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João

Me bajo del coche y lo cierro con llave. Me las guardo en el bolsillo trasero del pantalón mientras camino hacia la puerta principal. Toco el timbre y tras unos segundos de espera, acaba abriéndola Antoine.

Le miro y veo que va vestido con unos simples pantalones largos negros y una sudadera azul cielo.
Me mira con el ceño fruncido y yo me aclaro la garganta nervioso.

—Esto.., Antoine, necesito hablar contigo.— le pido sin ánimos y él me invita a pasar.

—Pasa brother, los niños están en la guardería y Erika con las chicas, así que tranquilo que estamos solos.

Yo asiento con la cabeza y me siento en el sofá. Él me sigue por detrás e imita mi acción. Me mira dudoso y me doy cuenta de que tengo que empezar a contárselo yo.

Obviamente João, el que quería hablar eras tú.

Puta conciencia. Siempre tan lista.

—Verás tío, resulta que el Pablo Barrios este..— Grizzi asiente con la cabeza, —quiere ligarse a mi mujer. Bueno, prometida.— le digo y el francés me mira asombrado.

Se pasa las manos por la cara y me vuelve a mirar.

—Pero vamos a ver, ¿tú cómo has deducido eso?— me pregunta.

—Fácil, le tira la caña, le ha dedicado un gol y ella le ha defendido en una pelea.— él abre los ojos.

—¡¿Pero qué pelea?!— pregunta alarmado y yo suspiro.

—¡Me equivoque!, ¿vale? Yo no quería, es solo que me cabree cuando vi que le había dedicado el gol.

Antoine se levanta de golpe con las manos en la cabeza.

—¿¡Pero estás loco!? ¿Cómo se te ocurre pegarle? Acabas de perder todas las oportunidades que tuvieses con Irene.

Me dice y yo le miro arrepentido.

—¡Lo sé! Pero imagínate que uno le dedica un gol a tu mujer, o a tus hijos. ¡Harías lo mismo!— le explico para que se ponga en mi lugar.

—Mira João, lo poco que habías construido con Irene, lo acabas de tirar a la basura. No puedes ir pegándote por ahí con todos los que miren a tu novia.
El hecho de que sea guapa y los pretendientes se le sumen no tendría que importarte. ¿Sabes por qué?
Porque cuando una mujer está verdaderamente enamorada, no tiene ojos para otros. Le da igual cuantos más hayan, solo está pendiente de uno.
Entonces, si quieres recuperar a Irene, déjate de gilipolleces y de celos, y trata de conquistarla a ella.
Verás que así, no tendrás que preocuparte por si otros la miran.

Me quedo pálido y sin palabras después de lo que me ha dicho Antoine.
En el fondo tiene toda la razón. Me he fijado más en lo que sentía Pablo sin darme cuenta de que en realidad tendría que haberle preguntado antes a Irene.

—Gracias de corazón Antoine. No sé qué habría hecho sin ti. Tienes razón, soy un gilipollas, pero eso va a cambiar. Pienso recuperar el tiempo perdido con Irene.

Él me mira sonriente y yo me acerco para abrazarle.

Nos despedidos y cuando salgo por la puerta, me dirijo a mi coche para subirme.

La reflexión que me ha hecho tener Antoine me ha abierto los ojos. He sido un gilipollas. Me he ido a pegarle a Pablo sin antes hablar con Irene y preguntarle sobre sus sentimientos hacia este ultimo.

Pero eso se va a acabar. No pienso volver a cargarla con Irene.

Irene

—¿Y qué tal todo con João?— me pregunta Pad mientras deja un tacón de aguja de nuevo en la estantería.

Yo cojo un tacón plateado y luego la miro.
Suspiro con fuerza y ella frunce el ceño.

—La verdad es que mal. Necesito aclarar las cosas con él. Pero por otra parte, sigo cabreada, siempre se comporta igual.

Me siento en un sillón que hay en la tienda para probarme el zapato.
Giro el pie hacia los lados para ver como queda pero no me convence.
Me lo termino quitando.

—Siempre estáis igual. ¿Por qué no os dais una oportunidad? Se ve que le gustas de verdad.

Erika se une a la conversación y me pasa un tacón color nude.
Me inclino para probarme este también.

—No digáis bobadas. Solo finge para aparentar— respondo yo.

—Vamos a ver, en el vestuario no había nadie y se pegó igual.

La miro y me quedo helada. ¿Enserio le gusto a João?
Bobadas, como voy a gustarle, es imposible.

—Fue porque le vieron las cámaras.— les digo como excusa pero en el fondo sigo dudando.

Ellas bufan cansadas y yo retengo una carcajada.

Bea llega corriendo hacia nosotras y casi se resbala con sus botines negros.

—Se me ha ocurrido una idea increíblemente espectacular— dice muy entusiasmada.

Las tres la miramos con el ceño fruncido. Le hago una señal para que continúe.

—Hoy juega el Atleti pero, ¿y si os venís conmigo de compras?— pregunta y pega unos saltitos de alegria.


—No tengo nada que hacer, ¡me apunto!— dice Padd.

—Yo igual venga— se anima Erika.

—¡Bien! Vale pues nos vamos a casa y quedamos a las 19:30 en la mía.

Todas asentimos y nos montamos en mi coche para así poder llevarlas a sus casas.

Desde un inicio [João Félix]Where stories live. Discover now