Capítulo 35

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Le di de manotazos al despertador para acallarlo. La noche anterior me había ido a dormir demasiado tarde por tener que quedarme hasta altas horas conectada online con Maite y Ethan para terminar uno de los últimos trabajos prácticos grupales.

Habían pasado casi tres meses desde el inicio de clases por lo que ya casi estaba terminando la primera parte del semestre. Debía reconocer que ser universitaria me encantaba, pero joder, ¡qué agotador era!

Puse todo de mí para despegar la cara de la almohada y salir al mundo.

Me duché lo más rápido que pude para tratar de despertarme. Guardé mis cosas en el bolso, saqué una botella de yogur del refrigerador para ir bebiéndomela en el camino, y me fui como alma que corre el diablo.

Al llegar a la universidad ya me estaba esperando Maite que tenía una cara de nervios imposible de ocultar. Estaba sentada en una de las banquetas que componía el hermoso parque de UCLA. Cuando me vio, levantó el brazo y lo sacudió de manera enérgica.
Una vez  juntas, comenzamos a caminar hacia el aula.

—Sé que hemos hecho un buen trabajo, pero de todas formas tengo miedo —comentó —Y que Ethan no llegue me pone aún peor ¿dónde demonios se ha metido?

—Es Ethan, jamás llega temprano, de seguro debe estar en camino. Relájate, ¿vale? —Intenté infundirle valor, pero no pude hacer más que eso. Maite y yo eramos igual de histéricas con todo lo que tuviera que ver con el estudio y al igual que ella, cada vez que Ethan se retrasaba, entraba en pánico. Nos sentamos en nuestros asientos y repasamos el trabajo. El profesor Mainstrem, de Introducción a la Comunicación, nos había hecho hacer un proyecto sobre la comunicación en las Organizaciones. Nuestro grupo era el tercero en exponer.

Ethan terminó llegando cinco minutos tarde. Su cabello rubio ceniza estaba recién lavado y las ojeras que desprendían de sus ojos nos dejaban en claro a todos que apenas había dormido. Algo que era normal en él. Por lo que había aprendido hasta el momento, entre la universidad y las fiestas a las que asistía no le quedaba mucho tiempo para el descanso. De no ser porque sus padres tenían dinero y pagaban su piso y sus gastos, ese ritmo de vida sería algo que no podría sostener si tuviese que dedicar su tiempo a trabajar, además de a estudiar.

El profesor nos hizo sufrir en la exposición, especialmente porque ya tenía a Ethan en la mira desde el primer día y siempre que podía exigirle al grupo el doble, lo hacía. Pero aún así todos logramos dar una excelente exposición y sacar una nota más que decente.

—Esto es algo que hay que celebrar, tenemos libertad en esta materia al menos por unos días.

—¿Celebrar?, ¿todavía te quedan energías para seguir de fiesta? —preguntó Maite impresionada.

—Eso no tienes ni que preguntarlo nena —le dijo guiñándole el ojo. Maite negó con la cabeza incapaz de entender a su compañero.

—De todas formas —agregué sonriente— permíteme recordarte que aún no eres libre, estamos a dos semanas de los exámenes. Luego, cuando se acerque la fecha de Navidad, que por cierto te recuerdo que para eso falta algo así como un mes, podrás soñar con ser libre... un par de días.

—Ay, ¿podrías no ser tan aguafiestas?, gracias de antemano. —Exclamó, haciéndome reír. De repente, pegó un alarido— ¡Miren quién viene ahí, el novio de Maite!

Ambas dirigimos la mirada hacia donde estaba posada la de Ethan y Dash apareció en nuestro campo de visión. Venía charlando con uno de los chicos de su equipo de fútbol. Los dos traían la ropa deportiva sucia, lo que nos daba a entender que recién salían de entrenar. El partido se acercaba y las practicas se duplicaban. Cuando Dash levantó la cabeza nos vio a ambas y nos dedicó una sonrisa genuina. En especial a Maite. En estos últimos meses, ambos se habían vuelto cercanos gracias a que compartían un taller. Cuando nuestra amiga nos contó a Ethan y a mí la novedad, él no dejó de molestarla con eso. Era obvio que la rubia tímida estaba más que interesada en el deportista popular que además, estudiaba leyes.

Escandalosa tentaciónWhere stories live. Discover now