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Irene

Corro hacia él y pego un salto para agarrarme de él modo koala. Enrollo mis piernas en sus caderas y él me sostiene de los muslos.
Le abrazo con todas mis fuerzas mientras se ríe y siento su sonrisa en mi cuello.

Le miro fijamente y no puede ser más guapo, sigo sin saber cómo alguien puede ser tan guapo sonriendo.

Ma acerco y junto nuestras bocas en un profundo y lindo beso. Lo estaba deseando. Desde que lo vi desaparecer esta mañana por la puerta de casa.

El beso dura unos segundos hasta que los compañeros de João empiezan a burlarse de fondo con gritos y nosotros nos separamos para reírnos.

Yo me bajo de encima suya y me coloco bien la ropa. Aún sigo roja, pero la sonrisa no me la quita nadie.

Los chicos empiezan a celebrar mientras se sacan algunas fotos y yo les observo feliz. Feliz porqué João está feliz. Le quiero muchísimo. Y me encanta poder verle sonreír, espero que nadie le quite esa maravillosa sonrisa que tiene nunca, o no me lo perdonaría.

—Parece que mis indicaciones te llevaron por el lugar equivocado.— reconozco esa voz y me giro para mirarle.

Él chico desconocido me sonríe y yo le devuelvo el saludo.
Dirijo mi vista hacia el dorsal que marcan sus pantalones y casi me ahogo con mi propia saliva.
El 5.

Resulta que no era un chico cualquiera, ¡es Enzo! ¡Enzo Fernández!
El número 24 de la selección argentina.
No estoy procesando la información.

—¿Tú eres el famoso Enzo?— le pregunto con una cara de perpleja increíble.

Este se ríe.

—¿Y tú eres la famosa novia de João, de la que todos hablan por aquí?— me responde con el mismo tono que había empleado yo.

Yo levanto las cejas incrédula.

—¡¿Qué?!.

—No importa morocha, ¿te venís a la joda de esta noche?— me pregunta y yo cortocircuito.

No pasa todos los días que Enzo Fernández te pregunta si vas a una fiesta o no. Créeme es impactante.
Y mucho.
Muchísimo.

—Eem, no lo sé, no sabía que había una fiesta hoy.— le digo sinceramente.

—Dale wacha, va a estar piola, venite.— me dice y veo como Reese, otro compañero, se acerca a él para rodearle los hombros con un brazo y clavar su mirada en mi.

—Bueno vale, supongo que iremos.— le digo, obviamente que voy a ir con João, no voy a estar sola con esta gente que ni conozco.

(...)

Me termino de vestir y cojo mi bolso de noche

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Me termino de vestir y cojo mi bolso de noche. Luego abro la puerta del dormitorio y bajo las escaleras lo más rápido que puedo. No es fácil llevar estas botas, pero la noche lo requiere.

Además siento que quedan muy bien con el short y el jersey negro. Por cierto, el jersey precioso es de João, no tenia otra cosa que ponerme.
No me culpéis.

Llego a la planta de abajo y me encuentro la puerta principal abierta. Ojeo lo que hay fuera buscando a João y me lo encuentro con Floki en brazos mientras le da besos en la carita.
Pero, ¿¿por qué tienen que ser tan tiernos??

No dudo ni un segundo es sacarles una foto y un pequeño vídeo.

—Pórtate bien pequeño salchicha.— dice el portugués mientras le deja en el sofá del salón.

Yo les observo desde la entrada mientras me coloco el pinta labios mirándome en un espejo.

—Oye, hazme caso que yo tengo q irme a presumir a tu mami.— le susurra al perro.
Todavía cree que no le oigo.

—No me mires así, sé perfectamente que me entiendes. Eres un perrete muy listo.— le dice intentando ponerse serio pero no lo logra.

Floki se estira pasando de él y se tumba boca arriba.
João se ríe y se gira para venir hacia mí.
Yo aprovecho para fingir que no le escuchaba.

—¿Lista?— me pregunta apoyado en el marco de la puerta.

Guardo el gloss en el bolso y aprovecho para meter también el móvil y las llaves de casa.

Me giro y le pillo escaneándome completa. No puedo evitar sonrojarme.
Siempre me pone nerviosa, le odio.

—Ya estoy, ya estoy, impaciente. Apago las luces y conecto la alarma.

—Quejica.— contraataca.

—Pelo palmera.— respondo y le sonrío cínicamente.

Cierro la puerta con llave y caminamos hacia el parking. Pero me paro en seco y él también lo hace al no escuchar el sonido de mis tacones.

—¿Qué pasa?— me pregunta.

—Nada, nada, tú vete hacia el coche, tengo que mirar una cosa.— le digo y João, con cara de no entender, se va para encender el coche.

Yo rápidamente saco mi teléfono y le tiro una foto.

Necesitaba tener una foto suya de lo guapo que se ha puesto hoy.
Sé que vosotras también lo habríais hecho en mi lugar, hay que ser sinceras amigas.

Camino hacia el coche rápidamente cuando veo que ya se ha subido a este.
Abro la puerta del copiloto pero cuando estoy a punto de sentarme, João me para.

—¿Quieres conducir tú?— me propone con una sonrisa de las suyas.
Yo me quedo perpleja.

—Eem.., bueno, por mi no hay problema— le digo y nos cambiamos rápidamente de sitio.

Arranco el coche y casi lloro de la satisfacción cuando escucho el tubo de escape rugir. Vaya cochazo.

Conecto en el Google Maps la dirección de la discoteca y emprendemos el camino con las famosas canciones de fondo.

—Oye João— llamo su atención y este me mira, —coge mi móvil y sube a la story la ultima foto de mi galería.— le pido y le paso mi teléfono.

Ya se sabe la contraseña.

—A sus órdenes preciosa.— me dice y me vuelvo a poner roja. Que pesado es.

Veo que abre la aplicación y en el momento de seleccionar la foto, se ríe y me mira.

—Podrías haberme pedido una foto y no hacérmela in fraganti.

—sales más guapo distraído.

Desde un inicio [João Félix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora