29.- Piper

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Había salido de la Trans-Plana por detrás de un almacén de ropa. Mi daga la perdí (más bien me la quitaron) dentro de la Trans-Plana. Recuerdo que me atore literalmente en el suelo y tuve que soltar la daga y el reloj, solo así me sentí liviana y pude continuar el viaje.

La nueva arena estaba extremadamente caliente. La ciudad estaba completamente destruida pero aparte de eso solo llevábamos un día en esta nueva arena y ya habían muerto Patty y el chido del Distrito 3; Zabri.

Confiaba en que Anabeth me enviara un arma o algo para defenderme en esta nueva arena. Por otro lado todavía no me topaba con Aruamy y Christian. Mejor para mí. A duras penas logre sobrevivir a mi primer encuentro con ellos. No quería ni imaginarme que pasaría si ya tenían otro aliado.

El calor solo dificultaba mi marcha durante el día. La primera noche tuve que dormir en un contenedor de basura porque no encontré otro sitio seguro para descansar. Seguía caminando por la calle hasta que di con otro contenedor. Antes de entrar, mire a ambos lados para ver si nadie me veía introducirme en él.

Para mi buena suerte nadie estaba observando y salte dentro del contenedor. Desabroche la mochila y saque un pedazo de ternera y agua. Literalmente devoré la comida hasta que me di cuenta que apenas me quedaba un poco de ternera y agua.

Jasón ¿Qué estarás pensando de mí en estos momentos? ¿Todavía te pareceré atractiva o acaso perdiste las esperanzas en mí? Viéndolo desde el punto de vista de los Patrocinadores aún no he hecho nada importante para mantenerme con vida y que me regalaran tan siquiera un poco de pan.

La única pelea que he tenido es con Aruamy y Christian pero considero que todavía no era mi hora de morir. Tal vez debería buscar a algún otro tributo y asesinarlo para que los Patrocinadores estén dispuestos a ayudarme.

Cierro un rato mis ojos para intentar dormir aunque sea media hora para que posteriormente reanude mi marcha. El calor apenas hace que duerma quince minutos. Me froto las muñecas y agarro mi trenza.

La pluma que me colgué antes de entrar a los juegos aún sigue atada a mi trenza. Siento que ese pluma significa todo lo que soy y decido arriesgarme a que los Patrocinadores estén dispuestos a escogerme.

Ordeno otra vez la mochila mientras hago un rápido inventario de lo que tengo: tres puños de nueces, un pedazo de pan y una botella semivacía de agua. Me cuelgo la mochila al hombro.

Poco a poco me preparo para salir del contenedor y lo voy abriendo despacio. A lo largo y ancho de la calle no encuentro ningún enemigo.

Camino por las calles con cuidado y lista para pelear en todo momento por si alguien me ataca. No encuentro rastros de otros tributos por ningún lado pero no bajo la guardia.

A media tarde, encuentro un carro azul oxidado. Creo que sería un lugar perfecto para descansar. Con una patada tiro el cristal de una ventana y acto seguido me interno en el carro.

Los asientos suaves hacen que parpadee por momentos a pesar del calor insoportable. Pongo la mochila en mi cabeza y observo el techo del carro.

Los Juegos del Hambre (Primer Vasallaje)Where stories live. Discover now