21. Todo lo que está entre nosotros

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Conan Gray - Yours

Jaemin ingresó en el cuadrado frío de paredes grises, donde solo existía una mesa de acero inoxidable cuya superficie tenía zarpazos y abolladuras en las que Jaemin no quería pensar.

El hombre de traje y corbata azul marino que se sentó al otro lado de la mesa le observó como si él fuese el criminal y no la víctima. Diablos, odiaba esa palabra. Venía de la religión y Jaemin no creía en nada más que en sí mismo. Significaba sacrificio, pero Jaemin no estaba dispuesto a sacrificarse.

-Puedes llamar a alguien si así lo prefieres- dijo el abogado, de pie a dos metros de distancia.

Jaemin negó, la chaqueta no hacía nada por cubrirle del frío que recorría la comisaria y llegaba hasta la escueta sala de interrogatorios. Se suponía que en casos protocolares esta charla debía de darse en el piso superior, sin tanto resguardo. Sin embargo, Jaemin era una figura pública y cualquier idiota podría sacar su móvil y grabar el momento en que el chico dorado de la nación reconociese a su abusador y acosador crónico.

Una vez, hacía mucho tiempo, cuando recién comenzaba a dar pasitos de bebé en el mundo colorido y cegador que era el de la fama, Jaemin aprendió por las malas cuántas definiciones de amor había en este mundo.

-Estoy bien, terminemos rápido con esto.

-Por supuesto- el hombre, o detective Park, arrastró la carpeta a la mitad de la mesa. Una mujercita pequeña y regordeta hacía de notera en la esquina más cercana a la puerta, sus movimientos ágiles llenando los formularios a toda prisa, lista para escribir las palabras de Na Jaemin. -Rastreamos la dirección informática de las imagines y dimos con la IP del sospechoso. Nos dirigimos a su ubicación y lo trajimos aquí. No ha confesado nada, pero las imagines estaban en su computadora y en un archivo resguardado de su móvil.

Impresiones a montones fueron distribuidas en la mesa. Las yemas de los dedos de Jaemin trazaron su propio rostro magullado en la fotografía del centro. Y más abajo encontró una donde sus muslos estaban expuestos. Tragó pesado, fingiendo que las náuseas no le trepaban por la garganta como lo harían las hormigas si su hormiguero fuese atacado con agua caliente.

La parte suya que seguía encadenado al pequeño pueblito pesquero, donde las brillantinas no existían y la única vez que verías a un hombre con maquillaje sería en Halloween, tuvo un colapso nervioso. Él, un tipo grande, con hombros anchos, pelo en todas partes y las manos tan ásperas como las del hombre que le tocó esa noche, había sido fotografiado de una forma tan... frágil. Expuesto de una manera en que no quisiese haberse visto, no en manos de un pervertido cuyo amor por Jaemin era retorcido, asqueroso y parecido a un parásito que no muere, solo crece chupando sangre.

Sabía que era un pensamiento horrible. Una cosa que su yo del mundo colorido no aceptaría jamás. Porque él mismo consideraba que había logrado huir de un martirio de normas sociales y camisas de leñador que poco hacían por mostrar su agradable figura. No le importaba ser hallado demasiado "bonito" para un hombre, pero no podía evitar sentirse enfermo al pensar en que habría mil desquiciados allí afuera que esperarían en las sombras por obtener más de Na Jaemin, el chico lindo de la televisión.

-¿Hay videos?

El detective asintió.

-Mayoritariamente audios.

-Vaya hijo de puta.

La mujer en la esquina se detuvo, miró a Jaemin y lució desconcertado por una fracción de segundo. El detective Park se reacomodó en la pequeña silla atornillada al suelo, aclarando su garganta para romper la tensión.

𝐓𝐚𝐤𝐞 𝐎𝐧 𝐌𝐞 - {𝙽𝚘𝙼𝚒𝚗}Where stories live. Discover now