23. Lo que no puedes dejar ir

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Taylor Swift - Midnight Rain


Duró menos de una semana. Exactamente seis días desde que no lo había vuelto a ver. Pero hoy todo cambiaría, y Jaemin no había podido dormir en toda la noche pensando en qué diría, cómo actuaría y qué se pondría (Según Chittaphon atravesar una situación con la ropa equivocada podría arruinar toda la vida de una persona).

Se miró al espejo, el reloj marcando las siete menos cuarto. Hizo una mueca al darse cuenta de que su apariencia era digna de la de un monstruo en una de esas películas de terror tan malas que resultaron buenas. Lástima que él no fuese la valiente protagonista de cabellera rubia que, milagrosamente, sabe usar un machete y no se paraliza cuando un psicópata con la fuerza de Hulk le persigue por las escaleras.

Se duchó con el agua helada, intentado alejar el sueño de sus rasgos antes de que él estuviese aquí. Aunque en el fondo sabía que era ridículo esforzarse por lucir bien cuando al llegar al sitio de grabación tendría unas cuantas manos encargándose del desastre. Apenas le dio tiempo de cargar la taza de café cuando el timbre de la entrada martilló su cerebro. Se tomó un momento, el vapor creció desde la jarra eléctrica y sus pies se dirigieron hacia la puerta principal.

Debía admitir que el corazón se le entumeció por un micro segundo bajo la horrorosa y fascinante expectativa, pero, al igual que un castillo de arena, la agitación de su corazón se desmoronó en un parpadeo.

-¡Por fin!- Sunny ingresó en el penthouse con un folio lleno de hojas con el sello de la empresa, desparramándolas sobre la mesita de café miró a Jaemin y un resoplido involuntario envió su flequillo hacia arriba. -Creí que te habías quedado dormido.

Lucía frustrada, pero él la conocía demasiado bien para saber que algo medianamente bueno había pasado para que sus ojos resplandecieran de esa manera.

-¿Qué es todo esto?- dijo, observándolo todo desde la distancia.

-Nuevos posibles papales. Han llegado esta semana, la promoción para la película te ha vuelto popular entre los directores.

Las cutículas de Jaemin sufrieron un grave daño en el momento en que comprendió lo que eso significaba. Ahora estaba a un paso de las grandes ligas, por fin dejaría los dramas adolescentes, y si no metía la pata podría llegar a patear traseros de zombies o comandar un grupo de gangsters. Toda su vida había soñado con un momento así; el día que por fin reconocerían que era más que el lindo chico que solo puede llevar a cabo las líneas cursis.

Debió haber saltado de la emoción, pero él sabía que, como todo gran sueño, el costo a pagar sería caro.

Jaemin podía ver el éxito reflejado en los gigantescos ventanales de su hogar, así como podía ver toda la oscuridad acechando detrás. No lo malentiendan. Él amaba su trabajo y disfrutaba como nadie tener el centro de atención. Después de todo, creía haber nacido para ello, pero sabía que incluso las estrellas más brillantes han de morir. Claro que había excepciones, pero eran demasiados pocos los artistas que lograban mantenerse en lo alto. Jaemin imaginaba que la caída sería aterradora y mortífera.

-Ponte una chaqueta, tienes una sesión a las nueve y una prueba de cámara a las once.

Levantó la mirada del suelo, la luz de la mañana decoró sus ojos marrones de un halo color miel. Sunny siguió parloteando sobre cuán importantes serían las nuevas fotografías ahora que su perfil como actor podía dar un giro rotundo, pero Jaemin tenía la atención grabada en las puertas del ascensor, el pie golpeando rítmicamente el suelo y las cutículas siendo destrozadas por sus uñas. Quería verle... no era un sentimiento sano, él lo sabía, pero aun así... ansiaba verle.

𝐓𝐚𝐤𝐞 𝐎𝐧 𝐌𝐞 - {𝙽𝚘𝙼𝚒𝚗}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora