04 | desayuno incómodo

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Hetty se despertó la mañana siguiente y se preguntó cómo se las arregló para llegar a la cama, y fue en ese momento que se dio cuenta de que había ido demasiado lejos. Apenas podía recordar la noche anterior, y cuanto más lo intentaba, más difícil se volvía.

Después de ducharse y vestirse, preguntándose cómo logró cortarse la mano, le vino a la mente la voz de Michael diciendo—: Hetty, tropezaste con un tocador —su voz era franca y sin emociones.

Y luego recordó. La amabilidad de Harry, el enojo de Michael al verla con otro hombre, tropezar con el tocador, romper el jarrón, murmurar un par de tontos "no te odio", y luego nada. Supuso que, después de eso, se había quedado dormida.

Una vez que se consideró presentable, bajó las escaleras para saludar al resto de la familia. Cuando entró en el comedor se dio cuenta de que era la última en llegar, y rápidamente se disculpó en voz baja. Tessa, que sonrió cuando la vio llegar, se puso de pie y señaló la comida en la mesa.

—Buenos días, Hetty —dijo Tessa—. ¿Cómo te sientes? Deberías comer algo.

—Escuché que te metiste en problemas —bromeó John—, y que el jarrón no tiene precio.

Hetty miró a Michael—. ¿Les contaste?

—No —respondió Michael.

—En realidad nos contó Harry —dijo Tessa, antes de corregirse—. Bueno, me lo contó a mí y yo se lo conté a los demás.

Hetty se sentó y se llevó las manos a la cabeza—. Fue un accidente.

—Está bien —dijo Tessa, colocando un plato de huevos revueltos y tostadas frente a ella—. Odiaba ese jarrón. Fue un regalo de mi abuela para mi madre, pero cuando ella murió siempre quise tirarlo.

Hetty sonrió con torpeza—. Bueno, lo siento, y si tuviera dinero te pagaría.

Tessa sonrió—. No seas tonta. No es necesario que pagues por ello. Me alegra que no estés herida.

—Sí, yo la ayudé —dijo Michael.

Arthur se rió—. Miren eso, se llevan bien.

Sutilmente, John le entregó a Arthur diez libras que el Shelby mayor guardó en en bolsillo con una sonrisa. Hetty no se dio cuenta, pero Michael sí.

—¿Apostaron sobre nosotros?

—Le aposté a John que terminarían juntos o al menos se llevarían bien —dijo Arthur, señalando con el tenedor a Hetty y Michael—. Y gané.

—No deben apostar sobre ellos —dijo Tessa—. Esperamos mucho tiempo para esto. No les demos ninguna razón para volver a ignorarse.

—Estoy aquí, ¿sabes? —dijeron Michael y Hetty al unísono, haciendo que John, Arthur y Tessa se echaran a reír.

—Tu cara es un poema, Michael —dijo John riendo y meciéndose hacia atrás en su silla.

Mason apareció con un cigarrillo en mano—. Buenos días a todos. Yo... maldita sea, ¿Michael y Hetty están sentados en la misma mesa?

—Sí —dijo Tessa—. Michael incluso la ayudó después de que ella rompiera un jarrón.

—Maldición, Arthur —dijo Mason—. Siento haber dudado de ti.

Hetty vio que Mason le entregaba a Arthur diez libras más y frunció el ceño—. No puedo creer que apostaras sobre nosotros.

—Todavía no están casados —dijo Arthu—. Tengo cincuenta chelines que dicen que se van a casar antes de fin de año.

Michael rió secamente—. Sí, eso no va a pasar.

Hetty asintió—. Michael tiene razón, apenas somos amigos.

—Más bien conocidos —dijo Michael

Tessa se rió—. Si hubiéramos sabido que lo único que necesitaban ustedes dos para dejar de lado sus diferencias era una boda, Tommy y yo nos hubiéramos casado hace años.

Michael frunció el ceño—. Así no es como funciona.

Hetty terminó su tostada y recogió el plato—. Sí. Quiero decir, sabemos que eventualmente terminaremos casados, entonces, ¿cuál es el punto en odiarnos?

—¿Quién se odia? —preguntó Tommy, entrando en la habitación.

—Hetty y Michael estaban...

—¡NO! —gritaron Hetty y Michael. La primera arrojó su tenedor a John Shelby, lo que hizo que cerrara la boca y cayera hacia atrás en su silla.

—¡Mierda! —gritó John.

—Preguntaré de nuevo, ¿quién se odia? —preguntó Tommy, mirando a Michael y Hetty—. Porque si hablan de estos dos, entonces ya lo sé.

Tessa sonrió—. Bien, levántense, guarden sus platos y salgan de mi casa.

La familia Shelby siguió las órdenes, sabiendo que era mejor no discutir con Tessa Shelby, y salió del comedor.

Michael agarró el brazo de Hetty—. Ven conmigo.

—Bien —dijo Hetty.

Hetty y Michael se fueron juntos, sorprendiendo a todos cuando entraron en una habitación y cerraron la puerta detrás de ellos. Arthur, John y Mason se movieron para escuchar la conversación.

—Tommy no puede saber que nos llevamos bien —le dijo Hetty a Michael, pasando una mano por su pelo—. Si lo hace, moverá la boda y yo...

—Oye, está bien —dijo Michael—. No tenemos que decírselo. Podemos hacer que parezca que nos odiamos.

—Pero no te odio —dijo Hetty—. Entonces, ¿cómo puedo odiar a alguien que no odio?

—Simplemente finge —respondió Michael—. Es fácil, yo lo he estado haciendo durante años.

—¿Qué? —preguntó Hetty—. ¿Qué dijiste?

—Nada.

—¿Qué quisiste decir con "lo he estado haciendo durante años"? —preguntó Hetty—. Y no mientas porque te escuché.

—No importa —dijo Michael, porque si lo dijera, su fachada se derrumbaría—. Olvida que dije algo.

—Michael...

—Olvídalo.

Y así, Michael volvió a ser frío con ella. Marchando hacia la puerta, Michael la abrió de un tiró y saltó hacia atrás para evitar el amontonamiento de cuerpos en el umbral. Pasó por encima de Mason, John y Arthur y le lanzó una mirada escéptica al trío.

—No hay nada que ver aquí —dijo Michael—. Así que les sugiero que olviden lo que hayan escuchado.

—Bastardos intrometidos —susurró Hetty.

Salió de la habitación y se dirigió hacia la puerta principal. Una vez fuera, se sentó en los escalones e intentó pensar en una manera de odiar a Michael Gray, pero no había solución al problema que enfrentaba.

Hetty no podía odiarlo.

THE KIDS AREN'T ALRIGHT | Michael Gray ¹Where stories live. Discover now