Capítulo 2

8.8K 920 204
                                    


A Lady Daena Hightower no le agradaba el príncipe Jacaerys Velaryon y tenía muchas razones para eso. En primer lugar, en su breve interacción le pareció un engreído de primera. Segundo, su primo Aemond no sentía ningún aprecio por el muchacho ya que este había participado indirectamente en la mutilación de su ojo. Y ella siempre apoyaría a Aemond, su primo favorito. Y tercero, el príncipe representaba todo lo que ella aborrecía: la vida estricta de la corte, sobre todo para las mujeres.

Daena era una chica alegre y que gustaba de compartir sus opiniones, lo cual a su tía, la reina Alicent, le traía un dolor de cabeza. No la dejaba acercase demasiado a los caballos para montar, ni la dejaba acudir a entrenamientos con el arco, ni mucho menos dar su opinión con respecto a cuestiones realmente relevantes en el reino.

Por eso Aemond era su primo favorito, porque cada vez que podía la llevaba a cabalgar o le comentaba cosas realmente importantes sobre la política de los siete reinos y no sólo de absurdos matrimonios.

Miro a la Septa que las ayudaba a ella y a Helaena con sus bordados. Estaba tan aburrida que solo podía pensar en cuando se acabaría eso. A ella no le gustaba mucho bordar, se le daba mejor el baile y la música, pero su prima bordaba entusiasta una especie de bicho raro.

- ¿Qué es eso? - preguntó a su prima en un intento de no morir de aburrimiento.

- Oh, es una especie de araña, aunque aún no se sabe muy bien de ella, la han visto por Peentos - le explicó - Venía algo de información en el libro que Jacaerys me ha regalado.

Ella la miro sorprendida. Sabía la afición de su prima por los insectos pero generalmente la gente la ignoraba. No podía imaginarse que una persona como el príncipe tuviera esos detalles con su tía.

- ¿Te ha traído un regalo? - preguntó.

- Claro - dijo como si fuera obvio - Jace y yo siempre nos enviábamos cuervos. Dice que le gusta saber sobre entomología, al parecer es el único.

- No me lo esperaba de alguien como él - dijo Daena volviendo a su bordado.

- ¿Por qué? - preguntó curiosa.

- No me parece una persona muy agradable.

Helaena soltó un risita.

- Lo es. No te dejes llevar por sus títulos o por lo que sea que Aemond te dijo de él.

La chica la miro dubitativa.

- Me parece muy estirado - mencionó - ¿escuchaste sus requisitos para una esposa? Por los Dioses, en unos años tendremos a una mujer en el trono y las personas de aquí aún no evolucionan en sus opiniones.

- Yo creo que la chica que se case con Jace será muy afortunada - dijo Helaena - Al menos tendrá un esposo amoroso.

Daena se removió en su asiento incómoda. Su prima estaba casada con Aegon quien era un hombre bastante estupido que gozaba de cierto tipo de vida.
No supo que decir ante eso pero por suerte su tía Alicent entró en la habitación.

- Deben alistarse para partir - mencionó haciendo referencia a la cacería real a la que asistirían.

Ambas jóvenes asintieron y partieron a sus aposentos para cambiarse de ropa. Las pertenencias de ambas ya estaban empacadas y Lady Daena como siempre usaba un vestido con tonos verdes en representación de su casa.

Se presentó en el patio del castillo donde esperó junto a los demás. Sin embargo, cuando vio cierta melena castaña acercándose no pudo apartar la mirada aunque quisiera. El príncipe Jacaerys llevaba su habitual conjunto negro acompañado de una capa. Daena lo inspeccionó de arriba a abajo, le parecía bastante guapo si era sincera.

- ¿Viajará con nosotros, sobrino? - dijo Helaena, que se encontraba a su lado.

- Claro - dijo y luego miro a la chica - Lady Daena - dijo haciendo una inclinación con la cabeza y le sonrió.

- Mi princípe - dijo ella haciendo una pequeña reverencia.

Ambos se miraron durante un tiempo sin apartar la vista el uno del otro, hasta que la presencia del Rey llamó su atención.

- ¿Todos listos? - preguntó el Rey - Aemond llegará cabalgando ¿dónde está Aegon?

Helaena negó con la cabeza haciendo saber a su padre que no asistiría. El hombre suspiró pesadamente.

- Bien.

El carruaje real llegó y todos se alistaron para subir. Jace se acercó de manera amable para ayudar a su tía y a los pequeños hijos de esta a subir. Pero cuando extendió su mano a Lady Daena está lo ignoro. Jace soltó una pequeña risa burlona y negó con la cabeza.
Que mujer más altanera, pensó.

El viaje fue tranquilo. Y aunque las insinuaciones de la bastaría del príncipe por parte la Reina se hacían presentes de vez en cuando, Jace respondía de manera calmada, ignorando sus palabras. Eso le había enseñado Ser Harwin Strong, un hombre inteligente no se deja llevar por la rabia, un hombre de honor no sucumbe ante sus emociones o sus deseos. Y era lo que él hacía siempre, seguir esas palabras como una guía para su vida.

En el lugar, su abuelo le mencionó que saldrían por la tarde para cazar un ciervo así que podía alistarse tranquilo.
Miro los caballos que estaban en el lugar y nervioso se acercó a uno. Él no era muy bueno montando. En Dragonstone no era usual hacerlo, más bien se dedicaban a sus dragones.

Trató de acercarse a uno pero este, nervioso, dio varios pasos hacia atrás y soltó un resoplido. A sus espaldas escucho risas. Miro por sobre su hombre y vio a su tío Aemond y a Lady Daena burlándose de él.
Intentó ignorarlos pero las risas cada vez eran más altas y la chica tapaba su boca con su mano, para evitar reír ante algo que Aemond le mencionaba al oído.

- ¿Algún problema tío? - dijo mirándolo y tratando de ignorar a la chica.

- Veo que tienes problemas - señaló con la cabeza al caballo.

- ¿Aún ves bien? - preguntó irónicamente - me sorprende.

Aemond abrió la boca para decir algo pero la chica se le adelantó.

- Es usted un hombre desagradable de verdad - lo miró enojada. No le agradaba que insultaran a su primo.

- Y usted se mete donde no la llaman, mi Lady. Limítese a sus actividades.

Ella quedó con la boca abierta sin saber que decir. Jace se dio vuelta y volvió a tratar de subir al caballos, sin importarle si la chica tenía algo más que decir. Y ella enojada apretó los puños porque un hombre por primera vez la había dejado hablando sola.

Dutty | Jacaerys Velaryon Where stories live. Discover now