10.- Abel

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ABEL

Sesenta segundos.

Es el tiempo que debemos estar de pie en nuestros círculos metálicos antes de que el sonido de un gong nos libere. Sesenta segundos es el tiempo que tenemos para observar todo lo que podamos. Si doy un paso al frente antes de que termine el minuto, las minas me vuelan las piernas.

Sesenta segundos para observar el anillo de tributos, todos a la misma distancia de la Cornucopia, que es un gigantesco cuerdo dorado con forma de cono, con el pico curvo y una abertura de al menos seis metros de alto, lleno a rebosar de las cosas que nos sustentarán aquí en el estadio: comida, contenedores con agua, armas, medicinas, ropa, material para hacer fuego.

Observo el estadio y lo que veo me deja sin aliento...

Me hallo en mi pedestal y lo que me rodea es un terreno despejado y llano, una llanura de tierra aplanada, superior en tamaño a una cancha de futbol, bordeado por cuatro inmensos muros de piedra gris, cubiertos por una enredadera tupida. Las paredes debían de tener más de cien metros de altura y formaban un cuadrado perfecto. En la mitad de cada uno de los lados había una abertura tan alta como los mismos muros que conducían a unos pasadizos que se perdían a lo lejos.

El piso del estadio parecía estar hecho de grandes bloques de piedra. El cielo era azul y no había ninguna nube; sin embargo, a pesar de la claridad, no alcancé a ver el sol por ninguna parte.

            El minuto esta por acabar y me coloco instintivamente en posición de correr, no hacia los pasadizos. Si no, hacia la cornucopia…

Los Juegos del Hambre (Primer Vasallaje)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora