17.- Piper

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PIPER

Cuando me despierto lo primero que hago es ver el reloj. ¿Cuánto tiempo he dormido? ¿Acaso un día? ¿Dos? ¿Tres? Todavía estoy bostezando cuando hago un rápido calculó mental.

Un día.

Eso es lo que he dormido. ¿Cómo carajos dormí un día sin que me pudiese pasar nada? Creo que la arena después de todo es algo muy compleja y todos los muros junto con los corredores hacen difícil que otro tributo te encuentre.

Miro a mi alrededor desconcertada. Todavía no ha amanecido por completo, pero mis maltrechos ojos lo ven; sería difícil pasar por alto que las enredaderas se están incendiando.

No hay tiempo para empaquetar nada. Por suerte, ya tengo la mochila y la botella de agua dentro del saco, así que me cuelgo el saco al hombro y huyo.

El mundo se ha transformado en un infierno de llamas y humo. Las enredaderas ardiendo caen de los muros convertidas en lluvias de chispas a mis pies.

El calor es horrible, pero lo peor es el humo que amenaza con ahogarme en cualquier momento. Me subo la blusa para taparme la nariz y me alegro de que esté mojada de sudor, ya que eso me ofrece una pequeña protección. Y sigo corriendo, ahogándome, con el saco dándome botes en la espalda y la cara llena de pequeñas quemaduras que se materializan delante de mí sin avisar, surgidas de la niebla gris, porque se supone que tengo que correr.

Esto no ha sido una hoguera que se le haya descontrolado a un tributo, ni tampoco un suceso accidental; las llamas que me acechan tienen una altura y un color antinatural, una uniformidad que las delata como artificiales, creadas por humanos, creadas por los Vigilantes.

Creo que ayer estuvo demasiado tranquilo; no ha habido muertes y quizá ni siquiera peleas, así que la audiencia del Capitolio empezaba a aletargarse y a comentar

que estos juegos resultaban casi aburridos. Y los Juegos del Hambre no pueden ser aburridos. Es fácil entender la motivación de los Vigilantes. Hay una manada de profesionales y después estamos los demás, seguramente repartidos a lo largo y ancho del estadio. Este incendio está diseñado para juntarnos, para que nos encontremos. Aunque puede que no sea el dispositivo más original que haya visto, es muy, muy eficaz.

Salto por encima de una piedra enorme pero un pedazo de la enredadera cae sobre mí brazo izquierdo. Con mi mano empiezo a golpear el fuego.

Dolor.

El fuego se apaga en cuestión de segundos. No debo permitir que le pase eso a la mochila. Lo que llevo adentro de ella es lo único que tengo, y ya es bastante poco para sobrevivir.

Sigo corriendo mientras doblo los pasillos que aún están comenzando a incendiarse. En cuestión de minutos noto la garganta y la nariz ardiendo. Las toses empiezan poco después, y me da la impresión de que se me fríen los pulmones. La incomodidad se convierte en angustia, hasta que cada vez que respiro noto una puñalada de dolor que me atraviesa el pecho.

El ataque ha terminado. Está claro que los Vigilantes no me quieren muerta, al menos todavía. Todos saben que podrían destruirnos en cuanto suena el gong, pero el verdadero entretenimiento de los juegos es ver cómo los tributos se matan entre ellos. De vez en cuando matan a uno para que los demás jugadores sepan que pueden hacerlo, aunque, en general, lo que intentan es manipularnos para que tengamos que enfrentarnos cara a cara. Eso significa que, si el incendio cesó, hay al menos un tributo cerca.

Con la poca fuerza que me queda, sigo moviéndome lentamente hasta que en una curva encuentro algo que me hace llorar de emoción.

Encuentro un enorme pasillo lleno de agua. Antes de entrar al agua, al otro lado, descubro a una chica bajita con el cabello negro y unos ojos negros como el carbón. La chica tiene un enorme cuchillo y me está señalando con el arma.

Varios Charlajos están imitando gritos y las dos nos desconcertamos por unos segundos. Alguien me empuja desde atrás y caigo al agua.

Acto seguido un par de manos me aprietan la garganta con fuerza. El agua no me ayuda. Estando bajo el agua comienzo a patalear para soltarme de mi oponente pero él chico no cede.

Poco a poco siento que empiezo a ahogarme.

Los Juegos del Hambre (Primer Vasallaje)Where stories live. Discover now