17| El nacimiento de la tragedia

140K 11.9K 39.1K
                                    

El corazón me va a toda prisa y se siente tan cálido, como si se hubiera montado en una bicicleta en un día soleado de verano

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

El corazón me va a toda prisa y se siente tan cálido, como si se hubiera montado en una bicicleta en un día soleado de verano. Va de bajada a toda velocidad en una gran montaña sin importarle que pueda estrellarse, el sudor le recorre por completo y los rayos de luz lo golpean, pero no le importa porque el calor que siente no es abrasador, sino, acogedor. La clase de calor que disfrutas, como sentarse al lado de una fogata en medio de una noche gélida.

Se siente bastante bien y eso me hace creer que esto es irreal, en especial porque en estos últimos días nada se ha sentido de ese modo.

Estoy paralizado, confundido y sorprendido a partes iguales, el ritmo de mi pulso se ha acelerado de sobremanera y ni hablar de los miles de pensamientos que van de un lado a otro en mi cabeza. No puedo pensar en nada coherente o enfocarme en uno solo de mis pensamientos, parece que mi cabeza va a entrar en un estado de shock si continúo así. Entreabro los labios, pero no hago más que soltar balbuceos. Estoy fuera de orbita. Aunque quiero poder reaccionar ante las palabras de Oliver no puedo ordenar mis pensamientos y emociones que ahora mismo son un completo caos.

Soy un completo caos por Oliver.

Me limito a observarlo, luce avergonzado, tiene las mejillas teñidas de carmesí y no es capaz de verme a los ojos, aunque su vergüenza no es un impedimento para sonreírme con un ápice de diversión. Supongo que mi reacción debe de parecerle graciosa. ¿Y cómo no iba a reaccionar de este modo si todo este tiempo he creído que él sería incapaz de verme como yo lo veo?

Tomo un poco de aire, tratando de que las palabras me fluyan.

—¿Te gusto? —Es lo único que puedo decir tras su confesión y mi anonadamiento.

No puedo creer lo que acabo de oír. Jamás pensé en la posibilidad de gustarle, de hecho, estaba preparado para el "está bien, iniciemos de nuevo" o para el "ya no quiero que seamos amigos", pero no estaba listo para oír que siente lo mismo que yo. Sigue pareciéndome surrealista.

¿En verdad le gusto a Oliver de la misma manera en la que él me gusta?

Oliver asiente y su rostro se pone más rojo.

—Muchísimo —admite avergonzado. Mantiene su mirada en el suelo.

Solo ha soltado una simple palabra, pero ha significado demasiado para mí.

Trago saliva mientras que yo intento que mi cabeza aterrice porque no creo estar pensando con claridad, estoy en las nubes. No estoy seguro de cómo debería de sentirme. ¿Feliz? ¿Tranquilo? ¿Emocionado? No lo sé. Si bien conozco el sentimiento de ser correspondido, me siento como si esta fuese mi primera vez. Mejor dicho, es como si quien estuviera recibiendo esta respuesta fuera el Jean de trece años que se forzó a dejar de tener sentimientos por su mejor amigo. Es él quien está en la estrecha línea entre echarse a llorar porque lo que siente es mutuo y entre el colapsar porque tiene muchos sentimientos encontrados en su interior.

Una maldita confusiónWhere stories live. Discover now