Capítulo 27

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Daena notó que su tía estuvo bastante distante a ella los últimos días y se preguntó si había descubierto que en muchos momentos se escabullía para estar a solas con el príncipe Jacaerys, ya que misteriosamente había dejado de ofrecer pretendientes a la chica. Pero no había dado señal de nada, y la Reina era bastante directa con esas cosas. Además, la princesa Rhaenyra quiso mantener el secreto del compromiso hasta que el padre de ella llegara y que así este ya fuera irreversible. Aemond también la había estado evitando y cada vez que lo veía parecía más frustrado por algo que ella ignoraba, pasaba bastante tiempo con su madre o en pozo dragón con Vhagar.

Pero la verdad es que ella solo estaba contando los días para que su padre llegara. No porque tuviera un especial cariño hacia él y deseara verlo, su relación era bastante distante la verdad, sino porque quería que su compromiso con Jace estuviera listo pronto. Sin embargo, le preocupaba que pasaría después con Reid, ya que seguramente ellos tendrían que irse a Dragonstone. Quizás si ella se lo pedía, podrían llevarlo con ellos. Seguramente él diría que si, ya que, fuera de todo pronóstico, ambos se habían vuelto inseparables, y Reid parecía ser un mini Jace imitando todo lo que el príncipe hacía. Aunque cada vez que Jace daba un beso a su prometida o la abrazaba el niño los separaba de inmediato, lo que, desde que contaron con alegría en casa de Mary que estaban comprometidos, era algo aún más habitual.

Pero a pesar de eso, Reid parecía querer mucho a Jace y ambos habían encontrado un gusto en común: los dragones. Esas bestias parecían obsesionar al pequeño y era de lo único que hablaba. Incluso, aunque tenía ciertas deficiencias en el lenguaje, podía nombrar a los dragones actuales de toda la familia Targaryen junto con sus respectivos jinetes. Por eso mismo, Jace le había regalado unas escamas de dragón que Vermax había votado, y aunque olían horrible, el niño las amaba.

Y así habían pasado los últimos días, llenos de felicidad para ella. En ese momento se encontraba buscando unas cosas en su habitación para mostrarle a Helaena cuando una nota se deslizó por debajo de la puerta. Riendo y sabiendo de quién era la tomó para leerla.

Dae,

Tú me haz mostrado gran parte de tu mundo, lo que agradezco y debo decir que me honra bastante. Pero me gustaría que por una noche dejaras que yo te mostrara el mío.
Ve con Helaena y síguele la corriente en todo lo que te diga.
Usa ropa de montar y trae un abrigo. Nos vemos en el pasadizo al anochecer.

Por cierto, me muero por un beso tuyo.
Te quiere, Jace.

Ella rió por un momento ya que se habían besado esa misma mañana, y no había sido una espera tan larga. Jace era tan dramático. Por otro lado, ¿qué pretendía que hicieran esa noche? Dejó la nota sobre su mesa y se recordó a sí misma que después debía quemarla. Pero se entretuvo bastante en otras cosas que lo olvidó, por lo que la nota quedó sobre su mesita de noche cuando salió de la habitación para encontrarse con su prima.

Estuvieron bastante aburridas esa tarde, más que nada se limitaron a estar con la Reina sin hablar, y Daena sintió que esa tarde de verdad extrañó a la familia de Jacaerys. Eran bulliciosos, si. Y eran muchos. Pero se escuchaban entre todos, incluso a las mujeres, y le fascinaba que tanto Jace como su madre y Daemon la miraran atentos cuando ella daba una opinión. Eso nunca le había pasado, ni en Desembarco del Rey, ni en Antigua. Ni siquiera con Aemond, quien, a pesar de que trataba de hacerlo, siempre parecía estar ocupado en cosas que eran más importantes para él.

Pero de un momento a otro Helaena rompió el silencio.

- ¿Te sientes bien, Daena? - le preguntó y la chica la miró confundida - Te ves pálida.

- ¿Pálida? - dijo Alicent - Se ve igual que siempre.

Daena entendiendo que ocurría soltó una tos bastante falsa pero que fue lo que mejor pudo hacer.

Dutty | Jacaerys Velaryon Where stories live. Discover now