32. ¡Enfrenta los hechos!

776 90 17
                                    


Es una idea terrible.

Acercarse a la propiedad del alfa se siente como caminar hasta una prisión de alta seguridad y rogar que lo elimine un francotirador.

Tengo la mochila de Jasper colgada del hombro con su ropa lavada y planchada dentro. Con suerte, son mi boleto de entrada.

Katie dijo que me cubriría y les diría a mis padres que íbamos a salir, en caso de que llamaran a su casa para ver cómo estaba. He gastado básicamente todos mis ahorros en un taxi a los Hamptons.

Sin embargo, ahora que estoy aquí, empiezo a pensar que todo esto ha sido un error. Las puertas se ciernen sobre mí como si fuera una hormiga, fácil de aplastar. Hay un teclado y un altavoz en una columna a la derecha. Echo mis hombros hacia atrás y camino hacia él.

Esto puede ser un error, pero he llegado hasta aquí. No puedo acorbardarme ahora.

Presiono el botón de llamada y espero una respuesta. No pasa nada. ¿Qué pasa si he aparecido y no hay nadie en casa? Espero un largo momento antes de presionar el timbre de nuevo. Aún nada. Estoy a punto de darme la vuelta y dirigirme a casa cuando escucho un clic, algo de estática y luego la voz de una mujer.

—¿Hola puedo ayudarte?—me congelo.

No puedo hacer esto. Ni siquiera sé quién es la mujer del otro lado.

Tal vez si no digo nada, ella pensará que es una broma y olvidará que alguna vez me vió.
—Puedo verte—dice.

Miro hacia la parte superior de la cerca donde una cámara de seguridad apunta en mi dirección.

—H-ola—digo, inclinándome hacia el altavoz.

—¿Puedo ayudarte?—repite.

—Sí, solo me preguntaba si... si...—todavía estoy enloqueciendo. Esto nunca va a funcionar. ¿Por qué pensé que Jasper abriría la puerta en su propia casa?

Recuerdo algo, algo que dijo Jasper acerca de que la casa tenía un administrador.

—¿Es usted Melissa?—pregunto, cruzando los dedos.

—¿Si quien eres?—respiro un suspiro de alivio. Tal vez esta es mi entrada.

—Soy amigo de Jasper. Estuve aquí la otra noche y tomé prestada algo de ropa— giro el hombro para que la mochila quede a la vista de la cámar—Solo vine a traerlos de vuelta.

Hay una pausa larga y luego un pitido y las puertas se abren.

—Adelante.

¡Funcionó!

Mi cuello está húmedo del sudor cuando llego al final del camino de entrada. La casa se ve igual a la luz del día. Frío y duro. A mi izquierda, el coche de lujo negro está parado frente a las puertas del garaje. Los vellos de mis brazos se erizan.

Casi me había olvidado del auto, atribuyéndolo a una coincidencia. Pero al verlo sentado allí, oscuro y cerca del suelo, mi estómago de repente se llena de pavor.

En algún lugar profundo de mi alma sé que tengo que hacer esto. Pero, algo no se siente bien.

Melissa abre la puerta y me sorprende lo normal que se ve. El cabello castaño suavemente rizado cae sobre los hombros . Se para sobre un pie cubierto con un calcetín rosado, apoyada contra el marco de la puerta.

—Hola—dice ella, sonriendo ampliamente—Tú debes ser Max.

Sacudo la cabeza con incredulidad.
—¿Usted sabe mi nombre?

El Hijo Del AlfaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt