4. Locura

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Un sueño.

  Un extraño sueño, en el que ella no estaba en su casa en Dumnhall. Estaba en algún lugar lejano. Indescriptible. La ira corriendo a través de sus venas. Enfado. Rabia. Y luego un hombre de la nada. ¿Rannoch? ¿Fergus? No. No eran sus parientes.

El hombre de cabello rubio y ojos azules, ¿o eran cafe? no importaba, caminó hacia ella, con una daga en su mano. Su daga. ¿Cómo consiguió su daga?

  La voz de su abuela en su oído. Llorando. Gritando. Pidiéndole ayuda. Rogándole encontrar las pruebas para destruir a alguien, que cobre una venganza. Joanne giró en círculos en busca de su abuela. Buscando una manera de sofocar su sufrimiento.

  Un círculo completo y de nuevo se enfrentó al hombre con su daga transformándose dentro y fuera de foco.

  Un sueño que se escapa.

  Ella entreabrió los ojos de golpe, solo fue un sueño. Oscuridad. Oscuridad a su alrededor. Aire viciado, casi sofocante.

Sus ojos se abrieron más. No, no oscuridad total. Rayas de luz de luna se filtraban a través de la ventana. Los carbones brillaban anaranjados en una chimenea al otro lado de la habitación.

Carbones que deberían estar en el lado opuesto de ella.

  Levantó la mano, sintiendo la cabecera sobre ella. No estaba boca abajo en la cama.

Volteó su cabeza sobre las almohadas, sus ojos buscaron la luz de la luna. Las cortinas no estaban cerradas, así que ¿por qué tanto calor y por qué no veía casi nada?

 Listones, persianas. Las ventanas de su dormitorio no tenían contraventanas.

Esta no era su habitación.

  ¿Dónde estaba ella?

Su cabeza pesaba mil piedras, rodó hacia un lado, levantándose en posición vertical. Las puntas de sus botas tocaron las tablas del suelo. ¿Por qué llevaba botas en la cama?

Con un empujón hacia arriba, se puso de pie y se tambaleó hacia las brasas de la chimenea. Se puso de rodillas y sus dedos tropezaron en la oscuridad hasta que encontró un trozo de madera junto a la chimenea en el hogar de mármol. Lo levantó, empujando el borde hacia las brasas encendidas. Lo último que necesitaba el aire de la habitación era más calor, pero no podía ver nada.

  La corteza de la madera se incendió rápidamente y con la luz miró a su alrededor. Un dormitorio, bonito con colores claros decorando la habitación. Paredes blancas. Telas color melocotón y rosa. Una robusta cómoda a lo largo la pared junto a las ventanas. Una cama con dosel de líneas finas y elegantes. Un cómodo sillón de orejas junto a la chimenea, a dos pies de distancia de ella.

 Tuvo suerte al tener las botas puestas y no golpearse el dedo del pie con la silla en la oscuridad.

 Sus ojos se cerraron por un momento mientras su barbilla se hundió en su pecho.

  Reconoció esta habitación. La habitación de su sueño.

Se hundió hacia atrás, aterrizando con un ruido sordo en su trasero cuando sus ojos se abrieron.

El sueño, no un sueño. La realidad. El hombre. El hombre que había estado en esta habitación exigiendo cosas de ella, era real. ¿Qué había exigido?

Su mente retrocedió horas.

  Su nombre.

  Quería saber su nombre.

  Y ella quería saber dónde estaba.

  Había estado en la casa de su abuela en Dumnhall, a salvo en su dormitorio, y ahora estaba aquí. ¿Cómo era eso posible?

El Duque del EscándaloWhere stories live. Discover now