Capítulo 38

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Días antes

Baela,
Sé que fui un idiota y que te prometí que no haría esto nunca más, que dejaría atrás todo por ti y por mi.
Por favor, perdóname.
Te amo ¿si? Maldita sea, nunca pensé que esto pasaría. Pero te amo. Haces mis días menos miserables, me vuelves mejor persona, me das un propósito.
Solo por favor, hablemos.
Iré con Vhagar a la isla cercana a Dragonstone mañana al anochecer.
Por favor, acude y hablemos.

Aemond.

Aemond aterrizó con Vhagar en el lugar exacto donde le había indicado a Baela que se encontraran. Y sólo podía pensar que por favor ella llegara, que hiciera caso a las desesperadas palabras que había puesto en el mensaje que había enviado. Tenía muchas cosas que necesitaba decirle, pedirle perdón por actuar como un tonto y dejarse llevar por sus impulsos. Explicarle todo. También necesitaba decirle por qué había actuado así, desahogarse.

Su infancia no fue muy buena y a pesar de que le había comentado a Baela un poco sobre eso, quería explicarle bien por qué había actuado así. Sus primos eran importantes para ella, y aunque él no entendiera el cariño que ella sentía por los bastardos, lo respetaba. Ya que él, de cierta manera, sentía el mismo cariño irracional hacia su familia y hacia ella. Y no quería herirla ni lastimarla de alguna forma.

Ella no era un juego para él, y quería dejárselo en claro. Estaba dispuesto incluso a enfrentarse a su madre, enfrentarse a Daemon si era necesario. Pero la quería a su lado, la quería con él.

Se sentó en el suelo por un momento, mientras miraba a Vhagar volar por el cielo, esperando que en cualquier momento una dragona más pequeña apareciera a su lado, con Baela montando en ella. Carajo, estaba tan ansioso que le sudaban las manos.

Volvió a mirar el anillo que tenía en sus manos. Era de oro y el emblema Targaryen estaba en el centro, y por dentro decía su nombre junto al de ella. Esperaba realmente que fuera de su agrado, que lo quisiera portar con orgullo.

Pero la noche avanzaba y aunque intentaba esperar pacientemente, se estaba empezando a preocupar. ¿Ella vendría, cierto? ¿Acudiría a su encuentro? Las palabras que puso en la carta, todo el amor que le expresó iban a funcionar ¿no?

Sin embargo, cuando el sol empezó a asomar y él continuaba solo en la compañía de su dragón comprendió finalmente que ella no vendría. Su corazón se rompió aún más y lanzó con fuerza el anillo al mar.

Actualidad

La mañana de la boda había llegado, y Daena no había llorado ni un poco. No quería estar lamentándose mientras no podía hacer nada, no tenía para que llorar. Pero tampoco pudo dormir durante la noche y su rostro lo demostraba. Nadie la había visitado aún, y su doncella y Ser Erryk ya no estaban con ella. En su lugar, habían dejado a Ser Criston Cole custodiándola de cerca. Tampoco la habían dejado ver a Reid y no sabía cómo estaba su pequeño, pero se dijo a sí misma que no valía de nada llorar, y simplemente pensó en la mejor manera de salir de esa situación. Pero no había forma.

¿Por qué? Se preguntaba una y otra vez. ¿Por qué Aegon había tomado el trono? ¿Por qué estaba permitiendo eso? Estaba claro que su primo era un patan en muchos sentidos, pero sabía que él no quería el trono de hierro. ¿Para que quererlo si eso sólo lo ataría a un deber y a una posición que él no quería? Y aunque era un idiota estaba segura que ninguno de sus tres primos permitiría lo que le estaban haciendo. Entonces ¿qué pasaba? ¿Tan equivocada había estado con respecto a ellos?

Cuando Helaena apareció en su habitación esa mañana a penas la miró. Tenía los ojos rojos e hinchados, había estado llorando. Pero por primera vez en su vida a Daena no le importó que le había pasado. No le interesó nada de eso.

Dutty | Jacaerys Velaryon Where stories live. Discover now