⁹ Realidad

1.4K 163 21
                                    

Su vista estaba fija en la nada, su cuerpo parecía sin vida siendo su respiración el único sonido en el inmenso lugar, apenas tuvo noción del atardecer que se mostraba a través de su ventana, viendo todas las tonalidades de naranjas.

¿Cuánto llevaba sentado en aquel sillón?

¿Cuánto tiempo había pasado?

¿Horas?

¿Días?

¿Semanas?

¿Meses?

¿Años?

¿Cuánto?

No importaba, ya nada le importaba, ni siquiera aquel sobre manila que descansaba en la pequeña mesa de centro que había llegado a sus manos hace poco, no recordaba que lo impulsó a pedirlo.

¿La traición?

¿La mentira?

¿La ignorancia?

¿Despecho?

Nuevas lágrimas volvieron a bajar por sus cansados y tristes ojos, viendo con horror y lastima aquel sobre.

¿Ese seria el fin?

¿No pensaba pelear?

¿Pedir explicaciones?

No, no tenía porque hacerlo, ya todo estaba más que claro, no tenia porque escuchar lo que él ya sabía, no tenía porque pelear cuando él ya había perdido, no hay segundas oportunidades.

Su padre siempre se lo dijo, él tenía razón, nunca hay una nueva oportunidad, nunca hay nada a lo que aferrarse por segunda vez ni para siempre. Su padre tenía tanta razón, nunca sería feliz, nunca encontraría el verdadero amor.

Ya no sabia que es lo que significaba aquello siquiera, solo era una ilusión, una mentira disfrazada.

- Ah... - observo las hojas entre sus manos, leyendo su nombre y el de su menor, lo que había redactado su abogado en las hojas aclarando que él ya no quería estar más en alianza con Jungkook, que ni siquiera necesitaba que le diera sustento para sus hijos.

Sollozo ahogado, mordiéndose sus labios para evitar que los llantos de dolor escaparan.

Dolor.

Dolor.

- ¡YA!... ya... ya... por favor - rogó mientras se apretaba su pecho, sin poder impedir que las lágrimas siguieran bajando como cada vez se le hacía más difícil retener el llanto. - Detente... p-para...

Se hizo ovillo en su lugar arrugando aquellas hojas, sintiendo el peso de todo, mirando su dedo anular, aquella sortija dorada aún descansaba ahí, mostrándole los buenos momentos como los malos momentos en su matrimonio, uno que se había roto desde hace mucho.

Su corazón se volvió a estrujar, meciéndose suavemente, apretando con fuerza sus párpados, rogando por qué todo pasará, que los malos pensamientos se fueran, queriendo solo recordar momentos donde fue feliz, donde el resto jamás importo más que su familia.

Ops! Esta imagem não segue nossas diretrizes de conteúdo. Para continuar a publicação, tente removê-la ou carregar outra.
Infiel |Kookgi|Onde histórias criam vida. Descubra agora