𝐓𝐚𝐤𝐞 𝐎𝐧 𝐌𝐞 - {𝙽𝚘𝙼𝚒𝚗}

17. Narrador Testigo

Lemondrop - Strawberry wine

En toda su vida Jeno tuvo que aprender a quedarse callado, a mantener la compostura cuando se presentaba una injusticia frente a sus ojos, acostumbrándose a un estilo de vida donde dormir dentro de una camioneta sin calefacción y comer en estaciones de servicio era lo normal. En ese entonces tan solo tenía unos siete años y no le importaba que otros niños llegasen a casa de la escuela para ver los dibujitos mientras él observaba hombres cargar bolsas de hormigón, porque tenía a un papá genial... uno que sabía sobre buena música y podía hacer trampas para osos con cuerda y mucho alambre.

Creció en la carretera, vistiendo ropa remendadas por las esposas de los amigos de su papá cada vez que ellos arribaban a un pueblo, sin amigos que no fuesen los perros callejeros que alimentaba cuando su papá se detenía a mear. Una vez, cuando su papá ganó uno de los últimos premios que ofrecía uno de los papelitos rosa, el viejo le llevó a una peluquería, allí las mujeres le encontraron adorable y le regalaron un montón de dulces.

Allí, mientras una anciana le mojaba el cabello y le preguntaba a cuál de los Beatles quería parecerse, se encontró mirando la televisión... sus neuronas se prendieron a la máxima potencia al intentar descifrar cómo carajos todas esas personas habían entrado en esa pequeña cajita mecánica... entonces también quiso saber si todos eran tan bonitos y perfectos como lo parecían a través de la pantalla.

No sabía que la respuesta llegaría años después, en sus veinte y poco, con Jessie's girl sonando desde el estero en mitad de su sala de estar. ¡Su sala de estar!, oh... cuán emocionado habría estado su padre si pudiese ver que Jeno tenía un hogar donde volver cada noche, un limpio y blanco lugar que no se asemejaba en nada con la camioneta oxidada y abonada por el apestoso gasoil de los camiones. Y en medio de todo su mundo, Na Jaemin caminaba descalzo llevándose la cucharilla embarrada de helado a los labios.

Jeno tenía que admitir que no había conocido a muchas celebridades en su vida, pero no creía que todas se viesen de la realeza al tener la barbilla manchada de chocolate y los pantalones (sus propios pantalones) remangados hasta las rodillas. Por supuesto, Jaemin haría que una carretera entera colisionase para prestarle atención. Él brillaba como esos malditos carteles mal puestos en la autopista que, por más que intentas evitarlos, captan tu atención y te incendian la retina... y, en este caso, también el corazón.

-Me gusta esta canción- dijo, resoplando al dejar la cucharilla en la mesita del centro, lo que provocó que los mechones de rubio color plata flotasen hasta volver a reposar en su frente- ¿De qué se trata?

Jeno, quien se encontraba con una aguja en los labios y era cuidadoso de que el hilo violeta quedase perfecto en el bolsillo que cocía, miró por un segundo al actor.

-De robarle la novia a un amigo- masculló, regresando a su tarea.

No sabía porqué le gustaba hacer cosas como esa en el suelo, quizá porque le hacía recordar a otros tiempos que, aunque no eran tiempos mejores, seguían removiendo gran parte de sus sentimientos nostálgicos.

Las piernas de Jaemin aparecieron frente a sus ojos, largas y delgadas, la marca del pantalón estaba siendo rasgada por sus dedos maniáticos. Na Jaemin apoyó un pie en la rodilla de Lee Jeno y le sonrió como si fuese un malvado delfín persiguiendo a una debilucha marsopa.

-¿Dónde aprendiste a coser?

Jeno infló le pecho cuando sintió el talón presionarse cerca del interior de su muslo. Levantó el par de jeans que tenía que terminar y rezó para no enterrarse la aguja en algún dedo.

-Mi papá me enseñó cuando era pequeño.

Milagrosamente, eso pareció bajar el lívido perverso de Jaemin, quien dejó de hacer maldades con su pie, excepto que, esta vez, se arrodilló a la derecha de su guardaespaldas y miró con atención lo que este hacía. Siendo sincero, Jeno no sabía si estaba aliviado o si se sentía el doble de frustrado.