45.- Charlie

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El sonido del cañón me toma por sorpresa. Otro tributo caído. Ahora solo quedamos tres. ¡Puedo ganar! Solo tengo que deshacerme de los otros dos que queden vivos sean quienes sean.

Intento doblar por decimosexta vez en una calle pero no puedo. La electricidad del campo de fuerza me lanza hacia el suelo, me levanto mientras sacudo el polvo de la ropa. Me pregunto ¿Dónde nos estarán conduciendo los Vigilantes para que se produzca el baño de sangre final?

Entonces escucho un bramido.

Monse viene corriendo hacia donde estoy. No tiene el tridente, de hecho lleva las manos vacías, pero va directo hacia mí. Saco mi daga manchada de sangre, mientras me preparo para luchar.

Me preparo, pero ella se estrella contra mí sin intentar frenar antes. Por los jadeos y el sudor que le cae de la cara amoratada, sé que lleva mucho tiempo corriendo, pero no hacia mí, sino huyendo de algo. ¿De qué?

Examino la calle justo a tiempo para ver como el enorme animal aparece. Después salgo corriendo a ciegas detrás de Monse sin pensar en nada que no sea salvarme el pellejo.

El bramido se volvió demasiado intenso.

Mutación, no cabe duda. Nunca había visto a este muto, pero no es un animal de la naturaleza. Aunque parece un toro enorme, tiene un voluminoso cuerpo de humano. Veo todo eso de lejos; estoy seguro de que es letal.

Corro lo más deprisa que puedo hasta que me doy cuenta de que he llegado al centro de la ciudad. No hay donde esconderse... Si la hay.

La encuentro brillante y reluciente bajo la luz solar.

La Cornucopia está a pocos metros de mí. Otro bramido.

Empiezo a trepar y escalar la Cornucopia con pies y manos. La superficie de oro puro ha sido diseñada para parecer el cuerno-tejido que llenamos durante la cosecha, así que hay pequeñas crestas y costuras a las que agarrarse, pero, después de un día bajo el sol del campo de batalla, el metal está tan caliente que me salen ampollas en las manos.

Monse está tumbada de lado en lo alto del cuerno, unos seis metros por encima del suelo, jadeando para recuperar el aliento mientras se asoma al borde, sintiendo arcadas.

Es mi oportunidad para acabar con ella; saco la daga mientras me acerco hacia ella... Sin embargo, justo cuando estoy a punto de saltar hacia ella, una voz femenina grita. Reconozco la voz; Piper sigue viva.

Tres. Solo quedamos nosotros tres. Abel ha muerto. Eso me da una ventaja.

Me vuelvo y veo que Piper acaba de salir del hueco de la Cornucopia. Ella está trepando aunque el minotauro le pisa los talones.

-¡Trepa!- Chillo.

Piper empieza a subir con dificultad, por culpa de la daga que lleva en la mano. El minotauro se encuentra a dos metros de la Cornucopia. Sus enormes cuernos están manchados de sangre.

Piper llega a mis pies, así que la cojo del brazo y la subo. Entonces recuerdo que Monse está esperando arriba y me vuelvo rápidamente, nos arrastramos a la parte alta, donde nos espera el menos malo de nuestros problemas. Monse todavía no se ha puesto en pie, aunque respira con más calma y pronto estará lo bastante recuperada para atacarnos y lanzarnos al suelo para que nos maten.

Escucho un bramido más fuerte que los anteriores y me vuelvo para ver lo que hace el minotauro. El muto embiste la Cornucopia y el impacto la hace vibrar a tal grado que nos caemos al suelo.

Piper grita.

El minotauro sigue bramando mientras me incorporo y tomo la daga para matar a Monse. Estoy volviéndome para asesinar a Monse cuando Piper grita:

-¡Cuidado!-

Justo cuando termino de voltearme, una hoja triangular se entierra en mi estómago. Monse ríe como loca mientras jala con fuerza la daga.

La hoja sale de miestómago seguida de la sangre.

Los Juegos del Hambre (Primer Vasallaje)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora