radio. Mamá debería de estar por aquí. Busqué mi taza para desayunar y mi vista se detuvo en el jarrón que aún tenía las rosas que me había traído August la noche pasada. Sin pensarlo las tomé y las tiré a la basura. Lo sentía por ellas, pero no quería nada que me recordara a ese idiota. Me serví chocolate y me senté en la mesa mientras revisaba mi móvil al que no le había prestado atención desde que había despertado.

Coni: Mía, qué sucedió? Tengo un par de llamadas perdidas tuyas, te encuentras bien? Por favor llámame!

Ese era uno de los tantos mensajes que tenía de mi amiga. También me había llamado muchas veces. Decidí avisarle que estaba bien, que no se preocupara con un mensaje. No tenía ganas de estropear mi día llamándola y recordando lo mal que lo había pasado anoche mientras había estado parada en un lugar que no conocía a altas horas de la noche.

-Ah, bueno, ¡pero si ahí estás! Anoche no te oí llegar Mía. ¿Cómo ha ido todo? ¿a qué hora volviste? Me quedé dormida esperándote -apareció Sarah con una sonrisa.

-Siento no haberte avisado, llegué temprano como me pediste, a las 2:00. August me trajo hasta aquí. La pasamos muy bien -mentí y para dejar de hacerlo me llevé la taza a la boca. El chocolate estaba delicioso.

-Ay, pero cuéntame más. Aún queda tiempo hasta que me vaya -exclamó luego de mirar su reloj de muñeca.

-No hay mucho que contar. El baile estuvo muy bien, bailamos mucho, comimos mucho, ya sabes. Fue muy... lindo -seguí mintiendo. Sabía que ella quería escuchar eso- Tenías razón, si no hubiera ido, me hubiera arrepentido.

-Me alegra que lo hayas pasado bien cariño, viendo que no me quieres dar detalles tendré que conformarme.

Aquello me tranquilizó, si Sarah se ponía muy preguntona empezaría a ponerme nerviosa.

Mis ánimos de tener un lindo día se vinieron abajo cuando apareció Charlie y se dirigió a la cafetera. No sabía que estaría allí, debía haber llegado anoche después de que me fuera al baile.

-Buenos días Mía -dijo mientras se acercaba a la mesa- Buenos días amor -antes de sentarse le dio un beso en la mejilla a Sarah.

-Buen día -sonrió mi madre, estaba tan enganchada de ese tipo que no veía lo oscuro que era.

-¿Y bien, cómo fue tu noche, graduada? Por cierto, felicidades Mía, no tuve oportunidad de decírtelo, hace mucho que no nos vemos -bebió un sorbo de café mientras me miraba por el filo de la taza.

El muy cabrón se hacía el amable, no quería dirigirle la palabra pero mi madre estaba adelante ¿Cómo justificaba lo que a sus ojos sería una grosería por no contestarle?

-Estuvo muy bien -respondí seria y seca, me estaba por levantar de la mesa cuando mi madre me tomó del brazo.

-No has terminado tu desayuno Mía. Dijimos que ibas a cuidar más tu alimentación, termínalo -y se acercó más a mí para decir lo próximo- y trata de ser más amable hija.

Escandalosa tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora