Capítulo 44

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A pesar de que Jace estaba contento de que las cosas se habían arreglado y que estaba viendo a su madre sentada en el trono de hierro aún habían muchas que le molestaban. En primer lugar, había quedado como un idiota llevando un montón de personas a Desembarco del Rey para nada. Y sabía que el gasto de movilizar a todo ese ejército no sería pagado por los Lores, tendría que ser la corona quien les retribuyera todo eso de algún modo u otro. Al menos con Cregan ya tenían un acuerdo pactado que beneficiaría a ambos. Solo debía esperar que el embarazo de Daena avanzara bien, si tenía una hija sería inmediatamente prometida a Rickon Stark, el pequeño hijo de Cregan. Si tenían un hijo, tendrían que seguir intentando hasta tener una niña, y la verdad es que él no se quejaría de eso.

En segundo lugar, Daemon no dejaba de mirarlo con odio y resentimiento, y ahora Jace pensaba que debería dormir con una daga bajo su almohada por su propia seguridad. Y en tercer lugar, había una extraña razón por la que ese pacto entre su madre y Aegon no lo convencía del todo. No le preocupaba él, sabía que era un idiota que solo quería gozar de los privilegios de ser príncipe sin las responsabilidades. O eso pensaba antes, pero ahora al verlo hacerle un intento de sonrisa a Helaena y tomar en brazos a su pequeña hija lo hizo dudar sobre la imagen que tenía de su tío. Tal vez, Aegon solo mostraba esa faceta burlona y despreocupada como un método de defensa. Tal vez él solo quería vivir en paz haciendo lo suyo y cuidando de sus hijos. Tal vez, no eran tan diferentes.

Sin embargo,  la mirada dura de Aemond hacia su madre lo inquietaba. A duras penas hizo una reverencia ante ella, y Jace notó cuanto esfuerzo le costó. Pero también notó como Baela le sonrió agradecida ante eso y la mirada de su tío se ablandó por un momento. Sabía que Aemond no perdonaría nunca lo del ojo, sabía que nunca estaría de acuerdo totalmente con que Rhaenyra fuera la Reina, ni con que él fuera el heredero, pero al parecer, aún odiando todo eso, había elegido ese mal para estar al lado de Baela, y eso Jacaerys lo respetaba. Y sin que nadie más lo supiera, Daemon Targaryen también lo respetaba en silencio. Un noble sacrificio por su hija.

Pero aún así estaba Daeron, quien desde un rincón los miraba enojado. Jace no lo culpaba. Él también estaría enojado, pero esperaba que pronto comprendiera que realmente no tuvieron otra opción. Lo necesitaban en ese momento, y aunque Jace no era cercano a Daeron y no lo veía desde que ambos eran muy pequeños, Daena había crecido con él. Y Jace confiaba mucho en el carisma y en el poder de persuasión que su esposa tenía sobre los demás.

Aún así, habían muchas cosas por hacer. Los juicios a los traidores debían realizarse pronto. Y seguramente los grandes Lores que habían acompañado a Jace y Luke esperaban ver muchas cabezas puestas en una pica. Después de todo Rhaenyra no podía mostrarse débil ante ellos. Debía decidir que hacer con Aegon, Aemond y Daeron. Decidir quiénes conformarían su consejo real. Y lo más importante, decidir qué hacer con Alicent Hightower. No podía simplemente matarla, ninguno de sus hermanos lo toleraría y Rhaenyra sabía que los necesitaba tranquilos. Pero tampoco podía dejarla sin ningún castigo.

El primer consejo con Rhaenyra Targaryen como Reina había dado inicio, Lord Corlys Velaryon portaba el broche de la Mano de la Reina y estaba sentado a su derecha. A su mano izquierda estaba sentado su esposo, el príncipe Daemon. Jacaerys y Lucerys a un lado de su abuelo y al lado de Daemon la princesa Rhaenys, quien había llegado poco después junto a la flota de su marido. Para la mala suerte del príncipe, su suegro, Lord Ormund Hightower, se encontraba también presente ya que parte del acuerdo para el matrimonio entre él y Daena era que el hombre tomara un lugar en el consejo privado.

Si bien Rhaenyra había pensado en nombrar a Daemon como mano, Jacaerys le aconsejó que era mejor nombrar a Lord Corlys. Tenían la flota más grande de los siete reinos y siempre habían permanecido leales a su lado aún cuando sabían que ellos no eran hijos de Ser Laenor. Merecían algún honor y recompensa por eso, y Daemon continuaría teniendo todo el poder que ser el príncipe consorte significaba. Así que la Reina tomó el consejo de su hijo mayor y nombró a la Serpiente Marina como su Mano. Pero aún quedaban muchos cupos en el consejo y ella sabía que debía rodearse de hombres leales.

Dutty | Jacaerys Velaryon Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ