5.2 The heat of Horanghi and Nunpyobeom

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— ¿Estás seguro de que nadie nos siguió?

—Sí. Puedo hacer una revisión a todo el perímetro si lo desea, mi señor. —propone Namjoon con rapidez. Jimin se deshace agraciadamente del jangot que estuvo llevando todo el tiempo para cuidar su identidad.

Namjoon se fija con facilidad de que la ropa no es una que le luzca. De colores terrosos y sucios, carentes de sentido con su existencia pálida y pulcra. Sin embargo, de esa forma nadie se daba cuenta de que era alguien de la realeza.

Mon se acomoda en el primer rincón que le gusta y la casa es sacudida de pies a cabeza por Namjoon. No es tan grande como la anterior, pero sí más grande que la suya. Si no le dicen de qué forma llegar aquí, no lo habría sabido ni en un millón de años. Es el lugar más recóndito de Hwanwon, indudablemente.

Perfecto para mantener seguro al Omega nacido del invierno.

Cuando acabó con la limpieza, se dedicó a buscar lo que podría hacerse para comer. Como acostumbre, lo hizo todo solo. Tan preparado, bien adornado y puesto como de costumbre. Con la diferencia de que en esta ocasión, hay un plato más.

—Muchas gracias por la comida, Namjoon.

—No hay de que, mi señor. —responde observándolo con cautela.

La carne menos cocida a lo habitual, un hedor más fuerte y penetrante, especias silvestres menos procesadas. Hay aquí que dista de la vida aristocrática de Jimin y el paladar que crea. El Omega es reticente al inicio, con sus modales impidiéndole decirlo en voz alta o demostrarlo.

Con el paso de los bocados, sus ojos se van dilatando, sus orejas se levantan y su hedor se intensifica.

Para Namjoon inicia algo maravilloso: rutina. Despertar por la mañana, hacer una ronda de supervisión por el territorio, preparar el desayuno, comer juntos con la puerta abierta para ver el paisaje nevado; salir a cazar lo que comerán después y dejarlo cocinarse para la hora entre la cena y el almuerzo

A veces extrae la piel para usarla después, a veces solo saca los órganos y nada más.

Lo importante al final, es que esta vez lo hace con Jimin observándolo. No hablan mucho, más bien son monólogos de parte del leopardo. La vivienda está llena de libros, lienzos y demás objetos que da la sensación de ser un escondite para amantes. Jimin lee en voz alta, opina al respecto, a veces juegan Mahjong.

Es una convivencia tranquila y cálida a pesar de que él es el peor frío que nadie podría toparse.

— ¿Has tenido compañeros?

—He tenido algunos. Solo por no pasar el celo sin nadie—responde Namjoon. Jimin balancea las piernas de adelante hacia atrás, echado boca abajo en el futón descuidadamente estirado en el suelo de la habitación—, pero no han sido nada duradero. En su mayoría, aceptaron bajo el temor de que los asesinara.

— ¿Y qué pasó después?

—Quisieron quedarse y los hice irse. Poco me interesan las personas que ameritan tanta charla para saber si valgo o no su cariño.

Jimin ronronea, echando las orejas atrás; gatea hacia Namjoon y lo abraza por los hombros.

—Supongo que me desprecias entonces. —asume Jimin en voz baja.

—Es imposible para mi despreciarlo, mi señor. — asegura Namjoon. Jimin se ríe.

— ¿Me lo demostrarías? Cuán lejos puede llegar tu aprecio por mi. —Frota su mejilla con la de Namjoon, suave y lento. Namjoon le toma de la muñeca y da un beso en el dorso de la mano.

—Si eso desea.

Jimin da una risita.

—Se supone que no debería dejarme tocar por nadie. Cuando me case, no puedo ser un animal usado—comenta en tarareos, enrollando dedos en el cabello de Namjoon—, pero por una vez, me gustaría saber cómo se siente ser apreciado como lo que soy.

Namjoon lo atrae para tener en su regazo. Junta los labios con Jimin, quien le sujeta de una mejilla y enrolla su cola con la contraria.

Como bien dijo, carece de experiencia, por lo que Namjoon no tiene molestia en guiar cada contacto entre ambos. Poniéndolo bajo suyo y manteniendo la posibilidad de que se arrepienta en cualquier minuto. Afortunadamente, ese instante no llega.

Verse desnudos los hace erizarse por completo. Los ojos dilatados y las orejas hacia atrás. Jimin se dedica a besar a Namjoon, acariciando su cabello, sus hombros y espalda; suspirando y jadeando cuando los besos se trasladan a su mentón y cuello. El Alpha desliza los dientes grandes y mortales, rasguña superficialmente la piel pálida y levanta una oreja por la exclamación de Jimin.

El leopardo resuella al sentirse invadido, constipado e impresionado por la forma en que su pequeño cuerpo puede albergar la virilidad enorme del contrario. Se miran a los ojos por largos minutos, el cabello pegado a sus cuerpos por el sudor caliente.

—¿Está bien?

—Sí... Sí estoy bien.

Da un tímido beso a lo labios de Namjoon y lo abraza contra si. Aprieta los ojos y cierra las piernas en la cadera de Namjoon, sintiendo sus embistes primero suaves y lentos; el pene que desliza poco a poco en su estirado interior, cada vez más acostumbrado a esa invasión.

Cuando la incomodidad desaparece y el dolor es nulo, Jimin gime con fuerza y el placer es evidente en sus hormonas sueltas, tratando de eclipsar las de Namjoon igual e incluso más fuerte.

Porque nunca se había sentido así de cómodo. Algo que Namjoon no mencionó a Jimin, es que nunca lo había hecho con otro beastman. Los herbívoros ni siquiera bajo amenaza acceden. Asustados de morir.

Él es el primer compañero beastman en su vida. Desea y tiene por aspiración que sea el único. Igual en Jimin.

—No... adentro.

—Lo tengo en cuenta.

Jimin se arquea, gimiendo cada vez más agudo y emitiendo el sonido de su amante, quien no resiste morderlo en el hombro, controlando lo suficiente su animal interno para no hacerlo en el cuello.

No hasta que Jimin descubre por si mismo aquella zona de su cuerpo. La ofrezca para poseerlo por completo.

¿Cómo está tan seguro de que Jimin lo hará?

Es simplemente obvio.

Tampoco piensa soltarlo. Nadie más le dará la protección y estabilidad que puede brindarle. Jimin por su parte, aun sintiendo el corazón del tigre contra su pecho y la semilla caliente derramada en su abdomen, se cuestiona si podría permanecer eternamente en estos brazos tan protectores y llenos de encanto.

—No me sueltes aun. —pide Jimin adormilado. Su cuerpo entero no deja de hormiguear.

—Lo haré cuando lo pida, mi señor.

Children of Winter || NamMinWhere stories live. Discover now