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Irene

Estoy escribiendo el artículo sobre el equipo madrileño mientras de reojo veo que João baja por las escaleras.
Casi se me cae la mandíbula sobre el portátil cuando veo que baja sin camiseta y en bañador.
Rápidamente disimulo como que estoy escribiendo.

Yo creo que este chico lo hace a posta o algo por el estilo. Hombre, es que yo no me paseo por la casa en bikini. Y menos en pleno diciembre.
Puede que quiera que le dé una hipotermia. Nunca se saben los deseos raros que puede llegar a tener una persona.
Y menos el mismísimo João Félix.

Pasa por delante mío y se sienta en el sofá, enciende la televisión y pone el canal de noticias portugués.
¿Este para qué quiere saber lo que pasa en Portugal si está viviendo en España?
En fin, un misterio más para las memorias del joven Sequeira.

Yo sigo con mi artículo ya que estoy a punto de terminarlo. Unas frases más y ya lo puedo enviar.
Creía que iba a ser más difícil hablar de este equipo, pero pongo 3 tonterías y listo.

Termino la última palabra y le doy a la tecla enviar.
Evito saltar de la alegría pero doy pequeños saltos en la silla.
Menos mal que el portugués no me ha visto.
Pero me sobresalto cuando escucho el timbre.

—¡Voy yo!— grita João mientras se levanta del sofá y va dirección a la puerta principal.
Yo aprovecho para guardar mi portátil en la funda.

Mi prometido abre la puerta y saluda a quien sea que es. Le deja pasar y luego cierra de nuevo la puerta.
Levanto la cabeza para ver de quién se trata y casi me quedo pálida.

Me levanto contenta y voy a abrazarlas.

—¿Otra vez vosotras aquí?— les pregunto.

—Perdona pero las súper nenas tienen que estar juntas siempre.— recuerda Pad y yo me río.

—Tienes razón.— dice Bea y luego se tira sobre mi sofá.

—Hola preciosa.— me saluda Erika y yo no tardo en abrazarla.
Luego se sienta junto con Bea.

—Oye tia, no es muy sano que tu marido abra así la puerta eh.— me susurra Pad y yo abro los ojos.

—Por mi que haga lo que quiera.— le respondo divertida.

—Adiós chicas, que os divirtáis.— dice João y antes de irse al jardín, viene hacia mí y me da un beso en la sien.

—Cuídate pitufa.— me dice el portugués y yo lo fulmino con la mirada.
Mientras, él se va con una sonrisa.

—¡Aaaaaaah! ¡¡Pero qué mono es!!— grita Bea desde el sofá.

Yo ruedo los ojos y voy hacia este último para sentarme con ellas.

—No me digas que no es mono como la ha llamado.— le dice Paddy a Bea.

—¡Ya te digo! Ojalá Anto me dijese esas cosas.— dice Erika.

—Pero si vuestro amor es infinito, seguro que también te pone apodos.— comenta Bea animándola.

—Bea tiene razón, ojalá llegar a tener un amor tan puro como el vuestro.— le digo yo mientras la abrazo por los hombros.

(...)

—Por cierto, ¿qué hace João en el jardín?— me pegunta Bea y yo la miro riéndome.

—Pues no lo sé, supongo que tomar el sol.— le respondo y ella me mira asombrada.

—¿Tomar el sol en diciembre? Este chico cada día me sorprende más.— dice Paddy y yo le doy la razón.

—¡Oye! Se me ha ocurrido algo.— avisa Erika mientras nos mira a todas con una sonrisa divertida.

—Miedo me das.— digo y las demás se ríen.

—¡Hacemos un directo en Instagram!— propone ella.

Las demás nos miramos y sonreímos a la vez.

—¡Qué buena idea! Lo hacemos con tu cuenta.— dice Pad y coge mi teléfono.

Lo desbloquea y enseguida entra en la aplicación.

—No me has dejado ni protestar— le digo y ella me mira burlona.

—No te iba a servir de nada—, Erika se ríe y yo la fulmino con la mirada.
Ella levanta las manos en señal de paz.

Paddy coloca el móvil apoyado en un vaso y le da al botón de iniciar directo. Yo me quito corriendo de la cámara.

—¿Porqué te vas?— me pregunta Bea mientras se coloca al lado de las chicas para salir.

—Estoy feísima, no pienso salir.— digo mientras me tumbo en la otra parte del sofá.

Las chicas empiezan a contestar preguntas que la gente que se une y yo mientras me pongo a revisar Twitter.

Pero de un momento a otro escucho como Paddy pega uno de sus gritos de cuando está contenta y la miro.
Ella me mira también pero con una sonrisa malvada.
Yo frunzo el ceño y veo que pulsa algo en la pantalla.
Miedo me da.

Las chicas me miran a la vez y yo me asusto.
Pero me tenso cuando escucho la voz de Pablo a través del móvil.

—¿Dónde está Irene?— pregunta este y las chicas me miran.

Me levanto de golpe y me meto en la cámara.

—¡Holaaa! ¿Cómo tú por aquí?— le pregunto con una sonrisa y él me la devuelve.

—¿No era que estabas muy fea y no querías salir?— me susurra Bea en el oído y yo me giro para pegarle en el brazo.
Y ella finge una mueca de dolor mientras se ríe.
Yo ruedo los ojos y me vuelvo a girar para ver la pantalla de mi teléfono.

Pablo, las chicas y yo nos tiramos hablando más de una hora sin enterarnos.
Pero cuando nos damos cuenta de la hora que es, nos despedimos del rubio y de la gente y cortamos el directo.

Nos despedimos en un abrazo grupal y las acompaño hasta la puerta.
Les lanzo besos desde la puerta mientras ellas se suben al coche de Erika.

Se van a sus casas y yo cierro la puerta cansadísima.
Vaya día.

João ya está en su despacho, ha entrado mientras estábamos en directo pero no nos ha hablado.

Me voy hacia mi habitación y me ducho para relajarme. Me pongo algo cómodo y me voy a la cocina para hacer la cena.

Desde un inicio [João Félix]Where stories live. Discover now