38.- Abel

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-¿Pero no viste quién era?- repite Monse por millonésima vez

-¡No! Carajo te he dicho que nos mil veces. Solo vi su sombra, es todo nada más-

-¡Verdes! ¿Quién podrá ser? Sinceramente Abel, creo que es un truco de los Vigilantes-

No contesto su pregunta y le digo que haré la primera guardia de la noche. Hace menos de tres horas que vimos su cara de Cervantes en el cielo junto a la de su asesino.

La chica se va a dormir y a mitad de la madrugada la despierto.

-No ha pasado nada. Buenas noches- digo mientras cierro los ojos.

A la mañana siguiente sigue habiendo un calor infernal. Desayunamos tranquilamente y al finalizar comenzamos a cazar a los demás tributos que faltan. Ráfagas de aire levantan la arena del suelo que estorban mi visión. Hasta bien entrada la tarde, Monse dice que hemos llegado a la plaza de la ciudad.

-¿Plaza?- pregunto irritado porque no ha pasado nada interesante

-Bueno, plaza o centro es lo mismo. Mira es más tendría su propia piscina en otros tiempos- dice y señala un enorme agujero que está ubicado justamente en el mero centro.

-¿Qué carajos me importa? –respondo y continuo- claro está, que este llena de agua no me vendría nada mal. Es más le agradecería a los Vigilantes-

-Sh- hace Monse repentinamente, acto seguido se lleva un dedo a los labios mientras señala una calle.

-Es Kike y al parecer tiene un aliado- dice mientras sonríe de forma amenazadora- deberíamos darle una lección por habernos abandonado ¿No crees?-

-Excelente idea Monse, excelente idea- contesto sonriendo.

Antes de que comience a correr para darles caza, del cielo baja un paracaídas con un tridente.

Los Juegos del Hambre (Primer Vasallaje)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora