Epílogo

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Sujeto la taza con ambas manos, aunque el calor del té se perdió hace rato con el aire helado. Jasón está a mi lado, con nuestras manos entrelazadas. Me gira lentamente la cabeza y lo beso.

Una sensación de felicidad me invade el cuerpo.

Si apareciera una jauría de perros salvajes no tendríamos oportunidad de pelear. Tendríamos que levantarnos, movernos y dejar que la sangre nos recorrieran las venas. A lo lejos escucho un mugido y me levanto de un salto. Instintivamente llevo mi mano a donde debería estar mi Daga.

-Tranquila- habla Jasón mientras me rodea con sus brazos- estás conmigo. Ya estas a salvo, en casa-

-No. No me siento a salvo-

-Lo estas, conmigo- responde él chico mientras me rodea con sus brazos.

El alba ilumina nuestro claro. No puedo luchar contra el sol, solo puedo observar con impotencia como me arrastra a un día que llevo meses teniendo.

A las dos de la tarde estarán todos en la plaza pública para celebrar los Vigésimos Sextos Juegos del Hambre. Los periodistas, los equipos de televisión y Desiree, mi antigua acompañante recién llegada al Distrito 12 desde el Capitolio.

Si estuviera en mis manos, intentaría olvidar Los Juegos del Hambre no hablaría nunca de ellos. Fingiría que todo es un mal sueño. En los distritos no solo nos vemos obligados a recordar la mano de acero del Capitolio una vez al año sino que, además, nos obligan a celebrarlo.

Este año yo soy una estrella del espectáculo. Tendré que viajar al Capitolio para ser Mentora de los chicos que saldrán elegidos este año en la cosecha. Ponerme delante de la multitud para que me vitoreen, aunque en realidad me odien. Mirar a la cara a los familiares de esos chicos que he matado...

El sol sigue empeñándose en salir, así que hago un esfuerzo por levantarme. Agarro con fuerza la mano de Jasón y nos levantamos. El sol ilumina el bosque e iniciamos el largo paseo de hora y media para llegar al pueblo.

-Pipes -Dice Jasón- pase lo que pase hoy, recuerda que siempre te seguiré amando-

-Cállate y ahora bésame- le digo con una risita.

El chico obedece y me besa lentamente. Lo rodeo con los brazos y caemos juntos al musgo. Nos dirigimos a la alambrada del Distrito 12. La cruzamos tomados de la mano mientras empezamos a recorrer el polvoriento camino para ir a mi casa a la aldea de los vencedores.

Las mechas rubias de Jasón le caen por la frente. Aferro con más fuerza su mano izquierda mientras seguimos caminando juntos. Las ventanas de la veta están cerradas, solo pocas madres con sus hijos están en la puerta de su casa y los abrazan.

-Tengo miedo- susurro

-No debes temer. Recuerda es mi última cosecha. Mañana cumplo 19-

-Lo sé, es solo que tengo miedo de que pase lo inevitable. Además recuerda que este año tendré que irme otra vez para ser mentora de los tributos elegidos-

-Pipes- él chico me mira lentamente mientras sus ojos azules me tranquilizan- Te amo.

-Y yo a ti-Contesto mientras lo beso.

A la una en punto nos dirigimos a la plaza. La asistencia es obligatoria, a no ser que estés a las puertas de la muerte.

Jasón se despide con un beso y se va a la sección de los chicos de dieciocho años.

Es una verdadera pena que la ceremonia de la cosecha se celebre en la plaza, uno de los pocos lugares agradables del Distrito 12. La plaza está rodeada de tiendas y, en los días de mercado, sobre todo si hace buen tiempo, parece que es fiesta. Sin embargo, hoy, a pesar de los banderines de colores que cuelgan de los edificios, se respira un ambiente de tristeza.

Los Juegos del Hambre (Primer Vasallaje)Where stories live. Discover now