Capítulo 33

61 7 6
                                    


Calíope de Jesús

Busqué sus labios con los míos sin importarme qué estuviéramos en la primera fila de un desfile de Fendi, sabiendo en todo momento que las redes iban a estallar después de eso. Si, el desfile estaba muy bien, pero al final lo que más vendía era el chisme.

—Acabas de besarme —susurró, anonadado.

—Acabo de besarte —asentí—. ¿Es un problema para ti?

No había pensado en ello, quizá había sido un gesto egoísta de mi parte querer besarlo en público sin pensar en cómo le iba a sentar. Estaba tan acostumbrada a que las cosas fueran a mi modo...

—No, pero tal vez para ti si, recuerda que eres Calíope de Jesús... Ya sabes, tienes una marca de ropa muy importante y te conoce mucha gente.

Me provocó ternura esa manera de decirlo, idéntico a un niño pequeño cuando trata de explicar algo.

—Tienes que ser consciente de que a partir de ahora los focos van a estar sobre ti y habrá momentos en donde sea insoportable —le hice saber.

No es lo mismo estar acostumbrada desde que naces a tener que adentrarte en este mundo después, lo sabía por las parejas de nuestro grupo, al final se terminaban adaptando porque el amor es más grande que la importancia de la fama, pero eso no significa que no sea un proceso difícil. El saber que hay periodistas en los lugares que frecuentas, que te hacen preguntas incómodas y que en muchas ocasiones violan tu privacidad de todas las maneras posibles. O que internet esté lleno de fotos de ti, con gente comentando estupideces e inventándose dramas sin sentido. No sabría decir cuál de las dos era peor, supongo que ambas tenían sus cosas malas y peores.

Dailon alzó una de sus cejas antes de hacer un gesto con la mano, queriendo restarle importancia.

—Por favor, siempre he querido ser famoso —murmuró con un tono divertido—. Eso de que me hagan fotos suena todo lo contrario a mal, así que si estás tratando de espantarme deberías de probar con otras técnicas.

—Jamás lo haría de manera intencional, pero sé cómo de cruel puede llegar a ser esto, así que lo entenderé si prefieres no involucrarte del todo.

—No digas tonterías, Calíope —chasqueó su lengua—. Si quieres que hablemos de esto más tarde no tengo problema, pero deberías de saber que ahora mismo no hay nada que me importe más que tú. No voy a perder al amor de mi vida por cobarde, no soy de esos.

¿Acababa de decir que era el amor de su vida?

Creo que no tendré nunca palabras para expresar lo mucho que me gustan los hombres que hablan de manera clara y que no tienen miedo a decir lo que sienten y cómo lo sienten. Supongo que con alguien así valía la pena arriesgarse.

—No creo que hoy tengamos tiempo para hablarlo, recuerda que cenamos en casa de tus padres.

—¿Ah si? —cuestionó, divertido—. No recuerdo haber organizado esa cena.

—Tienes hasta la noche para hacerlo —le guiñé un ojo al tiempo que palmeaba su pierna—. Ahora presta atención al desfile, si mal no recuerdo te gusta la moda.

—Me gustas más tú.

Yo realmente quería pasar toda mi vida a su lado, pero un día de estos me iba a matar de un ataque al corazón. Si, sé que es lo mínimo, ¿pero como iba a soltarme comentarios así y después quedarse tan tranquilo? ¡Que yo era una chica sensible aunque no lo pareciera! Y no había conocido a nadie así, que el coqueteo fuera parte de él y se le notara en cada cosa que decía.

Tuve que controlar las mariposas y también el sonrojo de mis mejillas, no podía aparecer acalorada en las fotos que se publicarían más tarde en redes, no dejaría una buena imagen. Aunque estaba segura de que habría fotos menos favorecedoras; pues los periodistas estaban haciendo clic en cada paso que daba una persona en la pasarela.

Por suerte, el día se pasó muy rápido entre tacones, incluso conseguí que Dailon y Mateo comiesen juntos sin llegar a matarse, eso para mí era un logro bastante grande. Por la tarde hablamos con algunos de los diseñadores más importantes, ellos podrían decir lo mismo. Y al llegar la noche... Me salí con la mía.

—¿Crees que es una buena idea? —preguntó, mordisqueándose el labio inferior.

—A ver, teniendo en cuenta que ha sido idea tuya... Podríamos discutirlo, pero no sé si es el momento —murmuré con burla mientras estiraba mi brazo para presionar el timbre.

Dailon me miró mientras negaba con la cabeza y, acto seguido, sonrió mostrando todos y cada uno de sus dientes. Volví a mirar al frente cuando una señora nos abrió la puerta, no tardé en ver la semejanza entre ambos, era obvio que se trataba de su madre.

—Calíope, ¿cierto? —preguntó en un español casi perfecto, yo asentí al tiempo que le sonría, no mentía si decía que era Dailon en versión femenina y con el cabello claro—. Luca ha hablado muchísimo de ti, estaba deseando conocerte.

—¿Luca te ha hablado de ella? —se carcajeó Dailon—. No me esperaba menos de su parte.

—Al menos espero que haya dicho cosas buenas.

—Las mejores —me tranquilizó—. ¡Pero pasad, no os quedéis en la puerta!

Dailon posó su brazo en mi espalda baja para empujarme dentro de su casa mientras yo me reía. Desde ese momento supe que las cosas iban a ir bien, se notaba en el ambiente y en la gente, eran familia, no había pizca de maldad allí y por lo tanto tampoco había ningún motivo para sentirse fuera de lugar.

Los pasillos estaban llenos de cuadros hechos a punto de cruz, al parecer alguien se entretenía haciéndolos; había un espejo que ocupaba gran parte de la pared junto a un mueble en el que descansaba un florero con flores frescas.

—Bienvenida a mi humilde hogar —susurró casi con timidez.

Si este supiera que yo me crié en un piso no estaría llamándole humilde a su casa.

—Siempre es un placer seguir conociéndote.

Vicios entre taconesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora