13| Número uno

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Mini maratón 1/3<3

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Mini maratón 1/3<3

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Acomodo mi cabeza sobre el brazo de Oliver mientras que dejo que él juegue con los cabellos que me caen por la frente; él toma pequeños mechones y los envuelve alrededor de su dedo para después soltarlos, no sé qué es lo que le resulta tan entretenido, pero una vez que comenzó a tocarme el cabello no ha parado. Estamos cara a cara, acostados en su cama, si no le he dicho que se haga a un lado es solo porque tal vez no quiero que se aparte.

No solo porque ya he sido bastante grosero con él, sino porque en esta ocasión quiero seguir de este modo por al menos un momento: él acariciando mi cabello a la vez que me mira fijamente en silencio sin que nada más importe. Yo también lo miro y no me detengo a pensar en algo más que no sea Oliver. Me gustaría congelar estos instantes a su lado y que toda la frustración, coraje y miedo que siento sean arrastrados por una ola.

Una enorme ola llamada Oliver.

Sin embargo, aunque Oliver ha sido como la ola que arrastró todos esos sentimientos al abrazarme, eso no significa que esas emociones no puedan regresar, después de todo, lo que las olas se llevan también vuelven en otra oleada y a veces regresan arrastrando muchísimas cosas más. Me da miedo pensar que mis sentimientos negativos aumentarán y serán tan pesados que la próxima vez que llegue la ola estos no puedan ser arrastrados por ella, que se queden tan adheridos a mi piel que ni ellos saldrán de mí ni yo podré escapar de ellos.

Tengo bastante miedo de bastantes cosas, pero solo puedo permitirme sentirme de esta manera por estos minutos, porque luego de que regrese a casa tengo que volver a ser el Jean que no le teme a nada, el que tiene el control de su vida, el que está bien.

Me tomo un instante para contemplar a Oliver al igual que él hace con sus pinturas cuando las termina. Veo sus ojos que me transmiten demasiada calma, también miro sus cejas cafés, los lunares alrededor de su rostro junto a un par de espinillas chiquitas. Me gusta comparar sus pequeños lunares con pequeñas salpicaduras de pintura, sobre todo porque me da la ilusión de que siempre está pintando y termina manchándose por completo.

Sin poder evitarlo, paso mi dedo índice sobre sus lunares, él sigue mis movimientos con la mirada y no estoy seguro de qué es lo que está pensando de mí en este momento, pero cuando nuestras miradas se encuentran y me regala una sonrisita, el corazón se me desboca.

Sospecho que lo hace adrede, debe saber lo mucho que me afecta que me sonría así. Y es que, ¿cómo puede ser posible que tenga una sonrisa tan bonita?

Tiene una linda sonrisa. De las que te hace querer dedicarle una galería de arte entera solo para ella.

Incluso con el pulso acelerado no dejo de tocarle el rostro con delicadeza. Mis dedos fríos hacen contraste con el calor de sus mejillas, su piel se siente un poco áspera y las yemas de mis dedos comienzan a acostumbrarse a la calidez de su rostro, comienzan a acostumbrarse a él.

Una maldita confusiónWhere stories live. Discover now