28.- Charlie

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            Mientras recorría la calle larga y solitaria, me mantuve alerta, observando las ventanas destrozadas, los callejones, las entradas ruinosas. Esperaba ver alguna señal de Zabri pero tampoco quería toparme con otro tributo.

Varios carros incendiados y oxidados estaban esparcidos por algunas calles, escombros por varios lados y el calor abrasador que aplastaba desde arriba no hacía más que dificultar la marcha.

¡Bum!

El sonido del cañón me sobresalta.

Giro en redondo para ver si cerca de mí hubo una muerte pero no veo nada. No tengo armas. Mi daga me la quitaron en el túnel. Mi única esperanza es encontrar un arma. La calle sigue vacía.

Calor.

No puedo seguir soportando el fuego abrazador así que me acerco a un edificio azul. La puerta esta semidestrozada. La pateo varios minutos hasta que la puerta cede. Cruzo el umbral y me encuentro con los restos de un vestíbulo.

Intento subir las escaleras del vestíbulo pero algo me lo impide. Cada vez que doy un paso, una corriente eléctrica nada amigable me recorre el cuerpo. Estúpidos Vigilantes, seguramente tienen limitado todo el estadio y los edificios. Pruebo con el elevador pero tampoco funciona.

Con la puerta principal destruida los demás tributos sospecharan que algo raro pasó. Como puedo junto los restos de la puerta, acto seguido la coloco en la entrada. Al menos no estaré tan expuesto.

Mis tripas protestan por el hambre.

La ternera que tengo todavía es comestible así que la trago. Tomo un poco de agua y me queda apenas un litro. Espero encontrar agua en este lugar porque si no moriré de deshidratación.

Seguramente a estas alturas la Fase Uno fue para eliminar a los más débiles.

El día transcurre con relativa calma hasta que cae la noche. La temperatura desciende drásticamente. El aire estaba más helado que de costumbre y la oscuridad casi era total. Apenas escuche el himno del Capitolio asome mi cabeza por la puerta para que sepa quién de los tributos murió este día.

Distrito 2, Patty. Su muerte me toma por sorpresa porque pensé que sería una finalista. Quedamos once por jugar (Incluyéndome).

Un paracaídas plateado bajo del cielo. ¡Mi primer regalo! Hezel lo consiguió. Salgo cuidadosamente del vestíbulo para llegar a mi regalo. Cuando observo lo que es, una sensación de felicidad invade mi cuerpo. Hezel me ha enviado mi arma favorita.

La perfecta hoja triangular de cincuenta centímetros reflejaba mi cara. Bronce pulido. Empuñadura de madera. Hoja de doble filo y una funda de cuero nueva.

Hezel me envío una Daga.

Cuelgo la funda de cuero en mi cintura junto con el arma envainada. Antes de que entre en mi refugio escucho el sonido de una ventana rompiéndose. Sin dudarlo siquiera cruzo el umbral de la puerta.

Me escondo detrás de un viejo sofá marrón para no tener que luchar. Los minutos pasan pero no escucho otro ruido. No me di cuenta en que momento me dormí con la espalda recostaba en el sofá.

Cuando despierto lo primero que siento es el fuerte calor que hay. Me incorporo mientras me estiro para enfrentarme a un nuevo día.

¿Cuántos días ya pasaron desde que iniciaron los juegos? ¿Diez? ¿Quince? ¿O acaso ya llevamos semanas? Solo espero que todo este sufrimiento termine de una vez...

Los Juegos del Hambre (Primer Vasallaje)Where stories live. Discover now