34 | una propuesta y un ultimátum

626 54 0
                                    

Parecía que el mundo quería hacerla sufrir por los pecados que había cometido. No solo su padre se había ido a vivir a un área aislada, sino que Hetty también recibió la noticia de que Arthur Shelby había muerto. Después de perder a John, Hetty no pensó que perdería a nadie más, por lo que escuchar la noticia de la muerte de Arthur la conmovió hasta la médula.

Hetty no sabía cómo manejar su dolor, así que se encerró en su habitación y se dio tiempo para ser vulnerable. No fue al funeral, apenas salió de allí para comer, pero cuando alguien llamó a la puerta de una manera demasiado gentil como para ser Mason, finalmente comenzó a recomponerse.

—¿Quién es? —preguntó Hetty.

—¿Puedo entrar? —preguntó una voz masculina.

Hetty no sabía por qué, pero rompió a llorar al escuchar la voz de Michael. Abriendo la puerta, se arrojó a sus brazos, haciendo una mueca por el dolor que atravesó su estómago.

—Isaiah me contó lo de tu papá —susurró Michael—. Lo siento mucho, Hetty.

—Dijo que ahora somos tú y yo —dijo Hetty—. Que ya no lo necesito.

Michael se sintió culpable. Allí estaba, consolando a su afligida novia, cuando estaba previsto que partiera hacia Nueva York en menos de una hora.

—Hetty, siéntate. Necesitamos hablar.

—¿De qué? —preguntó Hetty, sentándose en el borde de la cama—. Porque tengo mucho que...

—Me voy en una hora —espetó Michael—. Me voy a Nueva York.

—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó Hetty—. Michael, no puedes dejarme.

—No tengo elección —dijo Michael—. Fue idea de Tommy.

—Iré contigo —dijo Hetty—. No puedes irte sin mí.

—Solo será por un tiempo —dijo Michael—. Y luego podremos estar juntos.

—Pero acabo de regresar —susurró Hetty—. Y ahora te vas de nuevo.

—Lo sé —dijo Michel—. Pero con eso mente, lo que estoy a punto de hacer puede parecer una locura, pero si es la única oportunidad que tengo, quiero aprovecharla.

—¿Qué? —preguntó Hetty, mientras Michael se inclinaba sobre una rodilla.

—Hetty Solomons, has sido más que una amiga y más que una compañera para mí en los últimos años. Has sido una fuente de luz, una guía, una roca cuando me sentía perdido, y, sobre todo, me has apoyado a pesar de que fui un completo idiota contigo durante los primeros dos años. Has sido más que suficiente, y ahora sé que quiero pasar el resto de mi vida contigo. No me importa que este matrimonio haya sido arreglado, porque eso no afecta de ninguna manera el amor que tengo por ti. Simplemente me dio el empujón que necesitaba para encontrarte. Entonces, Hetty Solomons, ¿quieres casarte conmigo?

Hetty estaba llorando de nuevo, pero esta vez sus lágrimas se derramaron de felicidad. Riendo levemente, se arrodilló frente a Michael y lo besó. Cuando se apartó, sonrió—. Sí, me casaré contigo, Michael Gray.

Michael colocó el anillo en el dedo de Hetty, y ella examinó con asombro la banda de plata con un pequeño diamante en el medio—. ¿Te gusta?

—Es hermoso.

—Era de tu abuela —dijo Michael—. Tu padre me lo dio cuando me visitó en el hospital. Me dijo que lo cuidara y te dijera de dónde venía.

Hetty parpadeó para eliminar las lágrimas y volvió a abrazar a Michael—. Es perfecto. Me encanta. Te amo.

—Sé que es un momento de mierda —dijo Michael—. Pero tengo que irme.

Hetty asintió—. Lo entiendo. Te esperaré, Michael. El tiempo que sea necesario. Y cuando vuelvas, estaré aquí.

Michael sonrió—. Te amo, Hetty Solomons.

—Yo también te amo.





Días después, Hetty se reunió en la destilería con Tommy, Mason, Tessa, Finn y Polly, esperando la llegada de Luca Changretta. Hetty no sabía por qué estaba allí, ya que todo lo que quería hacer era evitar a todo el mundo hasta que pudiera volver a ver a Michael.

Habían pasado unos días, pero eso no impidió que echara de menos a Michael. Sin embargo, cuando Luca llego, todos los pensamientos sobre Michael desaparecieron y fueron reemplazados por miedo cuando Tessa Shelby agarró la mano de la chica para tranquilizarla.

—Todo lo que queda de los malditos Peaky Blinders —dijo Luca riendo.

Se acercó a Tommy hasta que estuvo frente a él, chasqueando los dedos. Un hombre se acercó a la mesa y colocó una serie de carpetas.

—Le pedí a mi abogado que redactara estos documentos que contienen todas las empresas que poseen —dijo Luca—. Pubs, restaurantes, bodegas... cada maldito lugar que conquistaron en todos estos años. Transferirás todo a mi familia, o vas a morir. Aquí mismo. Los hubiera enterrado a todos, pero mi madre... ella te conoce. Dijo que para ti sería peor que te dejara vivo, y que te quitara todo lo que tienes. Revísenlos —dijo mientras le sacaba el arma a Tommy y se acecaba a Polly—. En especial a ella.

Mientras los registraban, Luca levantó un bolígrafo.

—Entonces... firmen. Cada uno de ustedes. Pueden firmarlo de rodillas... en el suelo.

Cuando nadie se acercó, Luca se lanzó hacia delante y volcó la mesa. Hetty saltó hacia atrás, soltando la mano de Tessa mientras se alejaba para pararse al lado de Finn, quien reemplazó la mano de Tessa con la suya y apretó la mano de Hetty para tranquilizarla.

—¡Arrodíllate y firma! —gritó Luca.

Tommy se dejó caer al suelo—. Un amigo mío me dijo una vez... que los grandes joden a los pequeños. Así que tuve que encontrar a alguien que fuera más grande que tú. Ahora, tal vez sepas que hay dos familias en Brooklyn que quieren hacerse cargo de tu monopolio sobre la importación de licor en Nueva York.

—Si se enfrentan a ti en Nueva York —dijo Polly—, iniciarán una guerra entre las familias.

—Pero si murieras en una vendetta contra un maldito corredor de apuestas en Birmingham —continuó Tommy—, podrían hacerse cargo de tu negocio sin una guerra.

—También nos contactamos con un hombre de negocios en Chicago —agregó Polly—. Él también está interesado en meterse en el negocio del licor en Nueva York.

—Su nombre es Alfonso Capone —dijo Tommy.

—¿Has estado hablando con ese gordo de mierda? —preguntó Luca.

—Todos los parientes que trajiste de Nueva York están muertos, Sr. Changretta —dijo Tommy—. Y estos hombres —señaló por detrás de Luca—, trabajan por dinero para el mejor postor. Ahora tienen nuevas órdenes.

—¿Es cierto? —preguntó Luca, volviéndose hacia sus hombres—. ¿Daniel? ¿Y tú, Matteo? —luego se volvió hacia Tommy—. Hijo de...

Y en un segundo estaba alcanzando su arma, Tommy la tiró y los dos comenzaron a pelear, y Finn estaba tirando de Hetty hacia atrás.

Nadie notó que una figura aparecía en la puerta, una silueta contra la luz del día que entraba por el cristal. Un fantasma se había levantado de entre los muertos para terminar la vendetta.

Arthur Shelby estaba vivo para dar el disparo final.

THE KIDS AREN'T ALRIGHT | Michael Gray ¹Where stories live. Discover now