23 | irse y olvidar

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Michael iba a morir.

Hetty lo sabía, y no había nada que pudiera hacer al respecto. Polly también se había ido, al igual que Mason, Arthur y John.

Al regresar a su casa en Small Heath, Hetty la encontró vacía. Tessa se había ofrecido a dejarla quedarse con ellos porque sabía que Hetty estaría sola cuando regresara, pero la adolescente se negó, no queriendo pasar más tiempo del necesario con Thomas Shelby.

La traicionó más que a su familia. La convirtió en un peón en su juego, luego la convirtió en la persona que nunca podría ser. Dejó que se acercara a Michael, incluso que se enamorara de él, y luego los destrozó. Hetty no conocía la angustia porque nunca se permitió abrirse a la gente como lo hizo con Michael, pero si este dolor en su pecho era algo, era un corazón roto.

No podía quedarse allí. No podía vivir en una casa vacía sin Mason James como su falso padre, sabiendo que estaba en una celda de prisión esperando la horca. Ella simplemente no podía.

Cuando regresó a Watery Lane, hizo sus maletas. Tiró todo lo que tenía en una bolsa que encontró en la habitación de Mason, robó algo de dinero debajo del piso suelto de la cocina donde Mason escondía todo tipo de contrabando, desde cigarrillos, armas de fuego y dinero hasta drogas, y cerró la puerta detrás de ella.

Caminó hasta la estación de tren, pero en el camino se detuvo para despedirse de Isaiah. Su despedida fue agridulce, porque sabía que no había manera de convencerla de que se quedara. Con la promesa de escribir o ir de visita, Hetty se marchó.

Tommy no pudo retenerla más. No era su dueño. Perdió ese "derecho" cuando envió a Michael a la muerte. Como no quedaba nadie en Small Heath, Hetty recurrió a la única opción que tenía.

Londres.

El viaje en tren no fue difícil, ya que Hetty lo había hecho innumerables veces en el pasado, antes de que Tommy le prohibiera usar el transporte después de perder el tren a casa y tener que esperar cuatro horas para el siguiente. Sabía en qué parada bajarse, cuánto costaría su boleto y cuál era la mejor ruta a seguir después de salir de la estación para llegar a donde necesitaba estar.

Cuanto más se alejaba de Birmingham, más atrás quedaban todos sus problemas. No quería estar allí cuando murieran todos los que le importaban. Ella no quería asistir a sus funerales sabiendo que el hombre que hablaría en nombre de ellos fue quien los colocó en esa posición. Quería olvidar todo y la mejor manera de hacerlo era irse.

Por supuesto, podía irse e intentar dejar todo atrás. Podía esforzarse tanto como quisiera, pero nunca olvidaría lo que sucedió en Birmingham. Nunca olvidaría a Michael o la forma en que la besaba, en que la abrazaba cuando dormía; como le sonreía como si fuera su única fuente de felicidad. Perderlo después de encontrarlo fue doloroso, y era un dolor embotado a un entumecimiento constante que se extendía por todo su cuerpo.

La lluvia caía a cántaros, y la única forma que tuvo Hetty de llegar a Alfie fue caminando. Llevó su bolso con ella, con la cabeza inclinada hacia abajo para evitar la lluvia. La gente la llamaba, haciéndole comentarios que le erizaban la piel, pero ella siguió caminando. Cuando finalmente vio la casa de Alfie después de doblar una esquina, todo pareció alegrarse un poco.

Golpeando la puerta, sus dedos fríos punzaban de dolor, pero simplemente se quedó allí, en el umbral de la puerta de Alfie, temblando. Escuchó que se retiraban las cerraduras y se enderezó.

—Bien, será mejor que sea algo bueno —dijo Alfie, interrumpiéndose cuando abrió la puerta—, ¿Hetty? ¿Qué diablos haces aquí?

Hetty se encogió de hombros, intentando sonreír—. Yo... eh... supongo que necesito un lugar donde quedarme.

Alfie tiró de ella hacia el pasillo, cerrando la puerta—. Estás empapada. ¿Por qué estás aquí?

—Tommy —dijo Hetty con voz ronca—. Consiguió arrestar a todos, y Michael... Michael fue a prisión.

—¿Estás bien? —preguntó Alfie—. Te secuestraron y...

—Estoy bien —dijo Hetty—. Lo prometo. Es solo que... Michael se ha ido, papá. Va a morir, y yo nunca... nunca pude decirle que lo amaba...

Alfie abrazó a su hija y el calor que irradiaba de su cuerpo luchó contra los escalofríos que sacudían el de Hetty—. Todo va a estar bien. Estás en casa.

—No puedo volver, papá —dijo Hetty—. Por favor, no me hagas volver, porque no puedo enfrentar a Tommy después de lo que le hizo a Michael.

—Escúchame, ¿sí? —dijo Alfie, mirando a Hetty—. Nunca volverás allí si no quieres. Estás en casa, y te quedarás aquí hasta que decidas lo contrario.

Hetty asintió—. Gracias, papá.

—Tonterías —dijo Alfie, guiando a Hetty a la sala de estar, donde ardía un fuego en la chimenea—. Esta es tu casa, ¿no? Y nadie va a obligarte a que te vayas de nuevo.

Hetty se sentó frente a la chimenea, con las manos extendidas hacia las llamas. Pensó en Michael, y, cuando sintió el calor en las yemas de sus dedos, se preguntó como estaría. Cuanto más miraba las llamas, viéndolas cambiar de color y parpadear con la corriente de aire que entraba por las rendijas de las puertas y ventanas, más sabía que no podía pensar en el pasado. Michael Gray estaba casi muerto, así que pensar en él y prolongar el proceso de duelo solo la lastimaría más.

Así que lo dejó a un lado, sus recuerdos permanecerían en las profundidades de su mente pero nunca ocuparían un lugar central. Se olvidó de Birmingham, de Mason, Tommy, Tessa, Polly, Ada, John y Arthur; simplemente olvidó.

Y no pensó en nada durante todo un año, antes de que la noticia de la muerte de John Shelby finalmente la arrastrara de regreso a Birmingham.

THE KIDS AREN'T ALRIGHT | Michael Gray ¹Место, где живут истории. Откройте их для себя