11. Ataques al corazón

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-¿Crees que el mundo me odie?

La pregunta tomó por sorpresa a Jeno. Estaban dirigiéndose de regreso al pent-house de Jaemin, le dejaría allí y tomaría guardia como siempre en el pasillo. Ellos no solían tener muchas conversaciones profundas... en realidad, Jaemin nunca había cruzado tantas palabras con un guardaespaldas, pero estaba claro que no podía clasificar a Jeno sencillamente de esa forma.

No luego de que le mostrarse su lado vulnerable en una playa desierta. No luego de que se pusiese celoso por verle conversando con una mujer. No luego haber follado en el asiento trasero de esta limusina.

-¿De qué estás hablando?

Jaemin tenía la frente apoyada en el cristal, su mente era un nido de serpientes. Por fin Jeno le había permitido sin chistar que pudiese ir de copiloto, y no estaba de humor para alardear -algo sumamente raro si teníamos en cuenta que a Jaemin le encantaba hacerlo-.

-Jeno, las personas están sobre mí a cada segundo... Vivo de la atención, si ellos descubren esto- susurró lo último señalando el espacio entre ambos y notó al instante la forma en que Jeno endureció la mandíbula-... Nunca más tendré su atención.

-No lo sé, Jaemin. Si no quieres que te odien solo olvídate de lo que hemos hecho. - sentenció entre dientes apretados-. Es sencillo.

Jaemin frunció las cejas.

-¿Es sencillo? -, el cinturón rasguñó su garganta en cuanto se estiró para golpearle el hombro- ¿De verdad acabas de decirme eso?

-¿Y qué quieres que te diga? - Jeno gruñó.

Jaemin se crispó igual a un gatito, su cabello rubio se levantó hacia arriba cuando resopló. Él estaba cansado de peleas, ya habían discutido bastante esa noche, y también habían cruzado ciertos límites. Así que se desprendió el cinturón y se estiró por sobre la palanca de cambios hasta que su frente estuvo contra la cien del mayor.

-Solo quiero que me lleves a tu casa- un deje de algo distinto podía escucharse en su tersa voz. Y no fue una orden, fue un ruego que remató con un par de palabras que sacudieron el estado emocional de Jeno-, por favor...

Jeno no apartó los ojos de la calle, pero la tensión alrededor de sus músculos comenzó a aflojarse.

¡Estaba tan casando! Y joder, demasiado adolorido

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¡Estaba tan casando! Y joder, demasiado adolorido. Pero quiso mostrarse olímpico. Caminó por el departamento en busca de los cds y puso alguna canción desconocida para él. Entonces corrió hacia la habitación de su guardaespaldas sonriendo al verlo todo en perfecto estado. Sus manos picaron por tocar y rebuscar dentro del armario por cómoda ropa que no le pertenecía.

Era extraña la forma en que las cosas se habían dado entre ellos. Si meses atrás le hubiesen dicho a Jaemin que estaría quitándose la apretada ropa para ponerse una camiseta sin marca y con olor al jabón comprado en las ofertas del supermercado, él se les hubiese reído en la cara. ¡Hubiese llorado de risa por tal tonta broma! Pero eso estaba sucediendo en el presente, y era tan agradable que se le hacía difícil respirar con normalidad.

𝐓𝐚𝐤𝐞 𝐎𝐧 𝐌𝐞 - {𝙽𝚘𝙼𝚒𝚗}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora