"¿Que tan lejos estarías dispuesto a llegar por cumplir una promesa?"
"Es la pérdida, aquello que nos motiva a ser mejores cada día. Son las promesas rotas, lo que nos impulsa a hacer realidad los deseos que no fueron cumplidos. Es el quebranto de l...
Nota: para mas ambientacion, busquen, as it was de harry styles, y repitanla hasta el final del capitulo <3
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–No tienes por qué preocuparte- fue la frase que se hizo presente en el entorno, retumbando en los oídos de la menor –Puedes preguntar lo que quieras, Inosuke y yo te vamos a responder- No supo si fueron las palabras pronunciadas por la mariposa mayor, o sus agradables caricias, tal vez su profunda y hermosa mirada, o quizá la tranquilidad que le transmitía, aquello que logro calmar sus incontrolables nervios, relajando sus impulsos y pensamientos, logrando cortar la pesada tensión de una vez por todas.
Los minutos pasaban, los hermanos cruzaban una que otra mirada, a la espera de cualquier ruido proveniente de la pequeña. Tal parecía que a pesar de conseguir apaciguar su frenético subconsciente, la pelirroja se negaba rotundamente a mediar palabra, tal como si una mordaza evitara que abriese la boca, apretando cada vez más fuerte en cada intento, dejando que solo mostrase una ladeada sonrisa, que solo denotaba una ligera incomodidad, pero una notoria vergüenza.
-Escucha- vocalizo el ojiesmeralda, suspendiendo de manera rápida y concisa el colectivo silencio, logrando que la atención de ambas se posara en el -está bien que no nos tengas la confianza suficiente- le aseguro, al tiempo que le dedicaba una ladeada sonrisa, y de igual manera acariciaba su anaranjado y ligeramente ondulado cabello -no tienes que hablar si así no lo quieres, pero cuando estés lista, no dudes en...-.
-HASHIBIRA-SAN- fue interrumpido abruptamente por la mariposita de broches rosáceos -¡VENGA A VER!-.
-¡QUE DEMONIOS QUI...-
-¡ME SALIO LA POSTURA QUE NOS ESTABA ENSEÑANDO!- Lo cayo nuevamente la menor, antes de que pudiese vociferar la más mínima de las groserías, señalando al tiempo intensamente la espada de madera con la que tanto había estado entrenando, y el muñeco de madera al que iban dirigidos los ataques.
-¡OH!- exclamo con asombro el joven salvaje -¿¡EN SERIO!?- cuestiono levemente, agitando sus brazos en señal de aprobación -¡YA VOY!- divulgo, mientras se paraba de manera fugaz, dispuesto a correr en dirección al entrenamiento, no sin antes dedicar una mirada a las dos féminas sentadas en el porche -¡ya vuelvo!, ustedes sigan hablando, ¡estoy seguro que se entenderán bien!- apunto, dirigiéndose al jardín. Sus palabras no eran en vano, después de todo, tanto la azabache como la pelirroja compartían una serie de características en común, entre ellas su timidez, su dificultad para interactuar con cualquiera, su intenso pero hermoso mirar, sin dejar de lado su singular aura de quietud.
La niña le siguió con la mirada, sin perder su vista sobre él, con los ojos llenos de duda, pero sin el valor suficiente para cuestionarlo. Mantenía la incertidumbre rondando su mente, se la guardaba para sí misma, trataba de actuar como si no existiera, como si no estuviese presente; desde muy pequeña le enseñaron a ser respetuosa, guardar silencio cuando los adultos hablen, no opinar, no preguntar, no cuestionar absolutamente nada, seguir las ordenes como se lo mandan, sin dudar de ninguna forma. En sus propios recuerdos, una profunda pero femenina voz le ordenaba guardar silencio, y no desobedecer bajo ninguna circunstancia, y si no le ordenaban hacer algo, simplemente no lo haría.
