Capítulo 2

113 31 11
                                    


Dailon Martini

Si hace un par de años me dijeran que terminaría trabajando de lo que más me gustaba a tan temprana edad, me reiría. La mayoría no encontraba un trabajo estable hasta pasados los treinta y cinco por la simple razón de que siempre piden equis años de experiencia, aún sabiendo que recién salimos de la universidad y no podemos tener la más mínima experiencia.

Pero aquí estaba, en Nueva York, cumpliendo un sueño.

Es casi vergonzoso que un italiano venga a Nueva York y no se quede en Milán, ambas ciudades compiten por tener el título de "capital de la moda", pero la primera está teniendo más avances en los últimos años. Una ciudad con gran influencia en las tendencias internacionales y el centro clave de la industria de la moda, impulsado por marcas como MUSA, que habían tenido significativos resultados.

Calíope había trabajado para llegar a donde estaba de eso no había duda, todo el mundo admiraba a esa mujer, yo incluido.

Un día antes de entrar a trabajar en su empresa tuve la oportunidad de conocerla, pero de una peculiar manera. Todavía no olvido su hambrienta mirada sobre mi cuerpo.

Si, lo tenía todo e incluso más.

Le faltaba sexo.

Pensaba que el cliché de tener una empresa exitosa daba pie a acostarse con diestro y siniestro, pero al parecer ella no era así. Tendría sus motivos, yo no era nadie para sacar conclusiones.

—¿Estás preparado? —me preguntó Noelia—. Calíope es la jefa que crees que es.

—He nacido preparado —le guiñé un ojo—. ¿No crees que tendré un poco de favoritismo por ser el novio de su mejor amiga?

Sabía que no, si era el tipo de jefa que yo creía, era obvio que no existirían los favoritismos ni nada por el estilo. Eso me gustaba, me encantaba. Nunca estuve a favor de que unos tengan más privilegios que otros.

Noelia arrugó su nariz mientras negaba con la cabeza.

—No creo, no —murmuró burlona, después se inclinó para dejar un beso en mis labios—. Vas a necesitar suerte, no está en sus mejores días, intenta no ser muy cargoso.

—Gracias por la parte que me toca —chasqueé mi lengua, tentado a preguntar más, pero sabía que no iba a decirme nada porque respetaba a su amiga y no iba por ahí diciendo cosas sobre su vida. Noelia era una buena persona.

—Hablo en serio.

Sé que si.

—No necesito que me digas cómo hacer las cosas, tengo claro el lugar que ocupo, ella es la jefa —admití.

Ella asintió con la cabeza, casi aliviada de que lo entendiera. Podía ser muchas cosas, pero desde luego no era un desagradecido con la vida ni mucho menos, no podía desaprovechar la oportunidad de trabajar en MUSA solo por un pequeño incidente.

Nos despedimos y quedamos de vernos más tarde, solíamos decir eso todos los días aunque al final no siempre se cumpliera. La intención es lo que cuenta, ¿no?

La sede de la empresa era fascinante tanto por dentro como por fuera, de grandes dimensiones, con una elegancia que solo alguien como Calíope podría lograr. En la entrada había una foto suya, enorme, acompañada de una breve biografía. Cómo si alguien no la conociera.

Vicios entre taconesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora