27 | el amor de una madre

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—¿Y luego qué?

—Y luego nada —dijo Hetty riendo. Estaba en la habitación del hospital de Michael, garabateando en un papel mientras él se ocupaba de los negocios—. Te lo dije, fue un año terrible. Me las arreglé para caer por los escalones de la panadería y darme una conmoción cerebral. Luego me desperté en el hospital tres días después. Mi papá casi tuvo un ataque. Empezó a insistir sobre cómo me iba a envolver en mantas y no dejarme salir nunca más de casa.

A Michael le encantaba escuchar sobre la vida de Hetty en Londres. Le encantaba la forma en que sus ojos se iluminaban cuando hablaba de su ciudad natal, y esperaba que algún día él pudiera comprarle una casa allí y pudieran escapar de todo. No le había contado sobre el plan de Polly de mudarse a Australia, y no quería hacerlo, pero sabía que merecía saberlo.

—Hetty, tengo algo que decirte —dijo Michael, tomando su mano.

—¿Qué? —preguntó Hetty, mirándolo expectante.

—Después del funeral de John, mi mamá vino a verme —dijo Michael—. Estaba hablando de que nos vamos a ir.

—¿Por unas semanas? —preguntó Hetty—. ¿Un mes? ¿Mientras mejoras?

—Para siempre —respondió Michael, y el rostro de Hetty decayó.

—Bueno —dijo Hetty—. Supongo que puedo ir contigo. ¿A dónde van a ir? ¿Manchester? ¿Liverpool? ¿Algún lugar en el campo?

—Australia —respondió Michael, y la felicidad de Hetty explotó como un globo reventado por un alfiler.

—¿Australia? —repitió Hetty—. Pero no puedes ir a Australia.

—Lo sé —dijo Michael—. Pero no te preocupes. No me iré. Mamá puede intentarlo, pero no me iré.

Hetty se inclinó hacia delante y besó a Michael suavemente—. No me importaría ir a Australia siempre que esté contigo.

Michael asintió—. Yo iría a cualquier parte contigo, Hetty.

—Te amo —susurró Hetty—. Y voy a estar aquí hasta que te mejores, ¿si? Y luego en cada momento después de eso.

Entró una enfermera, sonriéndole a los dos—. ¿Sr. Gray?

—Sí, que entre —dijo Michael, esperando que Tommy entrara.

—Es su madre —dijo la enfermera.

Michael suspiró y cerró su archivo—. Mierda.

El garabato de Hetty se arrastró con el papeleo de Michael, sus Peaky Blinders de palo terriblemente dibujados se perdieron en la masa de notas. Haciendo un leve puchero por la pérdida de su entretenimiento, se volvió para saludar a Polly, y se sorpendió al ver a otra mujer en su lugar.

Esta mujer era muy diferente a Polly. Era más baja y tenía una cara más amable. Los rasgos afilados de Polly, las palabras cortantes y los ojos fríos a menudo daban una impresión aterradora, pero esta mujer rezumaba calidez y desprendía un aura maternal.

—Leí sobre lo que sucedió en el periódico —dijo la mujer, y Hetty sintió que se estaba entrometiendo—. Tengo derecho. Yo también soy tu madre —Michael no dijo nada, y la mujer parecía abatida—. ¿Quieres que me vaya?

—Sí —respondió Michael.

—Michael —susurró Hetty, incapaz de creer que pudiera ser tan grosero—. No seas...

—Está bien —dijo la mujer, interrumpiéndola—. Dejaré estas —colocó una bolsa de manzanas sobre la mesa—. Son de nuestro huerto. Te encantaban.

—Espero que no tengan gusanos —dijo Michael, forzando una sonrisa.

La mujer abrazó a Michael con torpeza antes de sentarse al otro lado, mirando a Hetty—. ¿Me vas a presentar?

—Sí —dijo Michael—. Esta es mi novia, Hetty.

Hetty sintió como si le hubieran dado un puñetazo en el pecho. Ella y Michael nunca habían hecho oficial su estatus, y escucharlo decirle a su madre adoptiva que eran novios era una novedad para ella. Aún así, no lo corrigió y le sonrió a la mujer.

—Encantada de conocerte. Michael nunca te ha mencionado.

—Bueno, no puedo decir que me sorprenda. Se fue en medio de la noche sin una advertencia —dijo la mujer, sonriendo cortésmente para ocultar su amargura antes de volverse hacia Michael—. Solo quería decirte que puedes volver para mejorar en casa. Sé que te aburriste en el pueblo, pero... te amamos. Y tu hermano pequeño extraña jugar a la pelota contigo. Y tu papá... falleció tranquilamente en nuestra cama.

Por mucho que Michael intentara de permanecer inexpresivo, la noticia del fallecimiento de su padre adoptivo le afectó. Su rostro se transformó en una expresión de sorpresa y cualquier exterior fuerte que construyó se derrumbó con esa noticia.

—Mierda...

Hetty frunció el ceño—. Lo siento. Yo...

—Está bien —dijo la mujer—. Ya no sufre.

Michael suspiró—. Ahora vete. Estoy esperando a Tommy y ya está aquí.

—Entonces me iré —dijo la mujer—. No estaré en la misma habitación que ese hombre.

Besó a Michael una vez más y luego se fue. Hetty se volvió hacia él—. Eso fue muy grosero.

—¿Qué más iba a decir? —preguntó Michael—. No le pedí que viniera.

—No deberías tener que pedirle que venga —dijo Hetty—. Ella es, hasta cierto punto, tu madre, Michael. El hecho de que no quieras que lo sea no significa que pueda olvidarte. Te crió, y eso fue increíblemente egoísta de tu parte. Obviamente se preocupa por ti.

—¿Por qué te importa tanto? —pregunntó Michael.

Hetty respiró hondo—. Nunca conocí a mis padres. Vendería literalmente mi brazo izquierdo para descubrir quiénes son mis padres reales.

—Pensé que Alfie...

—Lo es en todos los sentidos —dijo Hetty—. Pero no soy de él. No biológicamente. Me encontró de bebé en un callejón y se apiadó de mí. Es toda la familia que tengo, y tú tienes dos familias. No desperdicies eso, Michael.

—No lo sabía —dijo Michael.

Hetty se encogió de hombros—. No es algo que le diga a la gente. Ni siquiera estoy segura de que Tommy lo sepa.

Michael se llevó la mano de Hetty a los labios—. Te prometo que cuando tengamos hijos, no los abandonaremos como nuestras familias lo hicieron. Seremos grandes padres, Hetty.

Hetty asintió—. Nunca he pensado en tener hijos.

—¿No quieres? —preguntó Michael.

—No lo sé —dijo Hetty—. No quiero fallar como mi padre y mi madre. No quiero tener que abadonar a mi hijo.

—No lo harás —dijo Michael—. Vas a ser una gran madre algún día, Hetty Solomons.

Hetty sonrió—. Y tú serás un padre aún mejor, Michael Gray.

THE KIDS AREN'T ALRIGHT | Michael Gray ¹Where stories live. Discover now