35.- Abel

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-Ahí esta- grito Monse

-Corran-

Cervantes ya estaba alcanzando a Kriz, cuando este dobló una esquina.

Durante la madrugada estaba haciendo guardia cuando a lo lejos vi una sombra moverse. Al principio, no le tome mucha importancia hasta que vi la primera flecha dirigiéndose hasta mí.

Instintivamente me arroje a un lado y la flecha paso de lado.

-¡Levántense güey!- grite.

Monse y Cervantes no tardaron en ponerse en pie y en menos de un minuto ya tenían las armas listas y comenzó la cacería del chico.

-¡Ahí!- señale con el dedo.

Corríamos atreves de las calles. Faltaba poco para amanecer y aún no habíamos atrapado al chico. El chico se volteaba de vez en cuando y lanzaba una flecha. Erro varios tiros pero lo único que hacía lanzándonos flechas era detener nuestra marcha. Quizá necesitaba algunos segundos para darse unas falsas esperanzas.

-¿Quién es?- pregunto Monse

-Kriz -dijo Cervantes- Distrito 12-

-¿12?-

-Si Abel, 12-

Es poco común que algún tributo del Distrito 12 llegase tan lejos en unos Juegos del Hambre. Normalmente son los primeros en morir en el baño de sangre inicial, pero este chico había llegado muy lejos. Lástima que hoy será su última noche.

Corremos un buen tramo hasta que Monse dobla una calle.

-¡Eh!- grito.

Cervantes solo sigue señalando a kriz que cada vez está más cerca. Doblamos una calle que al principio se me hace vagamente familiar. Hasta que no veo la cara sangrante, no se me acuerda que es la calle en donde encontramos el cadáver de Zabri.

Kriz se voltea una última vez con el arco cargado. Al instante en que la flecha sale volando de una forma perfecta, Cervantes no tiene el tiempo suficiente para esquivarla.

La punta de acero atraviesa su estómago y la sangre comienza a correr. Cervantes cae al suelo gritando de dolor. Recorro los últimos metros que me separan de mi compañero. Con sólo echarle un vistazo a la herida sé que está más allá de mis conocimientos de sanador, y seguramente esté más allá de los conocimientos de cualquiera. La punta de la flecha se ha clavado hasta el fondo en su estómago.

Me agacho a su lado y veo la flecha con impotencia; no tiene sentido intentar decirle algo, no es idiota y sabe que terminara muriendo.

-Hazlo pagar ¿Sí?- susurra.

-Tenlo por seguro-

Cervantes ha cerrado los ojos. Todavía se le mueve el pecho, pero cada vez con menos fuerza. Sueña el cañonazo que indica que Cervantes ha muerto.

Una sed de venganza me invade el cuerpo. Agarro la flecha de Kriz y me pongo en movimiento, buscando a su asesino.

Llego a la entrada del callejón, guardo silencio y apenas es audible; alguien está agonizando. Espero que Kriz haya tropezado y se haya roto algún hueso. Sé que es mucho pedir pero, con el hueso roto, lo haría sufrir de muchas maneras.

Sin embargo antes de llegar al final del callejón, lo que encuentro me toma por sorpresa. Una cara feliz hecha con sangre. ¡Carajo! ¡Esto no puede estar pasando! Es la segunda vez que veo la misma firma del asesino. Entonces lo comprendo, alguien se me adelanto y cogió al chico, pero Igual esto indica que algún tributo se volvió completamente loco y está haciendo esto para asustarnos a los demás.

Hago unos rápidos cálculos mentales para saber quiénes seguimos con vida; Monse, Kike, Charlie, Aruamy, Piper y Yo.

Seis. Solamente quedamos seis tributos y uno de nosotros era un psicópata.

Una extraña mezcla de miedo y duda me invadió. Me pregunto que pensara la audiencia de esté singular personaje. ¿Sera que lo maten los Vigilantes para que el ganador no sea un psicópata? ¿O acaso lo dejaran ganar porque es del agrado del Capitolio?

Mientras razono los últimos acontecimientos, sigo buscando a Kriz. Lo encuentro al fondo del callejón, pegado a la pared en medio de un charco de sangre que proviene de su garganta.

No puede ser. Tenía razón acerca de mí teoría. ¡Carajo! Ahora no podré cumplir mi promesa.

-¿Quién?- pregunto furioso mientras lo pateo

Él chico se retuerce de dolor pero no puede gritar, solo emite un sonido, como un animal herido. Su pecho se deja de mover poco a poco, pero, antes de que dejara de moverse, levanta su mano derecha y señala un camión escolar.

Recorro con la mirada el camión.

Una sombra se aleja corriendo.

No lo pienso demasiado y comienzo a seguir a la sombra. Antes de salirdel callejón, escucho el sonido del cañón.

Los Juegos del Hambre (Primer Vasallaje)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora