28. Ciudad Rebelde (Part-1)

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Hola! Antes de empezar. Este capitulo tiene alrededor de 4000 palabras. Y wow!
Así que, lo separé en 2 partes. Para que no se pierdan entre tantas palabras.
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Camino un poco detrás de Jasper, deteniéndome detrás de un pared salpicada de graffiti. Por un segundo, hace rato comencé a pensar que la parte de la granja del territorio del rogue era un poco linda.

Pero ahora que hemos cruzado la línea de tierra a cemento, todo parece diferente. Los edificios parecen sacados directamente de una película de desastres postapocalípticos.

¿Dónde estoy? ¿El distrito 13?

Faltan ventanas, con fragmentos irregulares en forma de iceberg que sobresalen de sus marcos. Las paredes están oscurecidas por el tiempo, agrietadas por la maleza que sale a borbotones entre los ladrillos y cubiertas con algunos grafitis poco inspirados.

—¿Que es ese olor?—hay un olor indistinto  proveniente del interior de los edificios.

Una mezcla de olores que no reconozco. Es como mezclar pinturas en una clase de arte. Eventualmente, todos se mezclan para crear un tono marrón indistinguible.

Así debe de oler cuando se juntan lobos de diferentes manadas. Los diversos olores se convierten en un lío.

—Me recuerda al metro—digo, riéndome.

Al doblar una esquina, veo a Jasper correr a través de un patio de cemento abierto. Estoy a punto de perseguirlo cuando escucho una voz.

—¿Quieres jugar de nuevo?—suena como un adolescente. ¿Hay niños ¿aquí?

Me giro y miro por encima del borde de un alféizar. Dentro del almacén, hay filas de tiendas de campaña, ropa tendida en cuerdas a lo largo de las paredes y un fuego ardiendo en una lata de aceite oxidada.

La primera persona que veo es un hombre que deambula por el otro extremo de la habitación. Está demasiado lejos para ser el dueño de la voz y es demasiado viejo. algunas carpas abajo, hay una mujer dormida sobre un colchón desnudo.

Pero esta gente no se parece a los rogues con los que estoy familiarizado. Se parecen más a las personas sin hogar que ves en Manhattan que al lobo enloquecido que intentó sacarme el hombro.

Entonces me doy cuenta. Las tiendas están descoloridas, la ropa en el tendedero tiene agujeros y manchas. Esta no es una ciudad bulliciosa o una guarida de actividad criminal.

Es más como un campo de refugiados humanos.

—Tu turno, Cassie—vuelvo a escuchar.

Me pongo de puntillas, esforzándome por mirar por encima del alféizar de la ventana. Un chico y una chica están sentados en el suelo debajo de mí.

Tienen más o menos mi edad, cabello enmarañado, mejillas pálidas y hundidas. Son flacos y sucios, pero están sonriendo, golpeando las cartas con determinación en una pila.

—¡Golpe!—grita Cassie, golpeando su mano sobre la pila. Mi agarre en el alféizar de la ventana se desliza y tropiezo hacia atrás.

—¿Qué fue eso?—dice el tipo.

—Probablemente solo esos tipos del silo¹, han estado escondidos allí durante semanas.

—Esos tipos son idiotas—dice el chico.

Con un suspiro rápido, miro a mi alrededor y me doy cuenta de que ya no puedo ver a Jasper. Busco su olor, ensanchando mis fosas nasales, y finalmente, lo encuentro en dirección a un edificio en la distancia.

El Hijo Del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora