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—¿Qué os parece este?— le pregunto a las chicas y ellas levantan la vista para mirarme atentas.

Yo nerviosa doy un giro de 360° para que vean el vestido al completo.

—No te veo con él.— dice Paddy con una mueca.

—Es demasiado clásico para ti.— comenta Bea.

Mientras Erika solo asiente conforme con las respuestas de las castañas.

Yo bufo y vuelvo a entrar en el probador para ponerme el próximo vestido de novia que me ha traído la dependienta.

—Esto es más complicado de lo que pensaba.— digo en voz alta.

Me termino de poner el vestido y abro de un tirón la cortina para poder salir.
Las chicas me miran sorprendidas y yo vuelvo a girar entera para que lo vean.

—¡Es ese!— grita emocionada Pad cuando se levanta de un salto aplaudiendo.

—¡Tíaaa! ¡Es perfecto!— dice Erika, de las pocas veces que ha hablado el día de hoy.

—¡Llévatelo!— me aconseja Bea.

Yo me vuelvo a cambiar por mi ropa normal y cojo el vestido ya colgado en una percha para llevarse a la dependienta.

—Me gustaría quedarme con este, ¿es posible?— le pregunto y ella asiente amablemente.

—Claro que sí, dentro de unos 3 días, te llamamos, y vienes a que te ajustemos las medidas.— me explica mientras coge el vestido y lo guarda en una bolsa, para luego colgarla en un armario.

—¡Perfecto!, muchísimas gracias.

Le apunto mi número de teléfono en una tarjeta y cuando nos despedimos todas, salimos del local.
Nos montamos en mi coche y mientras Paddy se encarga de poner la música, yo lo arranco.

—Una cosa, los chicos siguen entrenando, ¿vamos a verles?— propone Erika por detrás mientras busca algo en su bolso.

Siento como todas me miran y automáticamente y me tenso. Sé que lo hacen por la pelea que tuve con João en el vestuario.

—Sé que me miráis por la pelea, me da igual João, no pienso dirigirle la palabra. Así que tranquilas que vamos al entreno.— respondo mientras cambio la dirección en el gps.

—¡Esa es nuestra chica!— dice Bea aplaudiendo.

—¡Con dos cojones!— grita Pad y yo me quedo sorprendida.
Las de atrás se ríen y me lo contagian.

Llegamos a la ciudad deportiva del Atleti y para qué voy a mentir, estoy cagadisima. No quiero cruzarme otra vez con João.
Y por otra parte, quiero ver que tal va el ojo de Pablo.
Son sentimientos encontrados.

Bajamos del coche y tras coger nuestras cosas, caminamos hacia las gradas. Las chicas empiezan a saludar a sus parejas y yo sigo con mi camino. Llego a los asientos y me doy cuenta de que Pablo me está saludando con la mano.
Yo le devuelvo el saludo y le añado una sonrisa.

Me siento y al rato llegan las chicas.
Yo aprovecho de escribir las ideas que tengo para el artículo que me han mandado a redactar para esta tarde.
Trata sobre mi equipo de fútbol más odiado, el Real Madrid.
Tengo que publicarlo en unas horas y no sé ni sobre qué escribir.

(...)

João

Termino mi ejercicio con los conos y el mister utiliza el silbato para indicar que el entreno de hoy ha terminado.
Caigo rendido al suelo y a los pocos segundos llega Antoine para tenderme su mano.
La acepto y me ayuda a levantarme del césped.
Caminamos juntos hacia el vestuario mientras él me habla sobre el próximo partido.

—¿Qué tal todo con Irene? Desde lo último que paso..— me pregunta intrigado el francés y yo suspiro.

—La he vuelto a cagar tío, ¿en qué estaba pensando?— digo con frustración.

—Estabas celoso— me responde él. Yo le miro rápidamente y empiezo a negar con la cabeza.

—No digas chorradas, nunca estaré celoso si se trata de Irene.

Él me mira burlón.

—¿Tú crees? Pablo está hablando ahora mismo por teléfono con ella.— dice Antoine mirando al frente con cara de diversión absoluta.

Automáticamente giro mi cabeza hacia el puto rubio que me tiene loco últimamente.
Pero claramente, era una broma de Antoine, Pablo no hablaba con nadie.

—¿Lo ves? Estabas celoso— se burla él con tono de victoria.

—Anda cállate, hasta mañana calvo.
Chocamos los puños y en voz alta me despido de los demás compañeros.

Salgo del vestuario y miro que Irene se está despidiendo de sus amigas.
Ahora que la veo mejor, está preciosa.

Digo.., me refiero a que el traje negro que lleva le queda muy bien.

Camino hacia Irene, quien ya está sola mientras busca algo en su bolso.

Cuando llego a su lado, levanta la cabeza y al verme rueda los ojos y camina hacia delante.
Pero enseguida la cojo del brazo.

—¡Espera Irene!— hago que se pare y ella se gira cabreada.

—¿¡Qué quieres!? Te dije que no me volvieras a hablar.— me responde mientras se cruza de brazos.

—Resulta que he venido al entreno en el coche de Antoine, y él ahora se va con su familia. He pensado que te podría acompañar— le explico.

Ella me mira fijamente con cara de sorpresa.
Por otra parte, dentro de mí me estoy muriendo de nervios.

Irene lo piensa unos segundo y luego bufa frustrada.

—¡Agh! Está bien, pero solo por si la prensa nos fotografía.— me dice y se gira para caminar hacia el coche.

Por unos segundos tengo una maravillosa vista hacia su culo, pero decido dejar de mirar y pensar en otra cosa.

Llegamos a su coche y no puedo evitar quedarme sorprendido. Es casi mejor que el mío.
Me subo y ella lo hace también.

Lo arranca y durante unos minutos me quedo mirando por la ventana. Pero una idea sale en mi cabeza y decido ponerla a cabo.

Veo que Irene está distraída mirando hacia una rotonda y yo aprovecho para sacarle una foto.
Rápidamente la subo a la story sin que se dé cuenta.

Esta situación me suena mucho...

Joaofelix79 (story):

El resto del trayecto es un poco tenso, pero en cuanto llegamos a casa, ella se pone a trabajar y yo aprovecho para darme una ducha

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El resto del trayecto es un poco tenso, pero en cuanto llegamos a casa, ella se pone a trabajar y yo aprovecho para darme una ducha.

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